Hay gestos que explican mucho más que las palabras, que marcan un discurso. Cuando los dos candidatos entraron en el escenario para iniciar el debate, Donald Trump fue a refugiarse a su atril, mientras que Kamala Harris se dirigió hacia su rival y le tendió la mano. Ese saludo descolocó al macho alfa, que recibió un golpe totalmente inesperado.
Si hay alguna manera de medir un éxito, Harris puso la balanza de su lado. Nada más acabar el debate, Taylor Swift, la mayor estrella del pop de Estados Unidos y más allá, el espaldarazo más ansiado por Trump, rompió su silencio. En un largo post en Instagram, Swift dio su apoyo a la vicepresidenta en las elecciones del próximo 5 de noviembre.
“Votaré por ella porque trabaja por los derechos y las causas que creo necesitan a una luchadora que los defienda”, afirmó. “Ella es una líder talentosa y constante y pienso que podemos conseguir mucho más para este país si estamos liderados por la calma y no el caos”, recalcó. Su mensaje en la red social iba acompañado por foto de Swift con un gato entre sus brazos, clara alusión al ataque de JD Vance, el elegido por Trump como número dos, contra las mujeres que no tienen hijos.
“Como muchos de vosotros, he visto el debate esta noche. Si todavía no lo habéis hecho, ahora es un buen momento para indagar cuál es la postura de cada candidato en los asuntos que nos preocupan más. Como votante, veo y leo todas las cosas sobre las propuestas políticas y los planes para el país”, señaló.
Y no se olvidó de la polémica reciente ante las manipulaciones del trumpismo para parecer que apoya al republicano. “He sido consciente de que una IA (inteligencia artificial) de mi falsamente apoyo a Trump. Realmente evocó mis miedos en torno a la IA y los peligros de la desinformación. Esto me llevó a concluir que debo ser muy transparente sobre mis planes para estas elecciones. La manera más sencilla de combatir la desinformación es con la verdad". Y reiteró su voto a Harris y su vicepresidente Tim Walz.
El empresario Elon Musk, que ya había explicitado anteriormente su apoyo a Trump, respondió a la publicación de Swift en Instagram con un mensaje burlón en su propia red social, X. “De acuerdo Taylor… tú ganas… te daré un hijo y protegeré a tus gatos con mi vida”, escribió el hombre más rico del mundo.
Este fue el colofón de la noche en que Trump quedó descolocado desde antes de abrir la boca. Si el lenguaje corporal habla y se interpreta, el expresidente salió mal parado en la primera ocasión en que se enfrentaba cara a cara con Harris. Bien, hablar de cara a cara es un tanto metafórico. Ella le miró continuamente, pero él evitó en todo momento enfocar sus ojos hacia su contendiente.
Los 3 bulos de Trump en el debate que fueron señalados por los moderadores
Harris resistió y navegó por encima de Trump a pesar de que la cadena ABC, en su intento de neutralidad, no hizo más que favorecer al expresidente. Los conductores Linsey Davis y David Muir trataron de respetar las normas establecidas, entre otras silenciar el micrófono del que no le tocaba turno. Pero esto no impidió que concedieran más minutos a Trump para proseguir con su especialidad, lanzar mentiras y más mentiras.
En una ocasión que Harris trató de dar una réplica, después de una de tantas falsedades, Davis le cortó y le dijo que había que ir a otro tema. En ningún caso sucedió lo mismo con Trump, que una y otra vez intento apostillar y se lo permitieron.
En tres ocasiones, solo en tres, metieron cuña para matizar algunas de las mentiras. En una ocasión, en el asunto del aborto, Muir le rectificó que ningún demócrata ni ninguno de sus programas sostiene que hay que matar niños ya nacidos, como Trump insistió de forma reiterada.
En otro pasaje le recordaron que perdió las elecciones y que más de 60 recursos judiciales que Trump y su campaña presentaron contra el resultado fueron descartados todos por los tribunales.
Pero en esto de la comprobación de los hechos tuvo el punto culminante cuando Trump arremetió contra los inmigrantes argumentando en que algunos lugares se comen los perros o los gatos, las mascotas de los ciudadanos estadounidenses. Muir le recordó que no existía prueba alguna de que esto fuera cierto. Todo lo contrario.
Sin embargo, otras muchas mentiras quedaron en el aire, una tan clara como afirmar que es el presidente más votado de la historia. Falso. En el 2020 obtuvo 74 millones de votos y Joe Biden 81 millones.
Esa fue su tónica, la de echar mano de falsedades, manipulaciones e insultos porque se sintió cercado. Harris hizo lo que nadie en el Partido Republicano se ha atrevido hacer desde que Trump irrumpió en la política. Todos han agachado la cabeza ante sus amenazas, pero la vicepresidenta lo retrató.
Ironizó que un candidato que es un criminal convicto e imputado por intentar un golpe de estado aluda a los inmigrantes no como tales sino como criminales. Se rió de sus mítines, donde discursea sobre el caníbal Hannibal Lecter, de sus obsesiones e intereses en lugar de preocuparse por los votantes. Abiertamente le dijo que su fortuna la heredó de su padre y que luego, con él al mando, afronto seis bancarrotas.
Le echó en cara su racismo recordándole que hubo una investigación judicial por tratar de que ciudadanos negros no accedieran a pisos de una de sus promociones (el caso acabó en pacto extrajudicial). Tampoco se olvidó de que reclamo la pena de muerte para los llamados “cinco de Central Park”, acusados de un delito que no cometieron. Todos eran negros o hispanos.
Demasiado para un Trump enfadado, golpeado en su ego, frustrado por tener que soportar esa humillación. Como coincidieron muchos analistas, Harris pegó fuerte. Como hacía continuas referencias al actual presidente, le recordó que no competía con Biden sino con ella.
“Claramente no soy Biden, ni Trump. Ofrezco una nueva generación de liderazgo a nuestro país, ofrezco optimismo. Pasemos página”, indicó. Taylor Swift le escuchó.