Perplejidad en Irán por la súbita desaparición de su principal aliado en la región

Cambio de régimen en Siria

El gobierno responde con evasivas a las críticas de los leales a la República Islámica

Iconografía martirológica en el centro de Teherán

Iconografía martirológica en el centro de Teherán

ABEDIN TAHERKENAREH / EFE

Las autoridades iraníes lo habían repetido en varias ocasiones en los últimos años: “Siria es nuestra línea roja”. Durante años han enviado a miles de ciudadanos iraníes como integrantes de sus milicias aliadas, han invertido millones para apoyar el régimen de los El Asad, vistos desde Teherán como sus principales aliados en la región. De ahí la rabia y la frustración de los últimos días entre el sector más leal a la República Islámica, que todavía se pregunta ¿qué pasó? Pero sobre todo ¿cómo pasó?

“Los comandantes de la Guardia Revolucionaria tienen mucho que decir”, afirmaba en Teherán una mujer identificada como Masoumeh, fiel seguidora del Líder Supremo. “Mandamos nuestros hijos a pelear, los cementerios de Irán están llenos de mártires del Haram -por el mausoleo de Zeinab, la hermana del Imam Hussein y nieta del profeta Mahoma- y ahora resulta que Siria ya no está”, continuaba esta mujer.

Los argumentos que llegan del gobierno posiblemente no ayudan a calmar la indignación de este sector sobre el que se apoya el sistema para su supervivencia. Desde que se conoció la caída de Bashar El Asad las autoridades iraníes han dado evasivas y han dado a entender que Teherán venía alejándose del régimen de Damasco.

Pero esto no parecía tan evidente días atrás, pese a los rumores que corren desde comienzos del año cuando se aseguró que personas dentro del régimen pasaban información a Israel, especialmente en lo relacionado con la ubicación de algunos generales de la Guardia Revolucionario. Esto incluye el ataque a las instalaciones relacionadas con la embajada iraní en Damasco de abril pasado, que causó la muerte del brigadier Mohammad Reza Zahedi y otros oficiales más. Como respuesta Irán lanzó el primer ataque contra Israel con más de 300 drones y misiles.

“Lo que nos ha tomado por sorpresa ha sido la incapacidad del ejército de Siria para enfrentarse al movimiento y la velocidad de los acontecimientos”, dijo el ministro de exteriores Abbas Araqchi en una entrevista donde también habló de cómo Irán había advertido a Damasco de la necesidad de escuchar a la oposición.

Horas después de que los rebeldes sirios iniciaran su avance hacia la ciudad de Alepo, Araqchi estuvo en Damasco donde no solo se reunió con Bashar El Asad. También comió en un restaurante popular y caminó por la ciudad vieja, según las redes sociales. La idea era mostrar que todo estaba bajo control.

Días más tarde quien viajó a Damasco fue Ali Larijani, ex portavoz de parlamento, un puntal del sistema. Larijani es utilizado por el Líder Supremo para enviar mensajes personales, tal como se cree que sucedió días antes de que los grupos opositores tomaran el control de Damasco. Se desconoce lo que le dijo pero los días han dejado claro que ni Teherán movió las fuerzas del Eje de la Resistencia -las que podían movilizarse teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra Hizbola- ni El Asad escogió a Teherán como destino de su exilio.

Estos días se habla del alejamiento de El Asad de Teherán y su preferencia por Moscú

“Su mujer nunca se adaptaría aquí. Además Bashar nunca ha confiado plenamente en los iraníes”, aseguraba Mehdi, un economista y analista político que como todos los consultados pide no publicar su apellido. Este hombre recuerda que Irán invirtió millones no solo la en defensa de Bashar El Asad sino también para mantener el país a flote siempre con la ilusión de recuperar ese dinero con el tiempo, especialmente cuando el país recuperará su estabilidad. Siria era también la ruta de abastecimiento de Hizbulah, la milicia libanesa, ariete de la lucha contra Israel.

El Asad escogió Rusia, país que le rescató en 2015, tres años después de que Irán y sus grupos de la resistencia, especialmente Hizbulah, corrieron en defensa del régimen sirio cuando todavía no había aparecido el Estado Islámico. Para entonces Teherán envió cientos de hombres para defenderlo, aunque por años lo negó; siempre aseguró que los militares que estaban en Siria eran “asesores militares”.

Pero nada permanece oculto en la República Islámica por más que las autoridades lo intenten. Con el paso del tiempo aumentaron los rumores de que en los cementerios empezaban a realizarse entierros de hombres locales a los que empezaron a llamar “mártires del Haram”. Muchos eran afganos radicados en Irán que conformaban la brigada Fatemayoun, de mayoría étnica Hazara, practicantes del chiismo. También había una brigada de pakistaníes, conocida como Zeinabadoun.

Muchos aseguraban que los atraían con la promesa de papeles en Irán y apoyo económico para sus familias. Cuando esta reportera intentó conocer más de la brigada Fatemayoun, dos hombres que se negaron a identificarse fueron tajantes en advertir que esa investigación era una “línea roja” que no debía cruzarse. Aun así en el cementerio de la ciudad de Qom pueden verse decenas de tumbas con las fotos de estos hombres a los que identifican como defensores de los lugares sagrados en Siria.

Irán puede haber tenido hasta 10.000 hombres activos en el país sirio

Algunos analistas calculan que Iran llegó a tener 10.000 hombres mientras que las agrupaciones del eje de la resistencia superaron los 20.000. En una entrevista que dio ayer Araqchi a la televisión estatal, el ministro reconoció que el movimiento quedaba afectado y que encontrarán el camino para organizarse de nuevo. Araqchi ha dejado también las puertas abiertas a crear lazos con los nuevos dirigentes sirios, pero todo esto es por el momento retórica.

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