Era el reino de los progresistas, de los innovadores que creaban herramientas tecnológicas que permitían y permiten crear, informarse, comunicarse y, por qué no, combatir regímenes autoritarios. Del valle emerge ahora una nueva derecha tecnológica que confluye con sus milmillonarios libertarios líderes en el trumpismo. Están en contra del Gobierno, pero sus empresas se benefician de sus ayudas. Elon Musk es su líder mundialmente visible, pero Peter Thiel, más sigiloso, es uno de sus principales ideólogos. Quieren dar un cuerpo ideológico al trumpismo y, quizá, perpetuarlo. Y J.D. Vance, el vicepresidente de Donald Trump, es, a sus 40 años, su apuesta.
Peter Thiel sacudió Silicon Valley en la campaña electoral para la presidencia de Donald Trump en el 2016. Se convirtió en la figura de la derecha tecnológica más famosa del mundo al respaldarle y hablar en la convención republicana. Miembro de la mafia de PayPal –como Musk, es uno de sus fundadores–, primer inversor externo de Facebook y miembro de su junta directiva, se distanció de la política un poco decepcionado y anunció que en el 2024 iba a votar a Trump, pero no a financiar su campaña. Ese alejamiento quizá fue táctico. Porque lo que sí hizo el cofundador de Palantir Technologies, la controvertida empresa con vínculos con la CIA, fue financiar la carrera de J.D. Vance para que fuera senador por Ohio en el 2022. Lo logró. Y no solo eso. Apadrinado por el propio Thiel y Donald Trump jr., hoy, tan solo tres años después, es vicepresidente de Estados Unidos.
Silicon Valley toma el poder
Una nueva generación se ha erigido en dominante en Silicon Valley. Sus líderes provienen de la denominada 'Mafia PayPal', aunque alguno de sus miembros sostiene que no tiene nada de mafia porque, a diferencia de ella, no está organizada. Elon Musk y Peter Thiel son sus máximos representantes. Aquí una galaxia de estos tecnolibertarios que aspiran a transformar el mundo y nuestras vidas
J.D. Vance se hizo famoso en Estados Unidos en el 2016 con el superventas de sus memorias, tituladas Hillbilly, una elegía rural (Deusto). Vance creció en una familia de clase trabajadora socialmente disfuncional –su madre era drogadicta y su padre lo dio en adopción cuando era niño–, pero rápidamente se elevó por encima de su modesto y conflictivo entorno social. Sirvió en el cuerpo de marines en la guerra de Irak y se graduó en la facultad de Derecho de Yale. Finalmente se unió a Mithril Capital, una firma de capital riesgo creada por Thiel.
“Nunca Trump”, dijo una vez. “Voy y vengo entre pensar que Trump es un imbécil cínico como Nixon que no sería tan malo (e incluso podría resultar útil) o que es el Hitler de Estados Unidos”, llegó a escribir. Luego abrazó al personaje, así como a San Agustín y al catolicismo, al que se convirtió recientemente, dicen, gracias a Thiel. Será, así, el primer vicepresidente de esta confesión.
Vance es la apuesta del empresario Peter Thiel para dar un cuerpo ideológico al trumpismo
Inteligente y ambicioso, pese a renegar de Trump, no tardó en recibir su recompensa. “He decidido que la persona más adecuada para asumir el cargo de vicepresidente de Estados Unidos es el senador J.D. Vance”, escribió Trump el 15 de julio del 2024. Añadió que el señor Vance “se centrará fuertemente en las personas por las que luchó tan brillantemente, los trabajadores y los agricultores estadounidenses en Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Ohio, Minnesota y mucho más allá...”. “Tenemos un excapitalista de riesgo tecnológico en la Casa Blanca. El mejor país del mundo”, escribió en X con desparpajo juvenil Delian Asparouhov, de la fundación The Founders de Thiel.
Tiene un resentimiento profundo hacia las grandes tecnológicas, particularmente hacia Google, y es un acérrimo partidario de las empresas emergentes, donde realmente se innova y crea, como sostiene la nueva derecha tecnológica de Silicon Valley.
Vance está a favor de las criptomonedas, que considera como una alternativa a las finanzas tradicionales, y aboga por que su regulación sea más laxa, así como también la de la inteligencia artificial. En términos generales, la nueva derecha tecnológica aboga además por una Comisión Federal de Comercio más débil para poder hacer más negocios y por la privatización de algunos servicios gubernamentales, como podrían ser correos o la NASA. Y cree en los milagros porque la tecnología lo puede todo.
La nueva derecha que representa Vance ha dado la espalda al partido republicano de Reagan –libre comercio, apertura a la inmigración y política exterior intervencionista– y ha comenzado una revolución ideológica desde el seno del trumpismo.
Vance está a favor de las criptomonedas y también de una regulación laxa de la inteligencia artificial
Así, Kevin Roberts, presidente de la Fundación Heritage, muñidora del Proyecto 2025, que propugna el control total del Ejecutivo por el presidente, y el despido de 10.000 funcionarios, llegó a preguntarse “cómo el conservadurismo y la tecnología pueden encontrar un terreno de entente para estimular la innovación protegiendo la libertad de expresión, las libertades individuales y el autogobierno”. Roberts, que fue el invitado sorpresa en la conferencia tecnológica Reboot celebrada en septiembre en San Francisco, denotaba con su intervención un viraje político del nacionalismo populista.
Vance puede encarnar la alianza con el tecnolibertarismo de la nueva derecha de Silicon Valley y dar forma al futuro del partido republicano y al trumpismo sin Trump.