“Y mi madre me dio un empujón y me sacó del tren a Auschwitz”

Tengo 93 años libres de odio. Nací en Bruselas de padres sin papeles judíos: hoy soy abogado y defiendo a simpapeles. Lucho contra la extrema derecha, también la israelí, y su odio. Auschwitz y la muerte de mamá me hicieron ateo: respeto todas las religiones. El 26 de enero se estrena en Sabadell ‘Push’, sobre mi vida. (Foto: Lluís Amiguet)

Simon Gronowski,saltó del tren que le llevaba a Auschwitz; protagoniza la ópera ‘Push’

¿Cuál es tu primer recuerdo?

Ver a mi padre toser. Era minero en las minas de carbón de Valonia y sufría silicosis. Yo sufría al verlo sufrir.

¿Su padre también era músico?

Toda mi familia amaba la música. Mi padre dejó la mina porque sabía de pieles y ya en Bruselas se hizo comerciante de cueros.

¿Cómo llegaron a Bruselas?

Mi padre era un simpapeles. Huyó de Polonia tras la I Guerra Mundial. Soy hijo de un simpapeles, por eso me solidarizo con
los refugiados y los inmigrantes sin papeles de hoy. Mi madre era refugiada judía lituana. Compraron una casa con planta baja, la tienda, en Bruselas, y mi hermana se hizo pianista.

¿Y usted también tocaba?

Yo era feliz siendo boy scout, un lobezno; y ya me apasionaba tocar jazz al piano.

¿Hasta que llegó Hitler?

Cuando tenía 8 años y medio los nazis atacaron Bélgica. Sabíamos que querían matar a los judíos y nos preparamos para huir.

¿Adónde?

Los nazis nos prohibieron ir al colegio o a trabajar y nos hicieron coser en la ropa la estrella amarillas. Nos metieron a mi madre; mi hermana y a mí en la cárcel de Sainte-Amaline durante un mes. Yo ya tenía 11 años...

¿Y su padre?

Se salvó, porque había sido internado en un hospital por la silicosis. Un día nos hicieron subir a un tren de ganado.

¿Usted sabía adónde iba?

Nadie lo sabía. Yo no entendía nada. La gente creía que nos llevaban a campos de trabajo, no a la muerte...

¿Cómo se salvó de Auschwitz?

De repente el tren se paró en la noche. Oímos gritos y disparos. Eran los guardias nazis. Luego supe que tres jóvenes de la resistencia, uno judío, habían atacado y detenido el tren y abierto un vagón.

¿Y les liberaron a ustedes?

A diecisiete personas de otro vagón.

¿Y cómo se salvó usted?

El tren volvió a moverse y yo me quedé dormido junto a mi madre. Me despertaron los gritos de la gente del vagón que intentaba abrir la puerta y escapar. Lo lograron y mi madre, en un momento en que el tren volvía a frenar, me agarró por la ropa, me sacó del vagón y, cuando casi se paraba, me soltó...

¿Ella se quedó?

Si yo hubiera sabido que no venía conmigo, me hubiera agarrado a ella. Y hubiera muerto en Auschwitz con ella. Yo la adoraba...

¿Qué hizo tras saltar del tren?

Correr despavorido por los campos y bosques. Creí estar en Alemania, pero aún estaba en Bélgica. Llegué a un pueblecito y llamé a la puerta de una casita humilde; porque sabía que las grandes estaban tomadas por los nazis. Me abrió una señora...

¿Le ayudó?

Yo estaba llorando lleno de barro y le dije que me había perdido jugando y quería volver con mi madre. Ella debió desconfiar de un francófono en tierras flamencas a 80 km de Bruselas y me llevó en bici a casa del gendarme como hacían con cualquier niño perdido.

¿Qué hizo el gendarme?

Salió a preguntar por el pueblo y volvió diciéndome que me había escapado de un tren alemán, pero que no me iba a denunciar. Me dieron de cenar y ropa de su hijo y me metieron en un tren de vuelta a Bruselas. Allí unos amigos me llevaron con mi padre.

¿Qué hicieron ustedes?

Mi padre murió tras la guerra desesperado por la pérdida de mi madre y mi hermana ; yo sobreviví de milagro.Durante muchos años no quería hablar de aquel tren. Me casé, tengo dos hijos y cuatro nietos... ¡Ah, aquí llega mi hija! Se la presento...

Encantado, señora.

Aprendí a tocar jazz y cada vez que toco me acuerdo de mi hermana. Escuche...

Es muy bueno...Y ahora le dedican a su historia una ópera, Push.

Se estrena el domingo 26 en Catalunya, después de Londres, Bruselas, Oslo...

¿Cómo resume la obra su salvación?

En tres momentos: cuando los nazis me separan de mi hermana; cuando mi madre me hace saltar del tren..., y cuando uno de los nazis que nos metieron en el vagón vino a pedirme perdón en el 2013.

¿Le perdonó?

Y de corazón. Nunca he sentido odio, porque el odio al primero que castiga es a quien odia y yo no he sufrido esa enfermedad. Pero lucho contra la extrema derecha y el fascismo para que nadie la sufra.

¿También lucha contra la extrema derecha israelí?

Por supuesto. También contra la extrema derecha israelí. Soy antifascista, antirracista, pero también optimista: creo en el ser humano y en que nuestra bondad acaba imponiéndose. Pero mucho antes sí luchamos juntos por la paz. Yo he sido abogado y modesto músico para conseguirlo.

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