Rusia ha asegurado que este viernes sus misiles han alcanzado la industria de armamento y los servicios de seguridad de Ucrania (SBU), en un ataque contra Kyiv. Es la “respuesta” a los ataques que esta semana Ucrania ha ejecutado contra una planta química del sur de Rusia con misiles occidentales.
Las autoridades de la capital ucraniana informaban, por su parte, de la muerte de una persona y de al menos doce heridos durante el ataque ruso. La lluvia de misiles ha dañado una catedral histórica y las sedes de seis embajadas, ubicadas en un mismo edificio. En unas fotografías del lugar afectado se ve el techo destrozado de un edificio de oficinas con las ventanas destrozadas en el centro de Kyiv y los bomberos apagando las llamas.
“En respuesta a las acciones del régimen de Kyiv, apoyado por sus aliados occidentales, hoy se ha lanzado un ataque combinado con armas de precisión de largo alcance”, explicó en un comunicado el Ministerio de Defensa de Rusia.
Ataque ucraniano contra Rostov
Un día antes, la Defensa rusa denunció que el miércoles, 18 de diciembre, Ucrania había lanzado contra el óblast ruso de Rostov seis misiles de largo alcance ATACMS, fabricados por Estados Unidos, y cuatro misiles Storm Shadow, de fabricación británica, contra la planta química Kámenski.
Las defensas antiaéreas lograron interceptar los proyectiles, pero la caída de uno de ellos dañó un edificio de la fábrica.
Según el mando castrense ruso, este viernes sus misiles atacaron “una comandancia del Ejército ucraniano, la empresa de proyectos Luch y posiciones de sistemas de misiles antiaéreos Patriot”. La misión resultó exitosa, aseguró, pues “todos los objetivos fueron alcanzados y destruidos”.
Iskander y misiles norcoreanos
El departamento dijo que la oficina de diseño Luch en Kyiv “lleva a cabo el diseño y la producción sistemas de misiles Neptun y misiles de crucero de emplazamiento terrestre Oljá”.
Ucrania no reconoció oficialmente los ataques contra estos objetivos. En cambio, la Administración Militar de Kyiv aseguró que a las siete de la mañana Rusia lanzó ocho misiles balísticos que produjeron daños en edificios, infraestructuras y vehículos en tres barrios de Kyiv.
En una información eliminada posteriormente de su canal de Telegram, este departamento había afirmado que en el ataque también se utilizaron misiles hipersónicos Kinzhal.
Los misiles balísticos eran, según las autoridades ucranianas, del tipo Iskander-M y misiles KN-23 que Corea del Norte suministra a Rusia, recoge la agencia Efe.
El Ministerio de Exteriores de Ucrania dijo que, a consecuencia del ataque, habían sufrido daños las embajadas de Albania, Argentina, Palestina, Macedonia del Norte, Montenegro y Portugal, ubicadas en un mismo edificio. No se produjeron daños personales entre el personal diplomático.
La responsable de la Política Exterior de la Unión Europea, Kaja Kallas, reaccionó con un mensaje en la red social X: “Se trata de otro ataque bárbaro de Rusia contra objetivos civiles que no demuestra voluntad de paz”.
Luz verde de Washington y Londres
Durante el último mes, Ucrania ha atacado varias veces regiones rusas con misiles de largo alcance de fabricación occidental, tras recibir luz verde de Washington y Londres.
Como respuesta a uno de esos bombardeos, contra el óblast ruso de Kursk, el 21 de noviembre Rusia utilizó por primera vez su último misil balístico hipersónico, el Oréshnik (avellano, en castellano).
En su conferencia de prensa anual, este jueves Putin mostró su orgullo por esta nueva arma y, para demostrar que, como él dice, es imparable, sugirió con ironía un “duelo de alta tecnología” sobre Kyiv en el que Rusia utilizaría el Oréshnik contra las defensas antiaéreas occidentales.