Alicia en el país de las realidades
En la sociedad digital para seguir en el mismo sitio no puedes dejar de acelerar. Hay que esforzarse cada día más para no ganar cada día menos. Por eso los salarios analógicos de hace 30 años eran mayores que los digitales de hoy. El tránsito ha enriquecido a un puñado de milmillonarios. Hemos perdido, además, el tiempo, porque la modernidad es una fábrica de tiempo, pero al revés: al acelerar el digital nos lo quita de la vida real para que generemos y consumamos más contenidos frente a la pantalla. Ya era la esencia de la crítica a la modernidad de Chaplin en Tiempos modernos , donde a Charlot se le robotizan los brazos en la cadena de montaje igual que en la digital ya solo necesitamos los dedos tecleando (solo los pulgares en los móviles) y el resto del cuerpo deviene estorbo que hay que llevar al gimnasio para que no se atocine.
Por qué piensa usted el tiempo?
Porque la digitalización era una promesa traidora de optimizarlo. Cuanto más tiempo parece ahorrarnos, más nos acelera y, en realidad, nos quita tiempo real.
¿Cómo?
Pruebe a apagar el móvil y lo comprobará.
¿Pero es culpa solo de la digitalización?
La razón última de la tecnología es acelerarnos. Cuanto más rápido sea su internet; cuanto más use el microondas en vez de cocinar y más e-mails envíe en vez de conversar, menos tiempo tendrá.
¿Tal vez no se organice usted bien?
Cada uno cree que es culpa suya por no organizarse, pero eso nos pasa a todos, porque acelerarnos no es algo individual, sino una tendencia sistémica de toda la modernidad.
¿No era más lento escribir a máquina?
El problema de la aceleración alienante no es que el camión de bomberos llegue antes, porque eso es estupendo; o no tener que usar tippex, que también lo es...
¿Entonces cuál es el problema?
Que el capitalismo digital nos acelera para que produzcamos y consumamos más y más rápido las 24 horas hasta hacernos perder la capacidad de conectar con el lugar y el momento en que vivimos. Y esa vorágine hace que hasta nuestros cuerpos nos sobren.
¿En qué sentido?
En el mundo digital las emociones y las decisiones son tan rápidas que hacen que nuestro cuerpo se quede atrasado y se vuelve anacrónico y nos estorbe como al niño que odia dejar el videojuego para comer o hablar de verdad con un amigo real.
Siempre hemos oído quejarse a los abuelos de lo acelerado que iba todo.
Porque la esencia de la modernización es cambiar las estructuras de nuestra temporalidad. Modernizar es acelerar hasta dejar atrás a quien no acelere. Tenemos que correr más y más solo para poder seguir en el mismo sitio.
Eso dice Alicia en el país de las Maravillas.
La crítica a la modernidad siempre ha incluido denostar su aceleración por alienante e inhumana. Marx ya hablaba de la aceluciferización de la producción en cadena.
¿Esa aceleración solo es productiva?
Y de consumo, como las modas que cambian cada vez más rápido dando la ilusión al consumidor de que conecta con los demás en cada momento con algo que está de moda.
¿Todo nos conduce a la velocidad?
Yo le llamo estabilización dinámica: una sociedad moderna solo permanece estable si se acelera sistemáticamente.
¿Y los movimientos slow : slow food, slow city , slow science ...?
No cuestionan la esencia de que, si no aceleramos, somos un fracaso. Vienen a aceptar el marco mental de que acelerar es lo lógico para relajarse. En 1900 decían que la velocidad del tren mataba y que a más de 100 km/h moriríamos, pero se vio que no y callaron.
¿Por qué la digitalización desprecia nuestro cuerpo excepto los pulgares tal vez?
En el mundo digital nuestro cuerpo es un trozo de carne sin sentido que estorba menos los dedos que teclean ante la pantalla y hay que llevarlo al gimnasio, porque en realidad no lo usamos, sobra y se atocina.
Los transhumanistas predican deshacernos del cuerpo y convertirnos solo en datos.
Y reemplazar partes del físico con cibermiembros digitales, pero me preocupa más el agotamiento de nuestra psique frente a las pantallas que la reducen a mera terminal.
¿Cómo?
La digitalización nos deja el yo exhausto, como explica muy bien La Fatigue d’être soi de Alan Ehrenberg; porque al no conectar con el aquí y ahora de pantalla en pantalla estamos siempre frustrados y solo vivimos cuando, por fin, desconectamos.
¡Cualquiera desconecta si tiene hijos, padres, amigos, grupo de whatss ...!
Eso no es conectar de verdad con el mundo sino su simulacro alienante sin tacto ni contacto. Al final la digital es una red sin intensidad ni color ni vida en la que solo hay datos.
¿No es el mindfulness de reconectar con el aquí y ahora otra reacción crítica?
Es la reacción opuesta al transhumanismo que quiere reducirnos a datos. Yo llegué a otra reacción similar al darme cuenta de que debemos estar en resonancia con el mundo, que no es un estado de la mente sino de relación con los demás.
¿Es posible, cuando trabajar siempre es empantallarse y olvidar la realidad real ?
Hasta ahora la tecnología siempre era progreso también material y físico: salud, educación, bienes, servicios... Pero desde el año 2000 con la digitalización nos aceleramos, pero no progresamos en calidad de vida.
¿Vamos a peor?
Hoy ya no estamos seguros como nuestros padres de que nuestros hijos vivirán mejor; sí de que vivirán más acelerados y nos conformaríamos con que vivieran al menos igual.