Problemas crónicos en los trenes de Italia cuestionan la capacidad de Salvini

Accidentes y averías acorralan al ministro de Transportes

Los ingenieros llevan años advirtiendo de que la red ferroviaria es insostenible

CHIOMONTE, PIEMONTE, ITALY - 2019/02/01: Matteo Salvini, Italian Interior Minister speaks with journalists after the press conference during the official visit of Matteo Salvini in the TAV construction site in Chiomonte near Turin to evaluate the possibilities of continuing the TAV project in Italy. The TAV is a project of an international high-speed railway line of 235 km aimed at transporting goods and passengers between Turin and Lyon, which would support the existing line between the two cities. (Photo by Stefano Guidi/LightRocket via Getty Images)

Matteo Salvini, de visita a una obra del tren de alta velocidad cerca de Turín

Stefano Guidi / Getty

Cuando estaba “Él”, los trenes llegaban a tiempo, dicen los nostálgicos italianos de los años treinta. “Él” (con mayúscula, por supuesto) era Benito Mussolini, y sus seguidores llevan casi un siglo repitiendo este lema. Ahora Él ya no está, pero la derecha ha vuelto al poder en Italia. El ministro de Transporte es Matteo Salvini, y los trenes llegan cada vez más tarde. Los accidentes y averías se multiplican y amenazan con arrollar, además de a los pobres pasajeros, al líder de la Liga y vicepresidente del Gobierno, que desearía volver a ser ministro del Interior.

La lógica es simple: hacer de sheriff contra los extranjeros da votos; garantizar que los trenes circulen, los quita. En los últimos días, una serie de averías en ciudades clave como Milán, Roma y Florencia han provocado retrasos de varias horas en trenes locales y de alta velocidad, paralizando el país.

El líder de la Liga quiere ir de Transporte a Interior, que da más votos, pero Meloni no quiere cambios

Dado que hay un personaje tan visible como Salvini por medio, las razones técnicas inevitablemente se mezclan con las políticas. Esto se suma a las polémicas por el nuevo código de circulación impulsado por el ministro, que ha endurecido las penas para quienes conduzcan bajo los efectos del alcohol. Esto ha provocado protestas entre restauradores y productores de vino, que denuncian una “psicosis” entre los consumidores italianos.

Con cada incidente, la oposición de centroizquierda eleva el tono. El ex primer ministro Matteo Renzi, líder de la formación centrista Italia Viva, ha llegado a pedir una moción de censura individual para lograr la dimisión de Salvini. El ministro, por supuesto, no dimitirá, pero no se siente cómodo en esta situación. Y trata de reaccionar culpando a los gobiernos anteriores, como el de Renzi (“pero tú has gobernado más tiempo que yo, payaso”, le responde el ex primer ministro). Tanto es así, que ayer Ferrovie dello Stato, la empresa pública dirigida por sus personas de confianza, sugirió la posibilidad de un complot, pidiendo a la policía que investigue “averías anómalas y horarios sospechosos”.

Sin embargo, los problemas son sobre todo estructurales. Los ingenieros llevan años advirtiendo que la red ferroviaria italiana, en muchos puntos con más de cincuenta años de antigüedad, ya no soporta los 9.000 trenes diarios. El 54% de los 16.800 kilómetros de la red todavía son de vía única. Solo en la estación Termini de Roma salen cada día unos mil trenes y basta un pequeño incidente para detenerlo todo. La mayor parte de los fondos europeos de recuperación recibidos por Italia se destinaron a la modernización de la red, pero precisamente las numerosas obras están causando problemas en los desplazamientos. Solo en el 2024, la empresa que gestiona la red ha invertido más de 10.000 millones: se han renovado más de 1.000 kilómetros de vías y se han actualizado más de 300 kilómetros de red eléctrica.

En total, de aquí al año 2034, el grupo Ferrovie dello Stato prevé gastar 60.000 millones de euros para duplicar las vías en todo el país, construir nuevos túneles, modernizar los sistemas tecnológicos y mucho más.

En este asedio creciente, el ministro de Transporte está solo, porque prácticamente ninguno de sus socios de coalición ha querido defenderlo públicamente. En privado, los parlamentarios de Hermanos de Italia se burlan de su aliado. En un chat de WhatsApp publicado en octubre por el diario Il Fatto Quotidiano , la misma Giorgia Meloni ironizaba sobre los bloqueos de la red ferroviaria: “Estoy muy satisfecha. Pensaba que volveríamos a ir a lomos de mulas, y en cambio aún tenemos trenes tras dos años…”.

Las vicisitudes ferroviarias no aparecen en los perfiles sociales del ministro, muy activo en cambio comentando cuestiones de crónica negra, criminalidad y seguridad, pero no de trenes. No es una elección casual, porque en realidad todos saben que Salvini querría dirigir otro ministerio, el del Interior, como en la temporada, recordada por él con gran nostalgia, del 2018-2019. Durante el primer gobierno populista, formado por la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, su línea dura contra la inmigración aumentó su popularidad hasta alcanzar el 34% en las europeas del 2019.

El líder de la Liga exige el cambio de ministerio, sobre todo tras su absolución en el juicio del caso Open Arms por haber impedido en el 2019 el ingreso en el puerto de Lampedusa de un barco de la oenegé catalana con 147 migrantes rescatados en el mar. Sin embargo, Meloni ha dicho que no: “No es el momento de hacer cambios en el Gobierno”. Salvini se ha resignado, y ahora anda a la caza de complots en los trenes.

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