Durante muchas décadas la izquierda italiana fue un indudable referente europeo desde las distintas sensibilidades del Partido Comunista y el Partido Socialista, desaparecidos con el fin de la primera república a principios de los años noventa del siglo pasado.
El progresismo transalpino, orgulloso de la lucha de liberación partisana durante la Segunda Guerra Mundial y la posterior Constitución Antifascista, fue clave para sembrar la bota de placas de memoria. Esto sucedió hace mucho tiempo.
Lo único realizado hasta ahora han sido sendas exposiciones en Roma, y la publicación de varios libros
En el 2024 la izquierda en la oposición ha tenido dos grandes oportunidades de desmentir su apego al mero presente y ponderar el pasado, repleto de valores para construir el hoy: el centenario del asesinato del socialista Giacomo Matteotti a manos de sicarios fascistas y el cuadragésimo aniversario del fallecimiento de Enrico Berlinguer, secretario general del Partido Comunista Italiano (PCI) entre 1972 y 1984.
El affaire Matteotti dio la vuelta al mundo durante el período de entreguerras. Tempesta , tal era su apodo, sobresalió como un parlamentario aguerrido bien consciente de poder morir por defender sus ideas. Entre las mismas destacan un incondicional pacifismo, su rol vanguardista al propugnar los Estados Unidos de Europa para terminar con la fragmentación de todos los pequeños nacionalismos del continente y su denuncia a los abusos del fascismo, desatados en su habitual violencia durante las elecciones legislativas del 6 de abril de 1924.
Casi dos meses más tarde, el 30 de mayo de ese mismo año, pronunció su última alocución en sede parlamentaria: “Yo he dado mi discurso. Ahora podéis preparar mi discurso fúnebre”. Fue secuestrado en el lungotevere Arnaldo di Brescia la tarde del 10 de junio tras salir de su casa. Su cuerpo fue hallado a finales de agosto en estado de descomposición y todo el escándalo precipitó la proclamación de la dictadura fascista el 3 de enero de 1925.
Enrico Berlinguer desarrolló su actividad política en la Italia democrática de la posguerra. Al ascender a la secretaría general del PCI apostó por el conocido como compromesso storico (compromiso histórico) para conceder estabilidad a su país y permitir a los suyos acceder a responsabilidades de gobierno junto a la Democracia Cristiana, sueño quebrado por el secuestro y asesinato de Aldo Moro durante la primavera de 1978; además, denunció las invasiones soviéticas tanto en la Praga de 1968 como en el Afganistán de 1979, y fue unos de los padres del eurocomunismo a mediados de los setenta junto a Santiago Carrillo y el francés George Marchais.
Ambos llenan con sus nombres calles y avenidas de muchas ciudades, pero el nomenclátor con el paso de los decenios es indicio de desmemoria. Este 2024 la amnesia podía remediarse desde miras puestas en el futuro.
Lo único realizado hasta la fecha ha sido una muy digna exposición dedicada a Matteotti en el Museo Municipal de Roma, mientras Berlinguer fue homenajeado de diciembre del 2023 a febrero del presente año en el viejo matadero de la urbe, casi una metáfora.
En cambio, su presencia ha sido apabullante en las librerías, algo clásico en el mercado editorial italiano, siempre ávido a la hora de aprovechar cualquier conmemoración que se precie.
En las estanterías también sobresale desde hace años la presencia de Antonio Gramsci, tótem vaciado de contenido por la izquierda global, que casi prefiere tenerlo como eslogan en vez de usar toda su sabiduría a la hora de pensar su tiempo y dejar un legado para el mañana.
Los libros no serán leídos por el nicho tradicional de los partidos progresistas, sino más bien por un sector conocido en Italia como radical chic , burgueses de clase media urbanos bien fieles a votar al Partido Democrático, sumido en una vorágine presentista donde la derecha no se preocupa por la supuesta hegemonía cultural de sus oponentes, pues, como dijo Giulio Andreotti, el poder sobre todo desgasta a quién no lo tiene.
Giorgia Meloni y sus aliados lo aprovechan para generar un debate hacia enterrar determinados axiomas republicanos. El 25 de abril, día nacional que festeja la liberación del nazifascismo, está en tela de juicio, así como la actual estructura del sistema político. Muchos de sus votantes quieren, a partir de sus sugerencias, una presidencia fuerte o un primer ministro con más autoridad, lo que alteraría por completo lo establecido desde 1946.
La premier y los suyos no pierden comba a la hora de demonizar al comunismo, poniendo el acento en matanzas como la foiba de Basovizza, en la frontera italoeslovena. Calificar de mártires a los italianos que reposan en ese siniestro lugar es idóneo para silenciar los crímenes del fascismo.
Enseñar los valores del pasado es una forma de brindar al tiempo una conectividad que entronca las eras. Por su parte la derecha no duda en jugar sus cartas, sin faroles y con alguna ocultación. En el cementerio romano de Verano hay una tumba de 1932 en honor a los mártires del fascismo. Junto a la misma reposan coronas de flores de Hermanos de Italia, Reagrupamiento Nacional y Vox.