Caminando estos días por el centro de Roma, puede suceder que uno se encuentre con un equipo que recorre los callejones con un enorme par de cizallas. Lo forman 20 agentes de la policía municipal y 15 operarios de la empresa pública de limpieza. El Ayuntamiento de la capital italiana ha dado la orden de confiscar las pequeñas cajas donde los propietarios de pisos turísticos dejan las llaves para evitar tener que encontrarse con los clientes. Estos dispositivos han sido declarados ilegales. En el corazón de Roma, estos artefactos están por doquier. En la zona del Coliseo, en Trastevere y cerca del Vaticano se encuentran por todas partes. Durante años, los dueños de apartamentos turísticos las han colocado indiscriminadamente en postes eléctricos, bancos e incluso en las proximidades de fuentes y monumentos, invadiendo el espacio público. Una selva que bien representa el asedio del turismo masivo al centro histórico de la Ciudad Eterna, que expulsa a los residentes.
Los pisos turísticos censados son alrededor de 34.000, muchos de los cuales no realizan el check-in en persona. Para localizar el mayor número posible de cajas, el Ayuntamiento ha creado un buzón telemático, una dirección de correo electrónico donde los ciudadanos pueden enviar denuncias con fotos y direcciones. Hasta ayer por la noche ya habían llegado 233 reportes. “No nos lo esperábamos, señal de que la ciudadanía está harta...”, explican desde el Campidoglio, la colina sobre el Foro Romano donde tiene su sede el Ayuntamiento.
Los ciudadanos pueden denunciar las instalaciones ilegales al Ayuntamiento. Salvini: “Una medida iliberal”
Quienes utilicen el método de las keybox deben pagar una multa de 400 euros. En caso de que las cajas se coloquen dentro de un edificio o espacio privado, si el propietario no es identificado, la multa se carga al condominio. Si no se paga, llegan los operarios con las cizallas.
El movimiento del Ayuntamiento de Roma se basa en un nuevo reglamento nacional que obliga a los gestores de alojamientos a realizar el check-in en persona. La ley italiana, por lo tanto, no prohíbe expresamente las cajas, pero las hace prácticamente inútiles. La administración local añade además un argumento de decoro urbano, tanto en espacios públicos como en privados (la mayoría de los edificios del centro tienen restricciones arquitectónicas muy estrictas). Florencia y Venecia ya tomaron medidas similares hace algunos meses.
Uno de los principales detractores de la medida es Matteo Salvini, líder de la Liga y actual viceprimer ministro: “Complicar la vida a los propietarios individuales no me parece una idea liberal”. También Confedilizia, histórica asociación de propietarios de viviendas, critica la iniciativa: “No es con las cizallas como se resuelven los problemas”, afirma su presidente, Giorgio Spaziani Testa. “Si creen que eliminando los contenedores de llaves las familias romanas volverán a poblar el centro, se equivocan”. Las keybox se han convertido en un símbolo. El pasado mes de octubre, un grupo de activistas anónimos, apodados los Robin Hood del centro, cortaron con unos alicates todos los candados con llaves de alquileres breves que estaban atados a un poste en la zona del Circo Máximo y, en su lugar, dejaron el sombrero verde del legendario bandido.
En los últimos diez años, en las zonas circundantes, el número de romanos se ha prácticamente reducido a la mitad. “Ya estamos protegidos por la Unesco”, comenta Viviana Di Capua, presidenta de la asociación de residentes. “Esperemos que dentro de poco no tenga que ser el WWF quien se ocupe de nosotros”.