“A simple vista, no parece muy patriótico ni de derechas aplaudir aranceles de represalia contra productos españoles; tampoco secundar –por activa o pasiva– la victoria de un ex coronel del KGB. Confundir la Rusia de Putin –una cleptocracia mafiosa– con el cumplimiento de las promesas de Fátima es tan pintoresco como fiar al cliente de Stormy Daniels la restauración de la moral tradicional”. (Notas de la Fundación FAES).
“Trump es el macho alfa de una manada de gorilas”. (Esteban González Pons, en el diario Las Provincias).
Son palabras que provienen de la galaxia PP. Al menos dos de las descalificaciones más duras que se han proferido en España contra Donald Trump provienen de la derecha oficial. Una reciente nota aparecida en el portal digital de la Fundación Faes se refiere a Trump como el “cliente de Stormy Daniels”, en referencia a la actriz porno que denunció haber sido obligada a firmar un pacto de confidencialidad después de haber mantenido en 2006 una relación con el célebre empresario inmobiliario de Nueva York, años antes de que este aspirase por primera vez a la presidencia de los Estados Unidos.
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Donald Trump, junto al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.
El equipo jurídico del aspirante republicano a la Casa Blanca en 2016 pagó el silencio de la señora Stephanie Clifford, más conocida por el nombre artístico de Stormy Daniels, con dinero procedente de los fondos electorales, que se hallan bajo control federal y no pueden ser utilizados para cualquier cosa. El pasado mes de enero, Trump fue condenado por falsificación de registros comerciales para silenciar a Daniels, sin consecuencias penales que le impidan ejercer la presidencia de los Estados Unidos. No hay multa ni cárcel. “Libertad incondicional’, con la prohibición de poseer un arma y la obligación de entregar una muestra de ADN a la base de datos de la Fiscalía de Nueva York. Trump ha sido el primer presidente que ha jurado el cargo después de haber sido condenado por un tribunal. Y es la primera vez que la fundación creada en 2002 por José María Aznar se refiere en términos tan cáusticos y despectivos a un presidente de los Estados Unidos de América.
También es chocante e inusual la afirmación de Esteban González Pons, eurodiputado, miembro del comité ejecutivo nacional del Partido Popular, vicesecretario de política institucional y hombre de confianza de Alberto Núñez Feijóo, al que ha asesorado en materia de política exterior. González Pons escribe periódicamente en el diario valenciano Las Provincias y se está dejando ir. “Hay que mantener unas excelentes relaciones con Estados Unidos”, comentó Núñez Feijóo cuando fue preguntado por la tajante afirmación de su compañero de partido. “Trump es el macho alfa de una manada de gorilas”. Supera esto, Pablo Iglesias.
Pese a su antigua amistad con Marco Rubio, nuevo Secretario de Estado en Washintgon, Aznar ha estallado: no soporta el apoyo norteamericano a Vox
Cuando el nuevo embajador de los Estados Unidos en España, el empresario de Miami Benjamín León, llegue a Madrid en las próximas semanas, se encontrará en su despacho una carpeta con esas afirmaciones. Ya se encargará Vox de hacérsela llegar. León, de 80 años, destacado donante del Partido Republicano, puede tardar un tiempo en llegar a España y posiblemente lo haga acompañado de un equipo de jóvenes asesores. Todo indica que el nuevo Gobierno de los Estados Unidos se va a tomar bastante en serio la embajada de Madrid, ciudad en la que cada vez más confluyen intereses económicos latinoamericanos. La nueva fase apenas acaba de empezar.
Habrá más carpetas en la mesa de su despacho, pero a ningún observador de las relaciones entre la derecha española y el mundo político estadounidense puede pasar por alto la nota de FAES. No se trata de un texto editorial, es verdad, pero es un comentario sin firma, especialmente ácido, que aparece en lugar destacado de su página web. No lo han querido ocultar. Todo lo contrario. Desde hace meses, el principal laboratorio de ideas de la derecha española viene marcando distancias con Trump.
Antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el boletín de FAES publicó un texto editorial en el que se diferenciaba el conservadurismo clásico del populismo que encarna Trump. El citado editorial calificaba al trumpismo de desviación desesperanzada del conservadurismo y lo tachaba de sedicioso a raíz del intento de asalto del Capitolio. Quédense con este párrafo: “Un proyecto conservador debe entenderse en última instancia como una labor cívica, no como una lucha política a vida o muerte. Debe aspirar, en la medida de lo posible, a desarraigar la disposición alienada y fomentar en su lugar el instinto conservador esencial: amar lo bueno más de lo que odiamos lo malo”. Aterrizando finalmente en la coyuntura, el documento concluía con la siguiente afirmación: “Vox es el seguro de vida de Pedro Sánchez”.
A consecuencia de ese editorial, la fundación Heritage, think thank ultraconservador norteamericano que promovió el movimiento tea party y que ha elaborado el programa-guía del nuevo presidente de los Estados Unidos, entró en contactó con Aznar para hacerle saber su disgusto por esa crítica. La existencia de ese mensaje ha sido objeto de comentario en ámbitos de la ciudad de Madrid muy próximos al PP.
Nunca una administración norteamericana había mostrado interés por un partido español de derecha que no fuese el PP
El pasado mes de noviembre, Aznar se perfilaba como el principal interlocutor político español con la nueva Administración de Estados Unidos, gracias a su amistad personal con el senador republicano Marco Rubio, al que Trump ha nombrado Secretario de Estado, esto es, ministro de Asuntos Exteriores. Esa estrecha amistad existió en el pasado, pero no puede afirmarse de manera contundente que se haya mantenido intacta. El ‘cliente de Stormy Daniels’ ha apostado por Santiago Abascal, al que saludó personalmente el pasado sábado durante su discurso ante la Conferencia Política de Acción Conservadora en Washington. Trump citó a Abascal en términos elogiosos y el cónsul imperial Elon Musk escribió una nota en la red X, augurando la victoria de Vox en unas próximas elecciones generales españolas. El enfado de Aznar fue inmediato. Nunca una administración presidencial norteamericana había mostrado interés por un partido español de derecha que no fuese el Partido Popular. Nunca desde la transición, el partido principal de la derecha española se había expresado con tanta displicencia para referirse al presidente de los Estados Unidos. ‘El cliente de Stormy Daniels’
José María Aznar está muy irritado. Hace ahora veinticinco años dio un giro a su trayectoria apostando por un fuerte nexo entre España y Estados Unidos, alejándose del tradicional eje franco-alemán. Una España con espejo británico. Una España con un pie en la UE y otro en América. Aznar, que se sentía menospreciado por el presidente francés Jacques Chirac y por canciller alemán Gerhard Schröder, abogó por una relación especial con Washington, compareció en la reunión de las islas Azores para dar apoyo a la invasión de Irak, viajó al rancho de George W. Bush en Texas, se enfrentó al 70% de la opinión pública española, contraria a la guerra de Irak, aprendió inglés concienzudamente y cultivó una potente agenda de contactos con el Partido Republicano de Estados Unidos, empezando por el presidente Bush y sus principales asesores. Miami fue otro de los focos de atención, para desde allí otear Latinoamérica. El senador republicano por Florida, Marco Rubio, de origen cubano, formaba parte de esa agenda de contactos. Aznar ve ahora marginados a muchos de sus antiguos interlocutores y no se reconoce en la política de Trump. Podría haberlo disimulado, pero no lo está haciendo. Capta la profundidad de lo que está ocurriendo.

El secretario de Estado estadounidense Marco Rubio.
La política de Trump puede provocar un cisma en el bloque conservador español, de difícil reconducción. Aznar seguramente creía posible una síntesis entre PP y Vox, mediante la técnica de los dos teclados: una sola partitura y dos teclados, uno más agudo y otro más grave; tres teclados en la época en la que aún existía Ciudadanos. La partitura unitaria en estos momentos se está rasgando. Trump y su equipo están yendo más lejos de lo que muchos pensaban en la derecha española. La primera ministra italiana Giorgia Meloni, que aspiraba a un ambicioso papel de interlocutora entre la Unión Europea y Washington, está claramente desbordada. Emmanuel Macron ha ocupado su puesto, por el momento. El PP no puede romper con Bruselas, y Abascal, envalentonado por las encuestas, se percibe a sí mismo como el nuevo cónsul general de Estados Unidos en España después de la reunión de Washington. El embajador Benjamín León va a tener mucho trabajo.
Feijóo, seguramente atónito ante lo que está ocurriendo, tiene dos problemas. Hasta la fecha ha manifestado un escaso interés por la política internacional, y es prisionero de Vox en el tablero territorial. Lo estamos viendo en la Comunidad Valenciana. La continuidad del desacreditado Carlos Mazón en la presidencia de la Generalitat Valenciana está hoy en manos de Vox. La aprobación de los presupuestos de distintas autonomías gobernadas por el PP está en manos del partido de Abascal. Se vuelve a hablar de la convocatoria anticipada de elecciones en algunas de ellas si no se logran aprobar los presupuestos. En Baleares, por ejemplo. El bloque conservador español ve acentuadas sus contradicciones. Los graves hechos de ayer por la tarde en el despacho Oval de la Casa Blanca, entre Donald Trump, J.D. Vance y Volodímir Zelenski, acentúan esas contradicciones. La humillación sufrida por Zelenski por parte de los dos principales dirigentes de Estados Unidos, con el apoyo de Elon Musk en las redes sociales, ha tenido un gran impacto en las sociedades europeas. La indignación es mayoritaria. El corte es profundo.
Pronto oiremos a hablar en España de la necesidad de una futura gran coalición entre PP y PSOE, siguiendo la huella del más que posible acuerdo entre la CDU-CSU y el SPD en Alemania. Ese pacto seguramente es imposible en España, pero habrá una lírica al respecto. Felipe González intervendrá en esa lírica.
‘El cliente de Stormy Daniels’. Esa expresión define un tiempo. Un extraño tiempo político.