Kyiv espera a ‘Mister Trump’

Vuelco en Washington

Los ucranianos creen que la implicación norcoreana y china en la guerra debería decantar al presidente a su favor

KOSTYANTYNIVKA, UKRAINE - JANUARY 23: A Ukrainian flag hangs next to a mural on the wall of a building heavily damaged by a Russian attack, on January 23, 2025 in Kostyantynivka, Ukraine. Ukraine faces a pivotal moment in its war with Russia as its biggest military ally, the United States, inaugurates a new president and with it a new foreign policy. During his campaign for the US presidency, Donald Trump had promised to end the war on Day One of his term, although he has since walked back his ambitious timeline. (Photo by Carl Court/Getty Images)

Un mural bajo una bandera ucraniana en un edificio tiroteado en Kostiantínivka (Donbass), ayer

Carl Court / Getty

En su aventura de ocupar la provincia rusa de Kursk, que inició el pasado 6 de agosto, el ejército ucraniano ha conseguido parte de sus objetivos –alejar los misiles y la artillería rusa de la frontera, poner en evidencia a los rusos invadiéndolos y elevar la moral propia–, pero el coste de conservar unos cientos de kilómetros cuadrados no compensa los avances rusos en el Donbass, y el espacio ganado a Rusia tendría un valor limitado en un canje de territorios, a menos que sea reforzado por otras cláusulas. Sin embargo, con la irrupción en Kursk de miles de soldados norcoreanos, a Kyiv le ha tocado la lotería: le ha permitido insistir en que no se trata de una guerra regional sino de un conflicto global, con una dimensión asiática, que va contra los intereses de Estados Unidos.

De Donald Trump se puede esperar cualquier cosa en su propósito de poner fin a la guerra excepto que esté dispuesto a perder la cara . Por poco que se conozcan las acciones y actitudes del magnate, es obvio que este principio chino se le ajusta perfectamente. Y en la expectante opinión pública ucraniana es ahí donde muchos ponen sus esperanzas. Si bien Trump preferiría vender armas en masa a los europeos en vez de seguir subvencionando la ayuda militar a Ucrania, tampoco estará dispuesto a fracasar con sus propuestas ante un Vladímir Putin inamovible y a ceder la victoria a un eje constituido por Rusia, Irán, China y Corea del Norte.

Tras asumir la presidencia, Trump no tardó ni 48 horas en enviar un mensaje a Putin con un par de señalamientos: no lo está haciendo bien y esta guerra arruinará Rusia, y si él hubiera estado en la presidencia la guerra ni siquiera habría comenzado (es decir, habría dejado Ucrania en la órbita rusa). También lanzó una amenaza: si no negocia, impondrá nuevas sanciones al comercio de productos rusos. Desde luego que no es de esta manera como Trump inicia su diálogo con Moscú, más bien debe haber ya bastantes cosas debajo de la mesa porque desde noviembre se conoce que su antiguo asesor el general retirado Keith Kellogg está a cargo de los contactos. El punto de partida que se dio a conocer era el siguiente: si el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se negaba a negociar, le cortaría el suministro de armas; si era Putin quien se negaba, ese suministro aumentaría. Por supuesto, no se ha dicho ahora nada de todo esto.

Ucrania se expone a unos meses sin ayuda norteamericana y a llegar a la negociación sin una posición fuerte

Una negativa del presidente ucraniano no entra en la ecuación. Y Trump no necesita amenazarle porque la situación ya le es bastante desfavorable. Kyiv, que sostiene el frente con enormes esfuerzos, necesita al menos 80.000 soldados más, el Gobierno ha sido incapaz de reducir la edad militar a los 25 años –para no sacrificar a otra generación– pero también de reorganizar un ejército cuyas disfunciones –ineptitud en los mandos, descoordinación, criterios incomprensibles, deserciones, corrupción...– son cada vez más notorias, además del problema del abastecimiento de armas.

Keith Kellogg tiene cien días para presentar resultados. Son tres meses en los cuales Trump no aprobará ningún nuevo paquete de ayuda militar, mientras que las ayudas de carácter civil que Washington envía a otros países a través del Departamento de Estado han sido congeladas por ese mismo periodo, lo que en principio afecta también a Ucrania. En este tiempo, todo dependerá de las capacidades de los aliados europeos. La intención manifiesta del general Kellogg era que Ucrania llegara a la mesa de negociación con Rusia en una posición de fuerza. Por todo lo dicho, eso no parece posible. El propio Zelenski habló el martes en el foro económico de Davos de la necesidad de tropas europeas de interposición en Ucrania en caso de llegarse a una tregua. La cantidad que propuso, 200.000 soldados, es quimérica, y además es muy dudoso que Putin aceptara la presencia de soldados de países que pertenecen a la OTAN. Pero lo significativo es que el presidente ucraniano estaba reconociendo que con un acuerdo de alto el fuego habrá una demarcación territorial. Ese aspecto es la madre de la cuestión, y tendrán más peso aquellas ambiciones a las que Putin esté dispuesto a renunciar que los límites que Zelenski quiera poner.

“No veo potencial para un gran avance ruso”, dice el general Cavoli, jefe de las fuerzas de la OTAN en Europa

En cuanto a los problemas de Rusia, existen discrepancias sobre la situación de su economía a consecuencia de las sanciones habidas y por haber. Pocos se atreven a afirmar que sea mala, pero sin duda empeorará si la guerra se prolonga. En el campo de batalla, en cambio, las cosas están más claras. Cualquier pequeña conquista le está costando a Rusia meses de combates y miles de hombres. El comandante de las fuerzas conjuntas de la OTAN en Europa, general Christopher Cavoli, dijo el mismo martes en Davos que “no me preocupa que Ucrania pueda perder repentinamente, no veo potencial para un gran avance” ruso “por la defensa eficaz que están haciendo los ucranianos, pero también por las dificultades para que la parte rusa cree fuerzas ofensivas significativas para lograr un posible avance”.

Por lo que respecta a los ucranianos, Cavoli puso en valor el aumento de la ayuda militar europea y puso en duda que Kyiv haya recibido su último gran paquete y que el apoyo estadounidense termine allí.“Esto es hipotético –dijo–. Hay que tener cuidado con esto”.

Zelenski se quejaba en Davos de que Trump solo parece tener interés en hablar con Rusia. Pero así es la realidad.

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