La europeísta Salomé Zurabishvili, presidenta de la ex república soviética de Georgia desde el 2018, abandonó ayer el palacio presidencial de Tiflis por propia voluntad mientras tomaba posesión su sucesor, Mijeíl Kavelashvili, quien según ella carece legitimidad para el cargo.
El gesto evita añadir más tensión a la actual crisis política, que comenzó cuando el Gobierno congeló las negociaciones para ingresar en la Unión Europea. Pero no la rebaja, ya que Zurabishvili y la oposición prooccidental mantienen las protestas contra el Gobierno del partido Sueño Georgiano, al que consideran prorruso y acusan de robar las elecciones parlamentarias del pasado octubre.
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Salome Zourabichvili en su conferencia de prensa
Con anterioridad, Salomé Zurabishvili había declarado que se negaba a dejar el palacio Orbeliani, sede de la presidencia, un puesto ceremonial sin poder político en este pequeño país del Cáucaso (3,7 millones de habitantes). Zurabishvili alegó que el Parlamento que eligió a su sucesor se había formado tras unas elecciones fraudulentas que exige que se repitan.
El primer ministro, Irakli Kobajidze, advirtió a Zurabishvili que tendría que abandonar la residencia si no quería ser sacada de allí por la fuerza, detenida y luego afrontar acusaciones penales.
Durante un mitin celebrado antes de la toma de posesión del nuevo presidente, Zurabishvili aseguró ayer: “Me llevo conmigo la legitimidad”. Y pidió a los concentrados “recuperar el palacio”.
Mijeíl Kavelashvili, exfutbolista profesional, es un crítico de línea dura contra Occidente
“Hace seis años juré lealtad a la Constitución, pero aún más lealtad al país y a ustedes, así que hoy estoy aquí, y esa lealtad no va a cambiar si estoy en el palacio o fuera de él”, agregó.
Zurabishvili tiene el apoyo de los cuatro principales partidos europeístas de Georgia, que boicotearon las elecciones de octubre y cuyos cargos electos no han tomado posesión de sus escaños. Estas formaciones sostienen que ella seguirá siendo la presidenta legítima del país hasta que se celebren nuevas elecciones.
Tras la ceremonia en el Parlamento en la que Kavelashvili juró como nuevo jefe del Estado, Zurabishvili se fue de la residencia y se unió a los manifestantes entre aplausos, según informa el medio Ambebi.ge.
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Protestas tras la proclamación del nuevo presidente
Kavelashvili, exfutbolista profesional que fue delantero del Manchester City, fue elegido presidente el pasado 14 de diciembre por un colegio electoral de 300 miembros, formado por los diputados nacionales y cargos regionales. Debido a las reformas constitucionales del país, es el primer presidente que se elige de este modo, lo que también ha servido a la oposición para considerarlo ilegítimo. Además, era el único candidato y a propuesta de Sueño Georgiano.
Entre los asistentes a la ceremonia estaba el fundador de este partido, Bidzina Ivanishvili, un magnate que hizo su fortuna en Rusia y que fue primer ministro varios años. La formación gobierna en Georgia desde el 2012.
Diputado desde el 2016, en el 2022, Kavelashvili abandonó Sueño Georgiano y fue uno de los cofundadores del movimiento Poder Popular, que en el 2024 se ha transformado en partido político y se caracteriza por su retórica antioccidental.
'La cadena de la unidad' la acción proeuropea
Este 2024 ha sido un año de protestas en Georgia. Hubo manifestaciones contra varias leyes, como la de agentes extranjeros, que la oposición considera inspirada en Rusia para reprimir a las voces críticas. Y también tras las elecciones legislativas de octubre. Pero en noviembre pasado Kobajidze anunció que Tiflis congelaba hasta el año el 2028 toda negociación para la adhesión de Georgia a la Unión Europea, y desde entonces las manifestaciones se celebran cada día, tanto en el centro de la capital como en otras ciudades del país.
El sábado, 28 de diciembre, se celebró en docenas de ciudades una acción proeuropea llamada “la cadena de la unidad”. Según los organizadores, “protestamos contra la toma de posesión de un presidente ilegítimo, exigiendo la liberación de todos los detenidos [en las protestas] y la celebración de nuevas elecciones parlamentarias. Es la única salida a la crisis política”.