"La contaminación por plomo resta inteligencia a los niños"
Nací en 1950 en Copenhague: sufrí menos polución que los bebés hoy. El cerebro da sentido a nuestra vida, pero la contaminación lo está degradando. Cada uno puede limpiar el medio ambiente con su poder de compra y su voto. Participo en el B-Debate de CosmoCaixa y Creal
El gran despilfarro
El doctor Grandjean denuncia que la contaminación por plomo, mercurio y pesticidas degrada el cerebro de los niños ya desde el embarazo. Y muestra estadísticas precisas que prueban cómo millones de chavales podían haber tenido más talento y oportunidades si no hubieran sido intoxicados. Grandjean ha hecho reaccionar a la ONU contra la polución por mercurio y ha abanderado campañas contra la del plomo, pero también nos pide a cada uno de nosotros que reaccionemos y cambiemos de hábitos y comamos, por ejemplo, una fruta más fea, pero sin insecticidas; y sólo compremos productos libres de contaminantes. Que aún no lo hayamos hecho es un despilfarro inhumano.
Hemos demostrado que a mayor nivel de plomo en la sangre de los niños, menor coeficiente intelectual: la polución les resta inteligencia.
¿Cuánta, cuándo y cómo?
En 1943 se demostró que los niños expuestos a la contaminación por plomo sufren un deterioro cognitivo ya desde la gestación y que ese deterioro no se recupera nunca.
¿Aún es preocupante hoy?
En 1979 otra investigación la cuantificó y otras han demostrado que también el mercurio provoca trastornos conductuales infantiles, como la hiperactividad, y está restando hoy a millones de niños puntos de coeficiente intelectual. España sufre esa polución mercurial más que otros países.
¿Por qué?
Porque aquí ustedes comen más atún y otros peces grandes, que, al devorar a los chicos, concentran toda la contaminación mercurial de la cadena trófica. Deberían consumir ustedes, en cambio, las especies que alimentan al atún y otros predadores.
El atún es una cultura, pero tomo nota.
También España sufre intoxicación por derivados del DDT; por arsénico y tolueno. Y por clorpirifos, un pesticida habitual en las viñas, que también resta capacidad cognitiva al feto, incluso en cantidades ínfimas.
¿Y a ustedes?¿Es que no comen uva?
En Dinamarca, el clorpirifo ya ha sido prohibido, pero también nos intoxica cuando comemos la uva que importamos de España y otras áreas del Mediterráneo.
¿Cómo nos contaminamos?
El plomo es muy útil: se usa en multitud de aleaciones, utensilios y productos como el lápiz de labios o ese móvil suyo. Lo ingerimos e inhalamos de mil formas. El mercurio lo emiten los volcanes y cierta minería e industria, que lo vierte al mar. En cuanto al uso de pesticidas, debería ser restringido.
A la gente le gusta la fruta impecable.
Pues deberíamos aceptar que la fruta sea más fea a cambio de que no nos intoxique.
¿Han medido la inteligencia perdida?
Con precisión: por ejemplo en Massachusetts, relacionamos de forma directa los microgramos de plomo en sangre de los niños con sus notas en los tests de aptitud.
¿A más microgramos peores notas?
Y además, los nacidos a partir del 2000 mostraban menos intoxicación y mejor cerebro, lo que demuestra que medidas como la restricción del plomo en las gasolinas y en otros muchos productos empiezan a obtener resultados. Hay que aplicar más.
También se restringe el mercurio.
Pero apenas empezamos a enfrentarnos al problema. Comencé a analizar la toxicidad del mercurio en 1985 y presenté mis conclusiones en 1997. La ONU ha tardado 17 años en asumirlas para convocar la convención de Minamata, que aún debe ser ratificada por 50 estados más para tener al fin efecto.
El gobierno del mundo es complejo.
De acuerdo, pero mientras: ¿somos conscientes de los billones de puntos de coeficiente intelectual que están perdiendo nuestros hijos? ¿Sabe usted el derroche de talento y prosperidad que estamos permitiendo?
¿Cuánta contaminación sufrimos hoy?
Hoy padecemos diez veces más exposición al plomo que en el neolítico. Y, dentro de 70 años, todavía la sufriremos. Pero es que, además de mercurio, plomo e insecticidas, otros tóxicos dañan nuestro cerebro.
¿Cómo lo sabe?
Sé que debemos comprobarlo. Es una falacia suponer que un producto químico es inocuo sólo porque no ha sido analizado aún.
Pero tampoco es tóxico sólo por el hecho de no haber sido analizado.
Por eso hay que investigarlos. Sería facilísimo asegurarnos de que todos esos productos que fabricamos cada día y nos rodean no nos perjudican. Yo mismo me ofrezco a hacerlo y, como yo, muchos otros científicos: porque ya tenemos sistemas eficaces, baratos y sencillos para detectar toxicidades.
¿Qué nos falta para hacerlo?
La voluntad política que ponga los medios y que se consigue presionando a los políticos.
¿Por qué la polución química afecta tanto a los niños?
Porque muchos de esos tóxicos de que hablamos frenan el desarrollo del cerebro ya desde los primeros estadios de la gestación. El resultado es que hemos medido cómo literalmente los niños intoxicados tienen un córtex cerebral más delgado y no se recuperan nunca del deterioro. Y si un cerebro se desarrolla mal porque es intoxicado, ya no tendrá una segunda oportunidad.
Siempre queda la educación especial.
Son niños que nacieron normales, pero sufrieron intoxicaciones que les causaron trastornos de conducta. Hubiera sido menos costoso evitarles la contaminación que degradó su intelecto y que sigue degradando el de los adultos: está documentado que exponerse a pesticidas provoca depresiones.
¿Qué propone para remediarlo?
Invertimos enormes y necesarias cantidades en educación: ¿no le parece igual de necesario frenar el deterioro cognitivo que causa la contaminación? Es un problema universal, pero cada uno podemos empezar a solucionarlo ya a nivel local.