El peor terremoto en Taiwán en un cuarto de siglo deja al menos nueve muertos y casi mil heridos
No hubo tsunami
La zona más afectada por el temblor, de 7,2 grados y epicentro en el mar, es la región oriental de Hualien
Taiwán prosigue el rescate de atrapados en túneles y cuenta a sus desaparecidos
Millones de teléfonos móviles retumbaron este miércoles por la mañana en Taiwán, al filo de las ocho, con un mensaje automático de alerta sísmica. Instantes después, lámparas, estanterías y paredes temblaron en toda la isla -durante más de un minuto- como no lo habían hecho en un cuarto de siglo.
El tsunami anunciado nunca se materializó, pero en Hualien, en la costa oriental -a solo 25 kilómetros del epicentro- varios edificios se arrodillaron ante el zarpazo telúrico -un terremoto de 7,2 grados- sin llegar a desplomarse. Mientras el personal de protección civil se ponía en acción, los taiwaneses todavía tardaron varias horas en hacerse una idea de conjunto de los daños. A última hora de la tarde, los bomberos solo confirmaban nueve fallecimientos, pero nada menos que 946 heridos. Aunque lo más preocupante era el centenar de personas atrapadas o desaparecidas, como los cincuenta ocupantes de varios minibuses en el Parque Nacional de Taroko.
Al menos tres de los fallecidos eran excursionistas alcanzados por un alud, en una ladera de la región oriental de Hualien. En la misma zona, un camionero falleció también dentro de su vehículo, por el desprendimiento de rocas junto a un túnel. Otro conductor habría muerto igualmente aplastado.
En Hualien, el terremoto ha sido clasificado de grado 6 superior, en una escala de intensidad que va del 1 al 7. Esta ciudad, de más de cien mil habitantes, ha quedado prácticamente aislada del resto del país, por los numerosos cortes y obstrucciones en carreteras y vías férreas, incluida la que une la capital, Taipéi, con el sur del país, a lo largo del litoral oriental. Tanto es así que el gobierno ha tenido que habilitar un transbordador, que empezará a operar para coches, a partir del jueves, y para pasajeros, a partir del viernes, entre Hualien y Yilan.
Todo ello, a las puertas de un puente de cuatro días, coincidiendo con la festividad china de Qingming, o de limpieza de las tumbas de los antepasados, que empieza mañana jueves. Unas jornadas que muchos taiwaneses dedican, precisamente, a salir al campo o a la montaña. Actividad explícitamente desaconsejada por el gobierno, a la luz de las 123 réplicas registradas en las primeras doce horas. La presidenta en funciones, Tsai Ing-wen, ha pedido a la población que mantenga la calma.
Mientras tanto, en Japón, donde también hubo evacuación de zonas costeras en Okinawa, se respiró con alivio al cabo de una hora, al observar que el posible tsunami quedaba reducido a una ola de un palmo y medio. En la provincia de Fujian, en la China continental, se sintió el temblor, pero tampoco hubo daños.
En la antigua Formosa, en cambio, el ejército ha tenido que echar una mano en las labores de desescombro. En Taipéi, el metro interrumpió el servicio durante una hora, mientras cuarenta vuelos eran cancelados o desviados en el principal aeropuerto, donde se hundió parte del techo.
Asimismo, en un hangar subterráneo de la Fuerza Aérea en Hualien -cuya construcción costó ochocientos millones de euros- ocho aviones de combate F-16 habrían sufrido daños en el fuselaje.
En toda la isla, 87.000 hogares seguían sin suministro eléctrico al caer la tarde. Y en varias zonas, la cobertura de telefonía y datos también se había visto afectada.
El gigante taiwanés de los semiconductores TSMC, evacuó a sus trabajadores, pero estos volvieron a la fábrica en cuestión de horas. Taiwán fabrica el 80% de los chips más sofisticados, teóricamente susceptibles a los menores temblores.
La sacudida de este miércoles ha traído a la memoria el devastador terremoto de 1999, de 7,6 grados, que mató a 2.416 personas. Desde entonces, la isla ha avanzado mucho en medidas antisísmicas, aplicadas a la construcción, como demostraría el número relativamente reducido de víctimas y la moderación de los desperfectos, ante un embate parecido. Tanto es así que, contra toda lógica, la mayoría de víctimas mortales se han registrado hasta hora a campo abierto o, para más inri, en Parques Nacionales, mientras las ciudades taiwanesas, densamente pobladas, apenas se lamían las heridas.
El epicentro del sismo se situó en el mar, a una profundidad de 15 kilómetros. Hace apenas seis años, otro terremoto, de menor intensidad, se cebó también en la ciudad de Hualien, dejando 17 muertes y 285 heridos. También dejó una anécdota geopolítica, cuando el gobierno soberanista de Taipéi -que cuenta con el apoyo de Estados Unidos- rechazó la asistencia ofrecida por la República Popular de China, "por no ser necesaria", antes de aceptar la ofrecida por Japón, la antigua potencia colonizadora, "por su sofisticación tecnológica".
Esta vez, el azar ha querido que las placas tectónicas crujieran a las pocas horas de una larga llamada telefónica entre los presidente Joe Biden y Xi Jinping, en la que figuró de forma prominente la República de China, nombre oficial de Taiwán.
Las espadas siguen en alto entre la isla y la China continental. Pero no hubo terremoto político en los comicios de enero pasado, con los electores taiwaneses -como los del resto de Asia- dando un veredicto lleno de matices, "para no convertirse en la próxima Ucrania", tal como pedían los nacionalistas chinos del Kuomintang, más conciliadores con Pekín. Estos no lograron arrancarle la presidencia al Partido Progresista Democrático, pero sí la mayoría en el Parlamento, convirtiéndose en primera fuerza.
Más allá del susto generalizado y de las tragedias concretas, el terremoto en un territorio tan rico como Taiwán ha dejado imágenes insólitas difundidas en redes sociales, como las piscinas "infinity" de hoteles y rascacielos convertidas en cascadas por la violencia del temblor.
Testigos
"El terremoto me pilló en el ascensor"
A Briaxis Mendes, empleado en una multinacional taiwanesa de baterías, el terremoto, evidentemente, no le pilló sin batería. "Peor, me pilló en el ascensor, por lo que no vi el mensaje de alarma. Así que entré en casa como si nada. Pero en un momento, todos los libros de la estantería estaban por los suelos". Este filólogo gallego, aun con años de residencia en la isla, no vivió el terremoto de 1999. "Pero los taiwaneses me cuentan que lo de hoy, subjetivamente, ha sido más fuerte". Él se ha ido acostumbrando a los temblores. "Cuando son fuertes se sienten en este lado de la isla, en Taichung, aunque acostumbran a pasar en el otro lado, como hoy. Pero como este, ninguno". En Taichung, según él, se repite el mismo fenómeno asombros que en el resto de la isla. "En la ciudad no ha pasado nada grave. El problema ha sido en las afueras, en la montaña, donde 21 personas quedaron atrapadas por el deslizamiento de tierras y ya es muy tarde y todavía quedan seis por rescatar". Con estos antecedentes, tiene claro que el sector turístico debe estar subiéndose por las paredes. "La fiesta de Todos los Santos de aquí, que empieza mañana, conlleva excursiones, pero la gente se va quedar en casa".
Algo más al norte, vive y trabaja el escultor valenciano Salvador Marco. "En Sanyi, donde se ha meneado todo, pero no ha habido grandes destrozos". Marco sí que escuchó "la alarma presidencial, que pita tengas como tengas el móvil. También por si un día aparecen unos aviones y tienes que salir pitando". A las 7.58 se ha disparado: "Aviso de terremoto. Mantenga la calma y póngase a salvo", recuerda. "Todos los que estábamos desayunando, en un primer piso, hemos dado un bote y hemos salido a la calle. Yo enseguida he cogido el coche, he ido a recoger a mi mujer y hemos visto que en casa no había desperfectos". Pero luego, el teléfono "ha seguido zumbando, por la aplicación de la Agencia Meteorológica, 42 veces, por las 42 réplicas de más de 4 grados. Estas casi dan más miedo, por el peligro de que terminen de derrumbarse varios edificios. Algunos se aguantan por pura magia". A Marco no le extraña la contención de la cifras de muertos. "En Taiwán son asiáticos, van despacito, sobre seguro, pero no esconden nada".