“Hay indicios prometedores: vamos a curar el ictus”
58 años. Nací en Oñati (Euskadi) y vivo en Barcelona. Me especialicé en ictus en la Universidad de Columbia. Vivo con mi compañera, sumamos tres hijos. Políticamente escéptico. Sin creencias, pero considero que estamos lejos de poder entender la autoconciencia de una manera estrictamente material
Vocación y sentido
Mañana se celebra la vigésima quinta edición de La Marató de TV3, que junto a las enfermedades medulares y cerebrales traumáticas está dedicada de forma especial al ictus, la primera causa de mortalidad entre las mujeres y la tercera entre los hombres; una de las epidemias más graves y desconocidas de la sociedad moderna, responsable de la mitad de la discapacidad crónica en Europa. Tenemos la gran suerte de contar con médicos como Chamorro, que, junto con su equipo y sin financiación, han desarrollado una estrategia para curar el ictus que ha mostrado evidencias prometedoras en los ensayos ya realizados. Pero tenemos la desgracia de que la inercia e intereses de la política científica no apoyan iniciativas como esta.
El ictus es la primera causa de muerte femenina en España?
...Y la tercera masculina.
¿Y afecta a todas las edades?
Las probabilidades suben con la edad, pero ahora voy a visitar a un chico de 17 años, un deportista de élite que hace 48 horas ha sufrido un ictus, uno de tantísimos que he visto con un perfil similar.
Me está asustando.
Lo increíble es ese desconocimiento general de una enfermedad que nos cuesta cerca de 3.000 millones de euros a los españoles todos los años y 34.000 millones a los europeos, pero las sociedades científicas, los paneles de sabios, los organismos gestores, han considerado que el problema no era prioritario y no invierten.
Usted lo ve de cerca.
He visto pasar por mi consulta a todo el espectro social, desde presidentes de gobierno hasta pordioseros. He tratado unos 20.000 ictus.
¿Y sabemos cuáles son las causas?
El ictus es una interrupción brusca del riego sanguíneo en una zona del cerebro, y en un 70% de los casos sabemos por qué una arteria se tapa o se rompe: trombos, hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, obesidad, sedentarismo, malos hábitos alimentarios, exceso de alcohol...
Lo de siempre...
Muchas veces las causas son evitables, pero las encuestas señalan que la sociedad conoce el ictus de forma muy imprecisa. Pocas personas identifican cuáles son sus síntomas principales, y sólo una minoría sabe que ante una sospecha de un ictus se debe llamar inmediatamente al Servicio de Emergencias Médicas.
¿Qué revelan los datos hospitalarios?
Que muchos pacientes no piden ayuda inmediata o reaccionan con parsimonia, pensando que la parálisis que les ha sobrevenido súbitamente, su anomalía del lenguaje, su alteración de la sensibilidad, su pérdida de visión o su falta de equilibrio mejorarán espontáneamente.
Tenemos fe en que el mal pasará.
Este retraso en solicitar atención médica impedirá poder utilizar en el hospital tratamientos que sabemos que son eficaces sólo si se administran en las horas iniciales. Como resultado de la falta de riego sanguíneo se estima que morirán 2 millones de neuronas por cada minuto que pase. Es fundamental acudir al hospital con la máxima urgencia y restablecer la circulación cerebral.
¿Hasta qué punto influye el estrés?
El estrés es malo para todo, pero no hemos podido identificar que sea un agente causal; aunque sí sabemos que la contaminación empieza a ser un problema muy grave, las partículas que hay en suspensión favorecen la formación de trombos; otro motivo más, por si no teníamos suficientes, para cuidar el planeta.
Lleva años investigando cómo curarlo.
Sí, y hay razones para el optimismo, existen indicios muy prometedores con varios tratamientos experimentales en fase de estudio clínico. Una de estas aproximaciones es la administración de un compuesto basado en las propiedades antioxidantes del ácido úrico.
¿Ya lo han probado con pacientes?
Las pruebas que hemos hecho incluyen a 420 ciudadanos, y los resultados han sido espectaculares. Pero para confirmar la evidencia de la eficacia de este nuevo tratamiento es necesario destinar recursos, muy difíciles de obtener en una época de crisis económica prolongada.
Parece baratito lo del ácido úrico...
Es ridículamente baratito, piense que no es más que producir algo que ya tenemos dentro, pero que se nos acaba enseguida que tenemos el ictus. Estamos a tres millones de euros de poder llevar ese fármaco, el primer protector contra el infarto cerebral, a las farmacias hospitalarias del mundo entero, pero hay que encontrarlos.
¿Tres millones contra 3.000 que cuesta al año la enfermedad en España?
Sí. El Instituto de Medicina de Estados Unidos y diversas instituciones gubernamentales europeas han señalado que el gasto en investigación debe corresponderse con el coste sanitario que cada enfermedad supone en una población. El ictus es la enfermedad neurológica más prevalente y costosa, pero...
¿Cómo han podido ustedes investigar sin apoyos?
Cuando llegué de EE.UU. me dediqué a crear una gran base de datos con todos los pacientes de ictus, una ficha exhaustiva, y comprobamos que cuanto más alto tenían el ácido úrico al llegar al hospital, mayores eran las probabilidad de marcharse a casa sanos, así que nos pusimos a hacer cocinitas.
A fabricar ácido úrico.
Sí, primero a investigar con animales, y luego fabricar un producto con todas las garantías que pudiéramos introducir en personas; lo hicimos y los resultados fueron espectaculares.
Pues no lo entiendo...
Prestigiosas revistas médicas denuncian la precariedad de recursos públicos destinados a la investigación en ictus en Europa y EE.UU. pese a que el escenario venidero no es nada tranquilizador dado el envejecimiento imparable de la sociedad que permite vaticinar sin riesgo de equívoco que la incidencia global del ictus seguirá creciendo en el inmediato futuro.
Quizá algún filántropo nos lea...
Sería bueno que supieran que, si llegan a los 80 años, uno de cada cinco filántropos va a tener un ictus.
¿Somos algo más que nuestro cerebro?
Ojalá.