El Ayuntamiento de Barcelona dispuso estos días un buen puñado de barreras modelo New Jersey en un solar del barrio de Vallcarca a fin de impedir que allí vuelvan a levantarse chabolas. Se trata de un uso muy poco habitual de estos elementos del mobiliario urbano. Lo más común es que se empleen para cortar el tráfico, organizar eventos multitudinarios... y por estas latitudes y durante mucho tiempo para flanquear las terrazas instaladas en la calzada durante la pandemia. ¡El Consistorio tiene miles de barreras de hormigón almacenadas en un solar de Horta-Guinardó!
Y aquí en Vallcarca, entre los vecinos, en el barrio de los solares perpetuos, de los despropósitos urbanísticos y de las afectaciones municipales olvidadas desde hace lustros, esta innovadora manifestación de los que comúnmente se conoce como urbanismo hostil –como las barras que impiden que uno pueda tumbarse en un banco a pierna suelta–, está generando la correspondiente división de opiniones vecinales. A nadie le gusta encontrarse en esta situación.
El barrio vive desde hace años en un limbo urbanístico donde proliferan los espacios dejados
Lo que pasa es que algunos celebran que el Ayuntamiento atienda a lo que aquí está ocurriendo, mientras que otros entienden que el gobierno del alcalde Jaume Collboni prefiere ignorar a quienes no terminan de comulgar con sus principios. El asunto de las New Jersey hostiles revela una vez más la división vecinal imperante en Vallcarca. Unos apuestan por ejecutar por fin aquellos planes ya borrosos de hace un par de décadas y pico y abrir aquella dichosa nueva Rambla, y otros por descartarlos de una vez por todas.
El caso es que desde hace unos cuantos años, entre la avenida Vallcarca, el viaducto y la calle Gustavo Bécquer, un buen puñado de chatarreros principalmente gitanos rumanos viven en un asentamiento donde antes o después el Ayuntamiento levantará un parque históricamente reclamado por el barrio. En estos momentos, luego de tantas esperas, el Consistorio está ultimando el proyecto ejecutivo del Parc Central de Vallcarca. Y de tanto en tanto algún grupo de chatarreros amaga con asentarse en otro lugar, como en este rincón ubicado a pocos metros. Lo que pasa es que el Ayuntamiento cedió estos terrenos a una fundación para que construya un edificio con 36 viviendas protegidas de alquiler asequible. El Consistorio espera que las obras arranquen durante el primer semestre del año que viene.
“Pues eso, como van a hacer obras pronto –explican algunos vecinos de la zona–, el solar en cuestión está súper bien acondicionado. Y, bueno, los chatarreros emplearon una lona de Paisatge Urbà del Ayuntamiento de Barcelona para limitar el espacio, lo que tiene su ironía... El fin de semana pasado, en un momento, levantaron un par de chabolas. Aquí en Vallcarca, como todo se retrasa, como vivimos en un limbo urbanístico...”. El martes un considerable dispositivo de la Guardia Urbana acudió al nuevo asentamiento, pero entonces no había nadie. Fuentes municipales señalan que entonces el Ayuntamiento procedió a asegurarlo “para frenar nuevas ocupaciones y no alterar la construcción de viviendas prevista”.
Esta gestión, sin embargo, solivianta a la otra sensibilidad del barrio. “Nosotros estábamos en contacto con esta familia –dicen indignados en la asociación Som Barri–. Les habían concedido un piso, pero necesitaban un lugar donde poder trabajar la chatarra. Nosotros estábamos hablando con ellos para encontrar una solución, pero como los socialistas no hablan con nosotros... En el anterior mandato teníamos una comunicación muy fluida con el distrito de Gràcia. Ahora, sin embargo, el nuevo gobierno municipal parece más dispuesto a hablar con las entidades que le son más afines, con quienes quieren que se abra la nueva Rambla. Y, bueno, aquí a algunos vecinos les molesta encontrar tan cerca la pobreza, pero lo que hay que hacer es luchar contra las causas de la pobreza, no contra las personas que la sufren”.
Hace años alguien rebautizó esta zona como el Sarajevo de Barcelona.
Ratas en las pistas de la Teixonera
Crece la indignación entre los usuarios del complejo deportivo municipal de Vall d’Hebron-Teixonera ante el creciente abandono de estas instalaciones, agravado ahora, según una denuncia de la que se hizo eco ayer Betevé, por la presencia de ratas en este equipamiento. Entre las deficiencia que denuncian los clubes, los deportistas y sus familiares se encuentran los abundantes agujeros en los campos de hierba artificial, la rotura de las redes exteriores y el óxido que se expande por los banquillos. Hablamos de unas instalaciones que acogieron las pruebas de tiro de Barcelona 92. El distrito de Horta-Guinardó, tras realizar una inspección, ha requerido la gestora del complejo, la Fundació Marcet, que lleve a cabo las mejoras necesarias.