Los macronistas luchan por sobrevivir en una campaña electoral caótica
Francia
El partido del presidente francés renuncia a presentarse en 65 circunscripciones
La campaña electoral francesa arrancó ayer oficialmente en un país polarizado como nunca desde que se creó la V República, en 1958, con los partidos políticos obligados a decidir con precipitación su estrategia y muchos votantes atrapados por una sensación de caos y peligro.
El partido del presidente Emmanuel Macron, Renacimiento, y sus aliados, son los que tienen más a perder, y de ahí el nerviosismo y el malhumor poco disimulado de algunos, aún perplejos por la decisión del jefe de Estado, el domingo pasado, de disolver la Asamblea Nacional como respuesta a su severa derrota en las europeas.
El ministro de Economía y Hacienda, Bruno Le Maire, que lleva en el cargo desde mayo del 2017, ha decidido no presentarse a diputado. Hombre contenido, se nota que no ha digerido todavía no haber sido consultado por Macron, como tampoco lo fue el propio primer ministro, Gabriel Attal, quien hace de tripas corazón para llevar sobre sus hombros una campaña de pura lucha por la supervivencia.
“La disolución es la decisión de un solo hombre, el presidente de la República”, dijo Le Maire en una entrevista, el domingo. Palabras cortantes como cuchillos. “Lo que constato es que esta decisión creó en nuestro país, en el pueblo francés, en todas partes, inquietud, incomprensión, a veces cólera. Es lo que veo en nuestros electores”, añadió. La brutal reflexión de un peso pesado.
El sistema electoral mayoritario a dos vueltas (se elige a un candidato, el más votado, en cada una de las 577 circunscripciones) complica sobremanera las cosas. Los partidos analizan cada lugar y pueden decidir estrategias diferenciadas.
El ministro de Economía habla de “la decisión de un solo hombre, que provoca inquietud y cólera”
Los macronistas, por ejemplo, bajo la etiqueta Juntos-Mayoría presidencial, han decidido no presentarse en 65 circunscripciones en las que piensan que sus candidatos no tienen posibilidades de ganar. En esos casos optan por apoyar a un candidato de Los Republicanos (LR, derecha gaullista) que no se haya aliado con la extrema derecha de Le Pen o con a uno centrista o incluso de la izquierda (a menudo socialista) si piensan que son personas “constructivas” que no derivarán al extremismo.
Existen pactos puntuales entre macronistas y LR, pero al haberse fracturado este último partido, sucede a veces que se presentarán a los electores candidatos rivales con las mismas siglas, un motivo más para el desconcierto. Ocurre también en la coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular. Hay varios diputados salientes de La Francia Insumisa (LFI) que fueron purgados por su líder, Jean-Luc Mélenchon, en un ajuste de cuentas interno, pero que se han rebelado y se presentan sin las siglas del partido.
Entre los 35 miembros actuales del Gobierno, 24 son candidatos a diputado, entre ellos el propio Attal, que se presenta en el departamento de Altos del Sena, en la periferia de París. Hay un acuerdo suscrito con Los Republicanos para que estos no concurran, pero el sector disidente, aliado con Le Pen, si presentan. Es lógico que el votante de a pie se sienta desorientado.
Empiezan a publicarse sondeos que muestran una acentuación de la polarización. El instituto Ifop publicó ayer una encuesta que situaba al Reagrupamiento Nacional (RN) en el 33%, al que debería sumarse el 4% del sector de LR aliado y el 3% de Reconquista, el partido ultraderechista de Éric Zemmmour. Frente a ello, el Nuevo Frente Popular llega al 28% y el bando presidencial al 18%.
Está por ver el efecto de la movilización. El Ministerio del Interior informó de un aumento muy fuerte de la delegación de voto desde el 2022. Se han hecho, en una semana, más de 400.000 peticiones, seis veces y media más que hace dos años.
El perseguidor de nazis Serge Klarsfeld dice que antes votaría a Le Pen que al Nuevo Frente Popular
En este clima general, se sobreexcitación política, se producen tomas de posición como la de deportistas contra la extrema derecha (Mbappé y otros), que son comprensibles porque el deporte es un gran espejo de la diversidad étnica francesa. Pero hay otros gestos que sorprenden y son reveladores. Uno de ellos es el de Serge Klarsfeld, superviviente de la Shoah y perseguidor de nazis durante toda su vida. Klarsfeld dijo que votará a los macronistas pero, ante la disyuntiva de deber optar por el Nuevo Frente Popular o por el partido de Le Pen en la segunda vuelta, no dudaría en votar a este último porque, para él, en la izquierda radical francesa anida el más peligroso antisemitismo. Klarsfeld no es la única figura judía que piensa así.