“La jardinería y la horticultura deben ser un hobby de masas”

Tengo 46 años. Soy madrileño. Vivo en pareja y tengo un hijo. Me licencié en Sociología. Trabajo en la cooperativa Garúa asesorando municipios e instituciones en transiciones ecosociales. Ningún partido se atreve a iniciar la conversación que necesitamos para hacer frente a la crisis ecosocial. Soy ateo. (Foto: Xavi Jurio)

José Luis Fernández Casadevante,sociólogo y experto en soberanía alimentaria

¿Cómo será la ciudad del futuro?

Muy diferente a la que nos ha vendido la ciencia ficción, no habrá coches voladores y necesariamente tendrá que tener mucha más vegetación y contar con espacios de agricultura urbana en su corazón.

No parece que esa sea la tendencia.

No es la apuesta prioritaria de los políticos y los urbanistas, pero es una cuestión que se va abriendo paso por sí sola porque la alternativa es el urbicidio.

Lo de los huertos urbanos suena antiguo.

Son tan antiguos como la ciudad, y hoy son indispensables, no tanto porque vayan a dar de comer a mucha gente, que también, sino porque son grandes detonadores de cambios en las personas y en los barrios.

¿No son proyectos anecdóticos?

Sí, pero la potencialidad de los huertos urbanos es increíble, podemos recuperar un montón de azoteas, muchas zonas entre bloques degradadas, descampados, zonas verdes con un uso compatible con la agricultura, introducir plantaciones de frutales…

¿No son fantasías?

No, basta con coger los mejores proyectos que conocemos en el mundo de la agricultura urbana y adaptarlos a nuestras ciudades, y eso tiene que estar liderado por la ciudadanía, la clase política vendrá luego.

Cuénteme proyectos emblemáticos.

El proyecto neoyorkino Green Bronx Machine con el que Stephen Ritz ha ganado el premio Nobel educativo. Ritz trabajaba en un instituto público en el Bronx y decidió poner el alumnado a crear y trabajar en huertos comunitarios en zonas en las que no había productos frescos.

¿Cómo que no había productos frescos?

Se les llama desiertos alimentarios, puedes comprar licor, pero no hay supermercados con verdura.

...

Los alumnos conectaron con la propuesta de Ritz, las asignaturas se desarrollaban a partir del cultivo de alimentos. Y un instituto con unas tasas de fracaso escolar enormes consiguió convertirse en referente escolar.

Qué gran historia.

Una revolución que afecta a las familias y al barrio, y que se ha implantado en miles de colegios. Plantar lechugas lleva a chavales y chavalas a no abandonar el instituto, ir a la universidad y conseguir trabajos dignos vinculados a la ecología verde. ¿Otro?

Por favor.

En un enorme parking en el barrio más conflictivo de todo Vancouver (fentanilo, pobreza, exclusión), montar una granja urbana parecía un delirio.

¿Y cómo fue?

Cogieron a dos profesionales expertos en agricultura ecológica, contrataron a 17 personas del barrio con problemas de inserción laboral y producen 30 toneladas anuales.

¿La terapia hortícola funciona?

Forma parte del sistema nacional de salud de muchos países, sobre todo anglosajones, donde un médico te puede recetar trabajar en un huerto. Una asociación de psiquiatría ha publicado varios estudios que demuestran que contra la depresión y la ansiedad es igual de útil asistir a hortoterapia que medicarse.

Los huertos sacan a la gente de casa.

Reconstruyen el tejido de redes informales de ayuda mutua. También hay muchos huertos en las cárceles, los países anglosajones llevan décadas utilizando la agricultura como una estrategia de reinserción social.

¿Proponer olivos y viñedos urbanos?

Y árboles frutales; la agricultura urbana puede ir más allá del huerto. La comuna libre de Montmartre nació de las vanguardias artísticas de París en los años 30, cuando consiguieron proteger un viñedo que todavía existe.

Es famoso.

Es muy emblemático, y las botellas se venden para financiar proyectos sociales en el barrio. Este proyecto ha inspirado la recuperación de viñedos en todo el mundo, desde Tesalónica hasta San Francisco.

¿Qué sentido tiene?

Alcanzar unos umbrales de autosuficiencia alimentaria del 10% producido dentro de la ciudad supone que se ha generado un cambio cultural. La jardinería y la horticultura deben ser un hobby de masas.

Pues síganos inspirando.

La sociedad de horticultura de Filadelfia instaló en 3.000 parcelas abandonadas parques infantiles y huertos urbanos. Se hizo un seguimiento durante años y se constató que la violencia con armas de fuego se había reducido un 30% y la criminalidad, un 16%.

¿Por qué?

Los huertos cambian la dinámica social. Después del cerco de Sarajevo, se montaron huertos en zonas arrasadas y se reprodujo la diversidad étnica de los barrios de manera que se vieran obligados a convivir comunidades que habían estado en conflicto meses antes y acabaron creando una identidad común: eran hortelanos antes que bosnios o croatas.

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