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La ampliación del puerto topa con el recelo del Ayuntamiento

Reconversión urbanística

Tensión por la prolongación del muelle Adossat y la reconversión de edificios del Maremagnum

os cruceros. El gobierno de BComú siempre ha visto con inquietud el incremento de visitantes que llegan al puerto

Las relaciones entre el puerto y el Ayuntamiento de Barcelona nunca han sido fáciles. Los planes de crecimiento y ampliación de la infraestructura portuaria, que con el tiempo ha ganado espacio para dar servicio a un mayor tráfico de mercancías y pasajeros, han acostumbrado a provocar inquietud en los diferentes gobiernos municipales.

Con la llegada de los comunes a la plaza Sant Jaume las tensiones entre ambas instituciones se han acentuado por el rechazo de la formación que lidera Ada Colau a la actividad turística del puerto, tanto por la presencia de cruceros –consiguió que los viajeros pagarán la tasa turística– como por la construcción de equipamientos que incrementan el número de visitantes en el recinto portuario.

Fuentes de la Autoritat Portuària señalan que, precisamente, se está trabajando en afianzar Barcelona como puerto base

El último de los enfrentamientos entre el Ayuntamiento y la Autoritat Portuària de Barcelona se produjo hace unos días en el consejo de administración de esta última institución, durante la aprobación de la licitación de las obras de ampliación del muelle Adossat, una actuación presupuestada en 39 millones de euros y que más adelante comportará la construcción de una terminal de carga y ferrys que podría operar MSC. Según la Autoritat Portuària, una infraestructura vital para el crecimiento del puerto. El proyecto fue rechazado por el Ayuntamiento pero salió adelante con el voto, entre otros, de Generalitat y Estado.

En aquel momento, los comunes consideraron que la ampliación sólo iba dirigida a construir una nueva terminal de cruceros, una actividad que censuran por el impacto que tiene en la ciudad desde los puntos de vista turístico y medioambiental. Consideran que con siete terminales –seis en funcionamiento y otra en construcción– Barcelona no necesita la llegada de más cruceristas.

No obstante, de las iniciales palabras gruesas vertidas por los responsables municipales –apoyadas por una protesta vecinal– se ha pasado a un tono más suave para pedir a las autoridades del puerto un tiempo de reflexión para pactar la decisión. La alcaldesa Ada Colau
no desea que en el actual contexto político se acuse al Ayuntamiento de poner trabas a la actividad
económica y de crecimiento del puerto. Y así se lo ha hecho saber a la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, y a la concejal de Ciutat Vella, Gala Pin, dos de sus ediles más combativas con la ampliación.

Sanz, que se ha reunido con los responsables de MSC, no discute los planes de la compañía de ampliar su negocio en Barcelona, pero apunta que debe hacerse desde el “acuerdo y el consenso”. Considera que la Autoritat Portuària debería apostar por convertir Barcelona en un puerto base que genere beneficios en el conjunto de la ciudad. “No puede ser que las dos terminales públicas de la ciudad sean de tránsito y generen un importante problema de congestión turística”.

Fuentes de la Autoritat Portuària señalan que, precisamente, se está trabajando en afianzar Barcelona como puerto base. Explican que la ampliación del puerto es vital para el crecimiento de la actividad portuaria y que aún no se ha entrado en la fase de convocar un concurso para edificar una nueva terminal. “Esta decisión –añaden– debe tomarse más adelante y no es el objeto de la licitación que se ha convocado estos días”. La actuación aprobada supone prolongar hacia el sur el muelle Adossat, donde ya se están realizando obras, construyendo una alineación de 476 metros de longitud y 12 de calado. Posteriormente, está prevista la ampliación del muelle Adossat 2B en un tramo de 480 metros. El proyecto incluye la construcción de una infraestructura dedicada a la operativa de barcos de carga rodada o ferrys.

Lo cierto es que la mayoría de actuaciones que se desarrollan en el puerto acostumbran a generar tensiones con el Ayuntamiento. Hace un mes, el pleno suspendió por falta de documentación la modificación del plan especial de la Nova Bocana que la Autoritat Portuària había presentado. Janet Sanz explica que ahora se están pactando los futuros usos que se han de ubicar en este espacio. “El recinto portuario debe integrarse en Barcelona y no al revés. Somos una ciudad con puerto y no un puerto con ciudad”, apunta. Por ello, ve necesario establecer una estrecha colaboración con la Autoritat Portuària, similar a la relación que se ha trabado con la directiva del FC Barcelona, con la que han logrado desencallar el Espai Barça. En el caso de la Nova Bocana, donde se invertirán 62 millones de euros, está previsto ampliar el espacio público e incorporar usos culturales y docentes.

Otro de los proyectos que no despierta ningún entusiasmo en el Ayuntamiento y, sobre todo, en el distrito de Ciutat Vella, al margen del Hermitage, es la futura transformación de los antiguos Cinesa del Maremagnum –que llevan meses cerrados– en un centro de interpretación del mar. El nuevo espacio se denominará Barcelona Sea Experience y, según sus promotores, ofrecerá a los visitantes una visión global de la relación entre el puerto y mar. El equipamiento, que utilizará como principal recurso las nuevas tecnologías, cuenta con el certificado urbanístico previo y el beneplácito de la Autoritat Portuària.

Sin embargo, esta actuación provoca inquietud a la concejal Gala Pin, quien cree positiva la apertura de una instalación con esta oferta, pero considera que la superficie expositiva es reducida. Teme que finalmente el equipamiento se acabe convirtiendo en un espacio para conferencias y congresos. “No sería el modelo de negocio que necesitamos en el Maremagnum”, explica.

Por su parte, fuentes de la empresa Barcelona Sea Experiencie defienden que el proyecto se verá beneficiado por su proximidad con L’Aquàrium. Está dirigido a un público familiar, también se esperan a turistas, y sobre todo escolares. En este espacio de 12.000 m2prevén recibir a un millón de visitantes al año tras invertir 12 millones de euros. Rechazan que el futuro centro vaya a convertirse en un espacio en el que sólo celebrar congresos y defienden el carácter docente y cultural del proyecto. “Son necesarias salas para poder dar charlas en el marco de la actividad expositiva. También necesitamos aulas para que los alumnos puedan trabajar tras la visita”, explican.

El Imax es otro de los edificios del Maremagnum que proponen novedades a corto plazo. El cine está cerrado desde 2014 y su clausura suscitó en su día un encendido debate sobre el futuro del edificio y se planteó incluso su demolición. Al poco de cerrar, se presentó un proyecto para reconvertirlo en teatro espectáculo. El Ayuntamiento echó por tierra los planes de los promotores, que ahora han encontrado la fórmula para seguir proyectando cine en este singular inmueble. “El otro proyecto era un cambio de modelo que desde el Consistorio no veíamos claro”, en palabras de Gala Pin.

La empresa concesionaria del edificio está a punto de presentar un proyecto a la Autoritat Portuària para recuperar los cines y remodelarlos completamente. Están negociando ampliar la concesión y preparan un plan económico-financiero para hacer frente a la reforma interior. Fuentes de la empresa explican que han hallado una fórmula más barata para ofrecer cine en 4D. La intención es transformar el Imax en un equipamiento en el que visionar películas en gran pantalla, con atracciones añadidas como asientos que se mueven y que aportan al espectador la sensación de inmersión total. La iniciativa está supeditada a que la Autoritat Portuària acepte el proyecto.