La Olimpíada Popular de Barcelona había logrado buena acogida

Barcelona había ansiado organizar los Juegos Olímpicos. De ahí que ya en 1924 presentara la candidatura. No lo consiguió. El barón Pierre de Coubertin vino en 1926 y se confesó impresionado: “Antes de visitar Barcelona creía saber lo que era una ciudad deportiva”. Al haber conseguido el Berlín del dictador Hitler la candidatura, Catalunya consideró oportuno ofrecer su contraoferta de signo político. Puesto que la Alemania nazi pisoteaba los principios del olimpismo y desencadenaba una cruel persecución racista y genocida, Barcelona exhibía una imagen ética y humanizada que permitiría universalizar la denuncia y el combate.

La Olimpíada Popular comenzó su campaña para atraer el máximo de inscripciones. En la información cursada a los eventuales países participantes se hacía mucho hincapié en que eran “especialmente invitados” los atletas negros y los judíos.

La invitación cursada hacía mucho hincapié en ser “especialmente invitados” los atletas negros y los judíos

El político de Esquerra Republicana Jaume Miravitlles pasó a ser nombrado secretario general del comité ejecutivo. Todo un acierto. Su talante sociable y seductor eran cualidades sabidas, pero su imaginación, capacidad organizativa y una simpatía desbordante, aún sus mejores armas. El factor tiempo jugaba, empero, en su contra: solo disponía de tres meses. Había que improvisar a marchas forzadas y se concentró el esfuerzo en reclutar el voluntarismo. Fue lanzado un llamamiento a cuantos dominaran idiomas para actuar de traductores para atletas procedentes de 22 naciones.

También había que ofrecerles alojamiento, pues la capacidad hotelera era insuficiente. Dos millares iban a ser instalados en el Estadi. El cercano palacio de las Missions cumpliría igual misión, amén de ofrecer mesa y tres mil cubiertos en dos tandas seguidas. El hotel Olímpic de la plaza Espanya aseguró menús especiales para cuantos lo precisaran: todo un detalle.

PERMANYER JUNY

Caseta informativa para ayudar a resolver el problema del alojamiento de los atletas

DESCONOCIDO / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

La inauguración estaba prevista para el 19 de julio: desfile de más de 5.000 deportistas y 3.000 folkloristas. El golpe de Estado presagiaba la guerra incivil. Algunos no habían conseguido llegar al haber ya cerrado Francia su frontera, la mayoría partió de regreso, pero no fueron pocos los que se quedaron para luchar bajo la bandera de la libertad contra el nazismo y el fascismo.

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