Toda fiesta de coronación necesita a un rey. Y eso es en lo que se ha convertido, ocho años después del anuncio de su primera candidatura presidencial, el expresidente Donald Trump, que anoche aceptó la nominación de su partido en su primer discurso tras el intento de magnicidio del sábado. Su hora y media de sermón puso la guinda a cuatro días de Convención Nacional Republicana, que este año se ha celebrado sin disidencia, después de que su principal rival en las primarias, Nikki Haley, rindiera el martes culto al líder que la llamó “cabeza de chorlito”.
Todo rey necesita una historia para glorificarse, y la de Trump es la de un héroe vuelto de la batalla con una venda en la oreja. “Solo os voy a contar esta historia una vez porque es muy dolorosa”, dijo, y narró su versión de lo ocurrido el sábado en Butler (Pensilvania): “Oí un fuerte zumbido y sentí que algo me golpeaba, muy, muy fuerte en la oreja derecha. Me dije: 'Vaya, ¿qué ha sido eso? Sólo puede ser una bala'”.
Donald Trump, durante su discurso en la convención nacional republicana
Donald Trump, candidato republicano
“Estoy ante vosotros en esta arena por la gracia de Dios Todopoderoso”
Al levantarse por su propio pie, Trump levantó y cerró el puño para que “pudierais saber que estaba bien”, dijo, y el público estalló con su grito de guerra: “fight, fight, fight!”. El magnate se ha convertido en monarca supremo de su partido, por la gracia del Dios que evitó que esa bala disparada por Thomas Matthew Crooks le arrebatara la vida. “Me sentí muy seguro porque tenía al Señor de mi lado”, dijo, provocando los gritos entregados de sus seguidores, algunos con los ojos llorosos. “Estoy ante vosotros en esta arena por la gracia de Dios Todopoderoso”, dijo el republicano, y calificó el momento de “divino”.
A la coronación, que tuvo mucho de celestial y poco de político, no faltó la reina, Melania Trump, que acompañó por primera vez en esta campaña a su marido a un acto electoral y fue recibida con música digna de princesa de Disney. Trump fue presentado por Dana White, el director ejecutivo de la UFC, quien dijo que el magnate es “el hombre más luchador y resiliente que he conocido en mi vida”.
Melania reapareció en la convención republicana para apoyar a Trump
El discurso de inauguración de la Monarquía Absoluta del Partido Republicano también incluyó una visión de futuro hiperbólica y abstracta: “Juntos, llevaremos a EE.UU. a nuevas cotas de grandeza como el mundo nunca ha visto antes. Bajo nuestro liderazgo, América volverá a ser respetada. Ningún enemigo cuestionará de nuestro poder. Nuestras fronteras serán totalmente seguras. Nuestra economía se disparará. Devolveremos la ley y el orden a nuestras calles, el patriotismo a nuestras escuelas y, lo que es más importante, restauraremos la paz, la estabilidad y la armonía en todo el mundo”.
Y un presente de caos, destrucción y fatalidad, que el salvador de la patria, su majestad Trump, llegó para rescatar: “Para lograr este futuro, primero debemos rescatar a nuestra nación de un liderazgo fracasado. Estas serán las elecciones más importantes de la historia de nuestro país. Bajo la actual administración, somos una nación en declive. Tenemos una crisis de inflación que está haciendo la vida inasequible, devastando los ingresos de las familias trabajadoras y aplastando a nuestro pueblo. También tenemos una crisis de inmigración ilegal, una invasión masiva en nuestra frontera sur, que ha extendido la miseria, la delincuencia, la pobreza, la enfermedad y la destrucción a comunidades de todo nuestro país”.
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Al acto de coronación asistieron decenas de miles de devotos de un magnate condenado por 34 delitos penales de falsificación documental por el caso Stormy Daniels, por abuso sexual y difamación a la columnista E.Jean Carroll, y por fraude financiero con su empresa familiar en Nueva York; imputado en Washington por tratar de revertir los resultados de las pasadas elecciones y alentar el asalto al Capitolio, así como en Georgia por su intento de manipular el conteo de los votos en ese estado; y liberado esta semana de cargos en Florida –por la designación inconstitucional de un fiscal especial– por llevarse un centenar de documentos clasificados a su residencia de Mar-a-Lago (Palm Beach, Florida), decenas de ellos con información sensible para la seguridad nacional de EE.UU., tras abandonar la Casa Blanca.
También han asistido unos 2.400 delegados de todo el país, elegidos durante las primarias, que el lunes nominaron formal y unánimemente al magnate como candidato republicano; e invitados de honor, con discurso en prime time, como el presentador que ayudó a esparcir sus bulos tras perder las elecciones, Tucker Carlson, el profesional de lucha libre Hulk Hogan, su abogada Alina Habba, o su amado hijo, Eric Trump.
Con el presidente Joe Biden aislado por covid y en la cuerda floja por su impopularidad y la crisis interna del partido, Trump no tiene la certeza de contra quién se va a enfrentar el 5 de noviembre. “Solo voy a mencionar una vez ese término”, dijo Trump del nombre de su adversario, que estuvo deliberadamente ausente en su discurso. Con su estrategia discursiva habitual, atacó a sus “enemigos” demócratas con los mismos argumentos con los que es atacado. Dijo que es Biden el verdadero “criminal” y “corrupto”, y que quien en realidad “protege la democracia” es él.
“Vamos a ganar, pase lo que pase”
Como si no fuera paradójico, afirmó que en los comicios de noviembre “vamos a ganar, pase lo que pase”, pues su apoyo en estas elecciones “es demasiado grande para que puedan ser robadas”. A juzgar por las decenas de seguidores con quien ha podido hablar La Vanguardia durante la convención, da igual quien gane en noviembre: Trump “se volvió invencible” cuando evitó esa bala, aseguró la delegada de Texas Rachel Brooks. Y, si pierde, hay “escasas probabilidades de que Trump vaya a aceptar una derrota”, pronosticó para este periódico el historiador Allan Lichtman, conocido como el oráculo de Washington.
Las teorías que llevaron el 6 de enero del 2021 al asalto al Capitolio han estado bien presentes en los discursos de los alrededor de 140 ponentes durante los cuatro días de convención en Milwaukee. Uno de los pocos republicanos que criticaron el papel de Trump en el mayor ataque a la democracia estadounidense desde la guerra civil, el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, fue abucheado el lunes cuando anunció el sentido del voto –por Trump– de los 46 delegados de Kentucky. Es de los pocos que todavía se atreven a cuestionar al magnate en el Partido Republicano, pero ya ha anunciado su retirada en noviembre, cuando dejará todavía más huérfanas de moderación las filas conservadoras.
Ocho años después de aquella campaña en la que prometió luchar contra el establishment, Trump ha convertido al Partido Republicano en una monarquía absoluta, en la que la discrepancia es perseguida por unas masas que vitorean “fight, fight, fight!” y “U-S-A”, y para las que el sentido democrático importa menos que el culto al líder.
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