La segunda fase de remodelación del hospital del Mar de Barcelona que empezó ayer mismo y culminará a finales del 2023 tumbará pabellones y torretas de 1914 y 1927, levantados en plena epidemia del tifus, a comienzos del siglo pasado. Esta otra epidemia, la de la covid, les ha servido para adaptar el plan de remodelación del hospital a todo lo aprendido y convertirlo en un centro digitalizado, versátil, para establecer circuitos separados fácilmente ante una infección o para transformar una uci infantil en una de adultos casi de un día para otro. Y también para hacer un hospital mucho más verde, asegurando una reducción de emisiones drástica.
“No es solo un proyecto de más metros cuadrados, quirófanos nuevos y más camas. Detrás hay una filosofía de sostenibilidad. La salud va más allá, y se trata de adaptarnos a las nuevas necesidades de los ciudadanos”, dijo en la presentación el conseller de Salut, Josep Maria Argimon.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, agradeció a los profesionales su capacidad de respuesta que “nos ha llenado de orgullo” e insistió en que una de las lecciones de la pandemia es la necesidad de fortalecer el sistema sanitario, “también la atención primaria”.
Ejecutar el plan de esta segunda fase costará 147 millones de euros, “de los que 80 son ladrillo (y mucha más madera) y el resto instalaciones y mucha tecnología, también para el uso de los propios pacientes”, explica Olga Pané, gerente del hospital. Generalitat y Ayuntamiento, los dos patronos del hospital, ya han comprometido los primeros once millones para empezar. Pero el hospital ha presentado toda la ampliación como proyectos de los fondos europeos Next Generation, con el apoyo de todas las administraciones. La ampliación cae de lleno en los objetivos marcados por Europa.
Madera, placas y plantas para reducir emisiones
Uno de los objetivos de esta ampliación del hospital del Mar es la reducción de emisiones de CO2. En la primera fase ya se puso en marcha el sistema de agua caliente y fría de Districlima, la red que enfría con el mar y calienta con la incineradora, que ha permitido una reducción del 41% de las emisiones por m2. En los tejados de los edificios nuevos se instalarán placas fotovoltaicas para cubrir el consumo propio de electricidad, que calculan que supondrá 2.000 toneladas menos de emisiones al año. Todo el edificio tendrá también una sobrefachada de lamas de madera para favorecer el aislamiento y el control de las temperaturas exteriores.
La digitalización, por ejemplo, llevará el 5G a todas las zonas del hospital nuevo, reduciendo a instantes la respuesta y permitiendo operar con un robot a distancia. Están trabajando para incorporar sistemas de registro de voz y para usar inteligencia artificial para integrar datos con mejoras en la precisión diagnóstica y los tratamientos. Un sistema que aprenda.
La consulta virtual forzada por la pandemia se quedará, a petición de los pacientes. Para este plan ejecutivo han consultado a unos 300 pacientes. Y se han decantado masivamente, con mucho más entusiasmo que los profesionales del hospital, por usar la pantalla de su móvil para todo lo posible en el hospital, igual que hacen en la calle y en casa. Por ejemplo, que cuando les llegue la cita incluya el autobús que pueden coger, cómo recorrer el hospital para llegar a la puerta adecuada o el tiempo de espera que les tocará según va el día en las consultas.
La opinión de los usuarios
Los pacientes quieren visita digital pero con vídeo y un poco de confort para familiares
Pero quieren visitas cara a cara a través de la pantalla, no por teléfono. Así que la segunda fase de remodelación del hospital facilitará todo eso y en las habitaciones habrá tabletas para los profesionales y el paciente, para anotar los datos, consultar pruebas, recibir consejos rehabilitación o ver una serie. Adiós a los televisores.
Los usuarios del hospital se han mostrado especialmente preocupados por el malestar de los acompañantes. Piden duchas, espacios para descansar fuera de la butaca de la habitación y para calentarse comida sin tener que estar día y noche pendiente del bar. Y así se ha rediseñado todo lo nuevo.
La digitalización que propone esta reforma va más allá. También para asegurar que es posi-ble mantener la conectividad con los domicilios, donde habrá cada vez más pacientes crónicos, con la atención primaria o con los hospitales donde los especialistas del Mar también sirven, como Igualada, Val d’Aran o Sant Pau.
El hospital aumentará su capacidad con 75 camas nuevas, cuatro nuevos quirófanos –dos de ellos híbridos, con TAC y resonancia magnética dentro– con la particularidad de que los familiares podrán acompañar hasta la puerta del quirófano y esperar allí mismo (petición de los pacientes).
Las urgencias se reunificarán: ahora la mitad eran las viejas, y las nuevas quedaban en la otra punta. La nueva uci con 18 plazas tendrá luz natural, y se instalará iluminación circadiana, que se amortigua a medida que avanza la noche. Habrá un helipuerto, a petición del SEM. Y la mitad de las nuevas habitaciones tendrán vistas al mar, como ahora las consultas externas, porque los dos nuevos edificios elevarán tres plantas las habitaciones.
Habrá sitio para todos los servicios que estaban dispersos, como el de oftalmología, ahora en el hospital de la Esperanza. Pero para tirar los pabellones, se arreglarán dos plantas de ese centro para acoger parte de los enfermos, y otros, como el servicio de psiquiatría, se traslada de momento al Fòrum.
Todo en el móvil
Citas, mapas internos para moverse por el centro o información detallada de cirugía
Los jardines entre los nuevos edificios que suplen a los pabellones serán mayores y practicables (otra petición de los usuarios).
Esperan tenerlo terminado en el 2023, y el plan para seguir con la tercera fase está listo, para no parar, derruir los pabellones que quedan y levantar la continuación de los edificios nuevos.