Después del pregón, la Banda Provençana siempre es la encargada de dar el pistoletazo de salida a las Festes de Primavera de l’Hospitalet de Llobregat. Como si fuese un reflejo de la composición de la segunda ciudad de Catalunya, el grupo está formado por personas de diferentes orígenes, barrios, clases sociales... No es casualidad: es el fruto del trabajo que desde hace años lleva a cabo la Escola Municipal de Música-Centre de les Arts.
Este centro funciona con un modelo que trasciende las funciones tradicionales de una escuela de música. Entre otras cosas, irrumpen en las aulas de nueve centros escolares de primaria de atención prioritaria. Se trata de las escuelas más vulnerables donde, por ejemplo, hay más alumnos migrantes. Cuando finalizan sexto muchos de ellos deciden continuar aprendiendo fuera del horario lectivo. Con todo, en la escuela municipal de música de l’Hospitalet hay un 28% de usuarios migrantes. El porcentaje es similar a las personas de procedencia extranjera que hay en la ciudad. “Enseñamos música y cohesionamos la sociedad. Rompemos la frontera mental que dice que únicamente la gente más o menos acomodada puede estudiar música. No es sólo cuestión de becas, les convertimos en protagonistas”, define la directora, Núria Sempere.
Hace un año esta apuesta recibió el sello europeo de buenas prácticas URBACT en la categoría de inclusión social. Ahora representantes de seis ciudades del continente, Aarhus (Dinamarca), Adelfia (Italia), Grigny (Francia), Valongo (Portugal), Katowice (Polonia) y Brno (República Checa), y responsables del programa europeo visitan l’Hospitalet para conocer el sistema en primera persona y tratar de replicarlo en sus países. La iniciativa se apoda Onstage, escuelas de música por el cambio social y está liderada por la urbe anfitriona.
Las jornadas de intercambio de conocimiento se iniciaron ayer y acabarán mañana. “Da oportunidades a mucha gente, a mucha más que un conservatorio. Además, para un mismo instrumento hay muchas posibilidades, variedad de estilos”, cuenta una de las alumnas, Júlia Acero, antes de tocar en un acto para el que la escuela se ha vestido de gala para la ocasión.
Otro de los beneficios del sistema hospitalense que comienza a exportarse es la mejora de los resultados académicos de alumnos que forman parte del proyecto, especialmente en matemáticas. En las pruebas de competencias básicas han obtenido notas hasta diez puntos por encima de la media catalana. “Con la música desarrollan la atención, el esfuerzo o la disciplina”, argumenta Núria Sempere. “Se trata de democratizar el acceso a la cultura, favoreciendo el ascensor social”, define la alcaldesa, Núria Marín. La escuela de música de l’Hospitalet tiene 4.500 alumnos anualmente. Desde el 2005, 50.000 personas han pasado por sus clases.