En su nuevo libro El mundo después de Gaza, (Galaxia Gutenberg, 2025), el escritor indio Pankaj Mishra denuncia la “bancarrota moral” de Europa y Estados Unidos, cuyos gobiernos y clases dirigentes son cómplices de un genocidio por el que jamás tendrán que responder. Mishra -nacido en 1969 en Jhanis en el norte de la India- analiza en el libro el papel que Israel jugó para blanquear la presencia del nazismo en el estado aleman de la posguerra así como el uso cínico del Holocausto para el mito del “mundo libre” durante la guerra fría.
¿Le ha costado decir públicamente lo que escribe en el libro?
Desde luego. Eso queda claro tras la experiencia del Centro Barbican en Londres que suspendió, en el último momento, la ponencia que iba a dar sobre Gaza. Y luego la experiencia de escribir para la agencia de noticias Bloomberg, que de repente me impuso una especie de régimen de censura y supresión. Durante 13 años no tuve absolutamente ningún problema con Bloomberg. Escribí una columna prácticamente cada 15 días, o sea cientos de artículos. Pero sobre el tema del apoyo estadounidense a Israel, no me dejaron. Y por supuesto, no soy el único. Conozco a gente en situaciones mucho más vulnerables en Canadá, en Australia, personas que fueron brutalmente canceladas.
¿Como quien?
Una comisaria de arte muy famosa en Canadá, a la que en su día llamaron la máxima autoridad de arte indígena de Norteamérica, se vio obligada a abandonar la dirección de un museo por una publicación que hizo en Instagram expresando apoyo a los palestinos. Hemos visto cómo universidades como Harvard y Columbia están llevando a cabo una campaña represiva contra los estudiantes que se han manifestado contra el genocidio.
¿Qué lectura hace de esto?
Pues que gran parte de Europa Occidental y de Estados Unidos están inmersos en una brutal campaña para suprimir las críticas a Israel y sus defensores. Esto es, creo, un hecho que debemos tener en cuenta cuando acusamos, desde Europa, a Trump de estar destruyendo las normas internacionales. Olvidamos que el asalto a las reglas internacionales, a la libertad de expresión, y a la decencia moral más elemental ya había comenzado antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca.
No parece que va a ser mejor con Trump pese a todo lo que dicen sus seguidores sobre la libertad de expresión...
Eso es verdad. La campaña de la derecha contra la cultura de cancelación es una farsa. Nunca se trató de principios. Nunca fue cuestión de la libertad de expresión. Y la descarada hipocresía de esto ha quedado clara con la represión de las críticas a Israel por las mismas personas que estaban hablando del asalto a la libertad de expresión.
En el libro hay un capítulo sobre Alemania, donde la represion de la libertad de manifestación y de expresión para las personas que critican a Israel ha sido muy fuerte. ¿Por qué?
Es muy interesante. Ahora que Trump está en el poder, Europa reclama el manto del mundo libre. Kaja Kallas que ahora es responsable de la Unión Europea en Asuntos Exteriores, lo dijo el otro día: que el liderazgo del mundo libre ha pasado de Estados Unidos a Europa. Pero da la impresión de que el único país que Kallas conoce es Rusia . Bueno, quizás Estonia también. Para ella, el resto del mundo es un gran espacio en blanco. Su declaración se ve inmediatamente desmentido por el hecho de que la represión en Europa a los críticos a Israel y al genocidio es más fuerte que en ningún otro momento desde la época nazi. Alemania es probablemente el ejemplo más fuerte. Incluso ha encerrado a supervivientes del Holocausto porque protestan contra el genocidio. Tachan de antisemitas a judíos si protestan contra Israel. Europa pretende ser el representante de la democracia ahora que Estados Unidos se ha vuelto rebelde. Pero Ursula von der Leyen se convirtió en una fanática partidaria de Israel poco después del 7 de octubre y sigue rechazando las solicitudes de alto el fuego y de sanciones que vienen de países como España e Irlanda. Todo esto está muy bien documentado. La gente de su propia oficina protestó contra von der Leyen. Es una bancarrota moral.
La hipocresía en Alemania tiene raíces profundas según explica en el libro. Después de la Segunda Guerra Mundial, los nazis fueron incorporados a la nueva democracia y, al mismo tiempo, la élite alemana se convirtió en filosemita, superficialmente admiradora de los judíos solo por el hecho de ser judios.
El filosemitismo y una estrecha relación con el Estado de Israel fueron cruciales para la absorción de Alemania en la comunidad occidental de las naciones. Y el filosemitismo se alimentaba, en algún sentido, de los viejos estereotipos antisemitas... La única manera en que Alemania podía llegar a ser respetable a pesar de tener un montón de nazis en los estratos más altos de la vida pública fue mediante la creación de estrechas relaciones con el Estado de Israel. Ahora, o sea en los dos últimos años, hemos visto cómo Alemania se ha convertido en el principal proveedor de armas a Israel, después de Estados Unidos, y sigue justificando suministrar el armamento usado para un genocidio haciendo referencia a la responsabilidad especial que tiene al Estado de Israel. Eso está destruyendo el poder blando alemán en todo el mundo. Alemania era un país europeo que la gente respetaba en el sur global por su menor participación en el colonialismo occidental. Nunca fue identificada como una potencia colonialista por asiáticos y africanos y latinoamericanos. Pero esa imagen está hecha añicos hoy debido a su papel en el gencodio en Gaza.
El libro explica el papel de Israel en ese acuerdo de la posguerra que reincorporó a Alemania tan rápidamente después del Holocausto sin que hubiera realizado una verdadera purga del nazismo
Creo que el reto para Alemania entonces era cómo convertirse en parte del mundo libre liderado por EE. UU. después de haber infligido el más monstruoso acto de maldad a la humanidad. Israel le dio la oportunidad. Muy pronto se convirtió en un pilar del nuevo orden democrático liberal global. Y se hizo de forma cínica. Franz Josef Strauss, que sería el ministro de Defensa de Adenauer y veterano de la Wehrmacht, consideraba que la mejor forma de realizar el vergangenheitsbewältigung (o reconciliarse con los delitos del pasado) era mediante acuerdos militares con Israel.
¿Esto le convenía a Washington?
Sí. Hay que recordar que, después de 1945, Estados Unidos estaba apoyando a gobiernos déspotas en todo el mundo. Reclutaba a nazis como científicos y , como espías en su cruzada contra la Unión Soviética. Poco se hablaba del Holocausto en en EE.UU. ni en Israel. Luego, por supuesto, Estados Unidos llegó a ver a Israel como un importante estado proxy en Oriente Medio. No es, casualidad que la conmemoración del Holocausto en EE.UU. empezó a celebrarse sólo después de que el Estado de Israel se convirtió en un país estratégicamente importante para EE.UU..
O sea hay un hilo conductor que enlaza los dos genocidios judío y palestino con Occidente como responsable?
Si. Lo que intento decir en el libro es que el hecho trágico de la historia moderna es que el sufrimiento de los pueblos sometidos a genocidio, ya sea el genocidio contra el pueblo judío en Europa bien sea contra el pueblo de Palestina en Gaza, ocurren porque hay personas y países que persiguen su propio interés bajo el mando de poderosas clases dirigentes que no tienen piedad. Siempre hay gente que abandonará los principios democráticos y morales si eso les ayuda a avanzar en su carrera. Un ejemplo perfecto es el actual jefe de la OTAN, Mark Rutte. Cuando era primer Ministro de Holanda intentó suprimir las pruebas de los crímenes de guerra israelíes porque sabía que, si no lo hacia, los americanos no lo elegirían para dirigir la OTAN.
Una de los temas del primer capítulo del libro y sobre el que Omar Al Akkad ha escrito también, es la crisis moral que padeceremos por nuestra pasividad o complicidad en lo ocurrido en Gaza. Tu haces la misma observación sobre lo que llamas la culpa metafísica.
Soy más pesimista que Omar el Akkad. Él cree que llegará un momento en el que todos dirán que estaban en contra del genocidio. Eso es el título de su libro. Para mí, la culpa metafísica pesará sobre aquellos de nosotros que somos impotentes para cambiar la situación, aunque lo intentemos. La culpa metafísica no la sienten las personas en posiciones de poder e influencia que han legitimado el genocidio. Ahí está el peligro. Creo que vamos encaminados hacia un momento en el que la gente poderosa será capaz de ocultar completamente este episodio. Para las clases dirigentes de Europa, y por supuesto en Estados Unidos, reconocer que apoyaron un genocidio es casi imposible. No sucederá. Así que solo pueden intensificar y redoblar la represión. Por todas partes se ven signos de un creciente autoritarismo. Y una vez que te embarcas en este camino no hay vuelta atrás. Incluso el Reino Unido se está convirtiendo en una sociedad autoritaria y represiva. Así que estamos entrando en un mundo realmente peligroso donde la gente va a mentir aún más obsesiva y agresivamente de lo que lo han hecho hasta ahora.
¿No cree la indignación moral contra el genocidio y el movimiento de protesta cambiarán el status quo político?
Ojalá pudiera decir que sí, pero no lo creo. Estamos definitivamente encaminados hacia tiempos extremadamente sombríos, tanto en Europa como en Estados Unidos. Es demasiado fácil culpar a Donald Trump y J.D. Vance. Tenemos que mirarnos a nosotros mismos en Europa y ver que la propia Europa está ahora mismo en una crisis muy profunda que es tanto moral e intelectual como geopolítica, diplomática, económica y militar.Es demasiado fácil decir que Putin amenaza a Europa y que, por lo tanto, debemos unirnos y defender la libertad y los derechos humanos. Europa ya se percibe, ante el resto del mundo y ante la mayoría de la población humana, como un actor de profunda mala fe. Para la gente en el sur global hay muy poco que elegir entre Vladimir Putin y Ursula von der Leyen, u otras personas que son partidarias fanáticas de un genocidio. En el mundo de hoy no hay una sola figura de la talla de Bertrand Russell o Jean-Paul Sartre, como en su día, que haya denunciado el genocidio. Ahora tenemos, o más bien carecemos, de una figura como Jürgen Habermas, quien está completamente de acuerdo con el genocidio israelí en Gaza. No solo estamos viendo un colapso político en Europa, sino también un colapso intelectual y moral
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