La elección del senador de Ohio, J.D. Vance, como candidato a vicepresidente “puede ser una de las mejores cosas que Donald Trump haya hecho por los demócratas”, aseguró el domingo Chuck Schumer, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, en una entrevista en la cadena CBS. “Fue una elección increíblemente mala. Cada día que sale en televisión dice algo más extremo, más extraño, más errático. Probablemente, Trump esté sentado rascándose la cabeza y preguntándose '¿por qué elegí a este tipo?'”.
El magnate estuvo dándole vueltas a su decisión, junto a sus asesores, hasta un día antes de anunciarla durante la convención republicana en Milwaukee (Wisconsin) el 15 de julio, dos días después de su intento de magnicidio y una semana antes de la renuncia de Joe Biden a la reelección y su respaldo a la candidatura de Kamala Harris. Entonces, la elección de Vance parecía acertada y generaba una gran ilusión entre los delegados: un político joven, del cinturón industrial, con una historia personal atractiva y de contraste con el magnate, reconvertido de crítico a devoto del trumpismo, y firme defensor del America First y los valores conservadores.
Pero la historia ha cambiado por completo en apenas dos semanas. Las redes sociales, la televisión y los periódicos se han llenado de antiguas declaraciones polémicas de Vance, que está obteniendo unos pobres resultados en las encuestas, no está logrando conectar con las bases en sus discursos y genera dudas incluso entre los republicanos.
“Es la peor elección de todas las opciones”, dijo un congresista republicano a The Hill desde el anonimato: “No aporta nada a la candidatura de Trump, energiza a la misma gente que ya le ama”. Otro miembro de la Cámara de Representantes dijo al mismo medio que, “si preguntaras a muchas personas en este edificio, 9 de cada 10 de nuestro bando dirían que es la elección equivocada”. “El sentimiento predominante es que, si Trump pierde, será por esta elección”, dijo un tercer legislador republicano.
A Vance no le está dañando solamente su falta de carisma –en sus mítines, a menudo se impone el silencio tras sus intentos de hacer reír a los asistentes, que llegaron a abuchearlo cuando se demoró en dejar paso a Trump en un discurso en su ciudad natal, Middletown (Ohio)–, ni sus críticas en el pasado al líder republicano, de quien dijo durante su campaña en el 2016 que “no es apto para el cargo más alto de nuestra nación” y a quien llegó a comparar con Adolf Hitler, ni los memes virales en redes sociales sobre su historia –que explicó en sus memorias superventas, Hillbilly Elegy– manteniendo relaciones sexuales con un sofá.
Lo que le está dañando realmente, según numerosos republicanos citados anónimamente por medios estadounidenses, es que no aporta nada que sirva para expandir la base de votantes trumpistas y atraer a los moderados e independientes. Es, de hecho, demasiado conservador en asuntos sociales como el aborto y la familia, demasiado aislacionista en política exterior, demasiado rico para interpelar a los pobres, y demasiado normativo –hombre heterosexual y blanco– como para enfrentarse a un ticket como el encabezado por Harris, mujer afroamericana y de origen asiático, que representa la creciente diversidad de EE.UU.
Su hemeroteca no le está ayudando, pero él tampoco ha hecho mucho por revertirla. Durante una entrevista con el mediático Tucker Carlson en Fox News, Vance dijo en el 2021 que las políticas demócratas eran “un puñado de señoras con gatos y sin hijos, que se sienten desgraciadas con sus vidas y con las decisiones que han tomado. Por eso quieren que el país también se sienta desgraciado”. Preguntado recientemente por estas palabras, dijo que pretendían ser “un comentario sarcástico: no tengo nada contra los gatos”.
J. D. Vance, candidato republicano a la vicepresidencia
“Cuando uno acude a las urnas en este país como padre, su voto debería tener más poder”
En su defensa extremista de la familia tradicional, citó a una serie de políticos demócratas, como la misma Harris, la progresista Alexandria Ocasio Cortez o el secretario de Transportes, Pete Buttigieg, que es homosexual. “¿Qué sentido tiene que hayamos entregado nuestro país a personas que realmente no tienen un interés directo en él?”, se preguntó, asumiendo que la única motivación política válida en una persona viene determinada por el futuro de sus hijos, más que por su propia existencia como ciudadano. En otro discurso en el 2021, Vance dijo que “cuando uno acude a las urnas en este país como padre, su voto debería tener más poder”.
También preocupa su posición extremista sobre el aborto, en la que va un paso más allá de Trump: defiende su ilegalización a nivel nacional. Aunque el magnate suele enorgullecerse en sus discursos de haber nominado a los jueces del Tribunal Supremo que eliminaron las protecciones federales en el 2022, lo cierto es que suele mostrarse ambiguo sobre el aborto, defendiendo que lo mejor es que la decisión esté en manos de los Estados.
La postura de Vance energiza a las bases más religiosas, pero es impopular en la mayoría del país, y pasó factura a los republicanos en las últimas elecciones legislativas de mitad de mandato, cuando varios aspirantes al Congreso perdieron sus respectivas elecciones frente a candidatos demócratas favorables a los derechos reproductivos.
La ansiedad republicana se ha acrecentado tras la ilusión generada por la candidatura de Harris y su remontada en las encuestas, que ya la sitúan pareja con Trump en el voto nacional e incluso vencedora en algunos de los seis estados clave, como Michigan, el que tiene un porcentaje mayor de población de origen árabe, y donde su tono más duro con la masacre de Israel en Gaza puede ser bien recibido.
Las encuestas de Vance son la otra cara de la moneda. Es el candidato republicano a vicepresidente menos popular tras la convención de su partido desde 1980, según un sondeo de la CNN. Otra encuesta de Reuters/Ipsos reveló que tan solo un 32% de los encuestados que lo ven con buenos ojos, mientras que el 39% lo rechaza y el resto “no ha oído hablar de él/no contesta”.
Vance es el candidato republicano a vicepresidente menos popular tras la convención de su partido desde 1980
Durante la convención de Milwaukee, la mayoría de las decenas de delegados entrevistados por La Vanguardia admitían que no conocían previamente al candidato, pero les parecía buena opción porque confiaban en el criterio del líder del partido. “Estaré con quien elija Trump: no hubiera optado por Vance si no tuviera la capacidad de ser el líder del futuro de nuestro movimiento MAGA. Es un candidato sólido y complementa al presidente a la perfección con su historial”, destacó Rachelle Brooks, delegada por Texas de 60 años.
Sus más acérrimos defensores en el Partido Republicano son, principalmente, los miembros del Freedom Caucus en el Congreso, el sector de extrema derecha de la Cámara de Representantes. Como Chip Roy, presidente de políticas del grupo, quien aseguró que “es una gran elección porque que está muy alineado con el presidente en la mayoría de los asuntos que importan”. O Eli Crane, representante de Arizona: “Estoy entusiasmado con JD Vance, y estoy de acuerdo con su política exterior”, dijo, citando la oposición a ayudar a Ucrania en su resistencia contra la invasión rusa.