‘L’avar’ de Molière
Le gusta explicarse y ser comprendido. Se lamenta de algunas zancadillas del sector, pero me insiste en que está contento. Me cuenta que de niño compartió aula con Josep Maria Mainat, “que era el primero de la clase, sobre todo en ciencias”. Tras una vida como comediante, Joan Pera encarna ahora al desabrido protagonista de L’avar de Molière, con adaptación de Sergi Belbel y dirección de Josep Maria Mestres, y programado por Joan Maria Pou en el teatro Goya: todos se deshacen en elogios por su trabajo, con razón. Al despedirnos, me regala una frase que quizá le defina: “El éxito no es hacer cosas extraordinarias, es hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien”.
Ha hecho algo que no sea actuar?
Como decía el sabio: de todo..., pero poco.
¿Por ejemplo?
Ayudaba a mis padres en la tienda de comestibles. Hasta que me sustituyó mi novia para que yo pudiese ir a Barcelona a estudiar al Institut del Teatre.
¿La que hoy es su mujer?
Sí, siendo adolescentes pactamos un proyecto común.
¿Y lo han cumplido?
¡Aquí estamos! Y hubo momentos duros...
¿Cuáles?
Hubo un año en que pasamos de tener tres hijos ¡a tener seis!: once meses después de tener al cuarto, ¡vinieron gemelos!
Y usted actuando, supongo.
Sí, hicimos muchos sacrificios. ¡Pero estábamos preparados para esforzarnos! El peso de los hijos lo llevó mi mujer, lo reconozco.
¿Sin quejas?
Solamente cuando hice pareja con Paco
Morán: “¡Pasas más tiempo con él que con nosotros!”, se me lamentaba mi esposa,
con razón. Es que Paco era muy absorben-
te, tenía cambios de humor, me necesita-ba... Acabó siendo“tío Paco”, para mis hijos.
¿Venía mucho a su casa?
Sí, éramos tan distintos... Él era rumboso, yo agarrado; yo comía pan con tomate, él gazpacho... “¡Es lo mismo pero pasado por el túrmix!”, decía. Me reñía por no ser más severo con mis hijos, ¡por no castigarlos!
Y usted no...
¿Empezar el día enfadándome? ¡No! ¡Qué pereza! Pase lo que pase –¡y nos ha pasado de todo en esta familia!–, no hay nada que no merezca una sonrisa.
¿Cómo ha educado a sus hijos?
Con cariño, y en que asuman que en casa todo es de todos. Por eso no soy un monstruo de la escena: porque soy un señor normal.
¿Cómo empezó a actuar?
Tenía talento innato para recitar, ¡y me encantaba! Conservo una foto en la que estoy recitando con sólo cinco añitos.
Y hasta hoy.
Debuté profesionalmente con 16 años... y al hacer mi primer mutis ¡me aplaudieron! Y me enganché. Aunque compaginé mis funciones con mi trabajo como maestro de escuela, hasta los 24 años.
¿Y qué tal se le daba?
¡Era como actuar! Me ganaba la atención de los alumnos con mañas teatrales y humor.
¿Por qué lo dejó?
Me salió trabajo en la primera televisión en catalán, en TVE, en Miramar, y empezó mi popularidad en Catalunya, en 1970...
¿No se ha extendido su fama a España?
Mi modo de comunicar no les encaja, me dicen que hablo despacio... No me obsesiona: ¡soy ya tan amado en Catalunya...!
Lleva muchos años, claro...
Si una chica me saluda, le doy recuerdos para su abuela... y nunca fallo.
Le han comparado con Capri.
Trabajamos juntos y aprendí mucho de él, sus énfasis... Pero Capri sufría. Salía y la gente se reía antes de que abriese la boca: “¿Por qué ríen?”, preguntaba consternado, ¡y la gente se reía aún más! Y él lo pasaba mal.
¿Un trastorno mental?
Yo le recogía con mi coche y siempre me rogaba: “¡Pasa por delante del Banco Central, a ver si todavía está!”. No bromeaba, no, lo decía muy angustiado de verdad.
Como comediante que es usted también..., ¿se encuentra bien?
Sí, aunque no se me valore como a un actor dramático. Y aunque TV3 no me quiera.
¡Pero si la inauguró usted...!
Será por eso, pero me han hecho el vacío y me han boicoteado: soy el único actor popular en Catalunya ¡sin contar con el apoyo de TV3!
Si ha doblado a actores populares: a Rowan Atkinson en L’escurçó negre...
Al principio le disgustó mucho el gañido que yo le hacía proferir... Visto el éxito, le gustó.
...y a Woody Allen.
No le gustaba ningún doblador... hasta que me oyó, y me eligió. Un día nos presentaron, fue gentil: “Contigo mis películas tienen más éxito en España”, me dijo.
¿Qué piropo le ha llenado más?
Una vez Flotats me dijo que era el cómico más poético que había visto... Pero me quedo con esto: “Hace meses que no me reía, ¡y contigo me he olvidado de mis problemas!”.
Eso le condena a hacer reír siempre...
No, ahora encarno al protagonista de la obra L’avar de Molière, un ser despreciable..., ¡y el público sale encantado, también!
Nos gustan los malvados.
Es curioso: es un personaje miserable, malcarado, déspota, casi pederasta, terrorífico, violento... ¡y me dicen que me sale “muy humano”! Hombre, tiene mérito que te quieran siendo tan, tan cabrón.
¿Podría ser malvado en la vida real?
Para eso tendría que tener mucha memoria para el rencor, la venganza, la mentira..., ¡y eso me parece agotador, muy cansado!
¿Sigue gustándole esto de ser actor?
Consiste en hacer tonterías, es todo tan absurdo, pero..., sí, me gusta jugar, es mi verdad, me encanta jugar a transmitir una historia, una idea, una sonrisa.