La pandemia sume en la pobreza a unos 150.000 barceloneses
Emergencia sanitaria
La renta anual neta media en los hogares metropolitanos se ha reducido entre un 7 y un 8 %, según el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos
Entre 129.000 y 152.000 personas que viven en el área metropolitana de Barcelona pasaron en 2020 a estar en riesgo de pobreza por la epidemia de la covid, que se añadirían a las 648.000 preexistentes, mientras que la renta anual neta media en los hogares metropolitanos se ha reducido entre un 7 y un 8 %.
Así lo estima el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos (IERM), un ente vinculado a la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), en un estudio que aporta "una primera fotografía" del alcance del impacto de la crisis y que también apunta a un crecimiento de la desigualdad social, la pobreza extrema y la vulnerabilidad residencial.
Otro de los aspectos analizados en el informe es la "capacidad protectora" de las medidas extraordinarias adoptadas durante la pandemia, como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) o las prestaciones para autónomos.
Según las estimaciones, estos instrumentos están disminuyendo la desigualdad social en un 8,3 % y están reduciendo de manera muy significativa la pobreza moderada, en un 18,5 %, y la extrema, en un 35,7 %.
A la espera de los datos oficiales en materia de ingresos de la población en España, que siempre se publican con dos años de retraso, el estudio simula las rentas actuales para captar de forma aproximada el impacto económico y social de la pandemia en el área metropolitana de Barcelona, "con el objetivo de aportar una primera información sobre la que fundamentar la toma de decisiones para hacerle frente".
El informe apunta que la renta anual neta media de los hogares metropolitanos de Barcelona en 2020 se sitúa entre los 32.330 y los 32.036 euros, lo que supone una reducción de entre un 7 % y un 8 % en comparación con los 34.757 euros de 2018.
Aunque las estimaciones realizadas reflejan una reducción generalizada, es la población con rentas más bajas la que sufre un descenso más intenso de sus ingresos: el primer decil, es decir, el 10 % de la población total con las rentas más bajas, ha perdido entre un 14 % y un 16 % de sus ingresos, mientras que las personas ubicada en los deciles superiores (del quinto en adelante) registran una reducción de entre un 6 % y un 8 %.
Estas diferencias en la reducción de ingresos según el nivel de renta de la población se reflejan en un nuevo aumento de la desigualdad social.
La población con rentas más bajas es la que sufre un descenso más intenso de sus ingresos
En este sentido, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, experimenta un incremento moderado, situándose en 2020 entre el 0,329 y el 0,331, mientras que en 2018 era del 0,321.
"El nivel de desigualdad social que se estima en el actual contexto revela un preocupante enquistamiento de este fenómeno, ya observable durante los últimos años. Una dinámica que revierte, por tanto, el proceso de construcción de cohesión social previo a la Gran Recesión y que vuelve a situar el nivel de desigualdad de rentas por encima del que se registraba en 1995 (0,325)", señala el trabajo.
En cuanto al riesgo de pobreza, el estudio estima un incremento de entre 4 y 5 putos de la pobreza moderada, pasando de un 20 % a un 24,7 %, lo que significa un aumento relativo del 20 % y entre unas 129.000 y unas 152.000 personas más en riesgo de pobreza, que se añaden a las 648.000 preexistentes.
Con respecto a la pobreza extrema, el crecimiento es de dos puntos, pasando de 5,3 % a 7,1 %, es decir, un incremento del 30 % aproximadamente, que se traduce en unas 50.000 personas más, que se suman a las 171.000 que había antes de la pandemia.
Este incremento de la pobreza, apunta el estudio, se ha cebado especialmente en la población más joven, la de origen migrante y los trabajadores semicualificados de servicios y de la industria y los autónomos, que son los perfiles que registran un nivel de riesgo de pobreza más elevado.
Sobre la "capacidad protectora" de los ERTE o las prestaciones para autónomos, el informe sostiene que sin estas ayudas la desigualdad social se habría disparado hasta valores cercanos a los que se registraban en el área metropolitana de Barcelona en los años 80, con un coeficiente de Gini del 0.362.
En cambio, los efectos protectores del Ingreso Mínimo Vital están siendo de momento muy modestos, pues solo está consiguiendo reducir la pobreza extrema en un 1,4 %.
Finalmente, sobre la vulnerabilidad residencial, el trabajo proyecta que la población del área de Barcelona que vive de alquiler destina una media de entre un 43,8 y un 44,9 % de su renta a cubrir los gastos de la vivienda, mientras que en 2018 esta cifra era del 40,5 %.
Asimismo, el grueso de la población que destina más del 40 % de sus ingresos al pago de la vivienda se sitúa en torno al 16 %, cuando antes de la pandemia este porcentaje se situaba en el 13%.