"Israel solo vencerá si vencen los palestinos también"

Entrevista al abogado palestino  Raja Shehadeh

Hasta que acepten una solución de dos estados, los  israelis vivirán al lado de "una bomba de relojeria" 

Raja Shehadeh en el Festival del Libro de Edimburgo en 2017

Raja Shehadeh en el Festival del Libro de Edimburgo en 2017

Simone Padovani/Awakening / GETTY

En la primavera del 2008 durante una caminata en los alrededores campestres de Ramala, el veterano abogado palestino, escritor y senderista empedernido señaló los chalés adosados de Dolev, el asentamiento ilegal israelí que se perfilaba en el horizonte: "A veces me dejo llevar 15 o 20 años atrás a cuando podía caminar por aquí sin angustia", dijo. Un blindado de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) recorría una nueva carretera de acceso exclusivo para los colonos judíos. "Pronto no podremos caminar por aquí".

Quince años después, los peores pronósticos de Shehadeh -ya cumplidos los 72 años y con una decena de libros publicados- se han hecha realidad. "Si vienes ahora, apenas la reconocerás," dijo en una entrevista telefónica mantenida el pasado miércoles.

"Hay muchos más asentamientos alrededor de Dolev y algunos de los colonos son muy violentos. Es casi imposible caminar ya en la zona ", explica Shehadeh, cuyo ultimo libro Una memoria palestina (Profile , 2022) cuenta la historia de la ocupación y el genocidio cometidos por Israel en Palestina desde la primera expulsión masiva de mas de 400.000 palestinos, la llamada Nakba, en 1948

Cuando Shehadeh, accedió a hacer aquella caminata para un reportaje publicado entonces en La Vanguardia, había unas 60 viviendas en Dolev. Ahora son casi 800. Cuando se produjo un atentado con bomba en el asentamiento en 2019, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu anunció de que duplicaría el número de viviendas. 380 unidades fueron construidas en Dolev solo en 2022

Es solo un ejemplo de una expansión implacable de los asentamientos ilegales que se aceleró el año pasado cuando se expulsaron de sus tierras más de 1000 familias palestinas para allanar el camino a los colonos. 

Desde el ataque de Hamas a Israel el pasado 7 de octubre, las expulsiones son casia diarias, con un saldo de  más de 300 palestinos asesinados en cuatro meses.

Hay especulación inmobiliaria entre la  limpieza étnica

Hay apuestas inmobiliarias en medio de la limpieza étnica. "Ahora cuando conduces por la carretera que conecta Dolev con la costa, encuentras grandes carteles que anuncian la venta de inmuebles en el asentamiento", dice Shehadeh. "Los colonos adquirieron sus viviendas antes a precios más bajos; luego las venden y embolsan un montón de dinero".

Históricamente miles de judíos procedentes de EE.UU. y Europa se han asentado en territorios palestinos, un proceso de ocupación ilegal que se intensificó tras el llamado acuerdo de la paz de Oslo en 1993 cuando se multiplicó por cuatro el número de asentamientos. "La idea es hacerles pensar que están en Israel y no en Palestina", comenta Shehadeh. Unos 700.000  israelíes viven ilegalmente en Cisjordania y cada día son más.

Las tierras de los palestinos se reparten actualmente entre los colonos bajo supuestos derechos de propiedad avalados por  la mitología bíblica. Los Israelitas expulsados hace 3.000 años ya se ven representados por “individuos judíos estén donde estén", según asegura la ley israelí. 

"Antes, los rabinos decían que no debieron asentarse porque violaba la ley", explica Shehadeh. "Luego, las compuertas se abrieron; muchos más colonos, ortodoxos, llegaron a Cisjordania."

Shehadeh ya presintió hace cuatro décadas el desastre que se avecinaba para los palestinos. Tras ver los mapas del Plan Numero 50 del ejército israelí de 1984, quedó claro que los militares "pretendían construir una red superior de infraestructura de agua, electricidad y carreteras que conectarían los asentamientos". 

"Estamos en un estado apartheid"

 Esto tenía un objetivo obvio: la dependencia total de Palestina de Israel. "Me entré en pánico porque me di cuenta de que sería una situación muy peligrosa. En cualquier momento  nos podrían privar de todo sin perjudicar a su propia gente; y es exactamente lo que ha ocurrido. Estamos en un estado apartheid.

Desde el pasado 7 de octubre el peligro es aún mas inmediato. "Ahora los militares israelíes entran  en Ramala en cualquier momento del día o la noche para detener a la gente o para demoler viviendas". 

Pese a ello, Shehadeh -conocido a escala internacional por su defensa legal de los derechos humanos en Palestina- dice que no tiene miedo por su propia seguridad. "No soy activista ya y por mi edad no creo que sea un blanco". 

Para combatir el impacto de su  literatura de denuncia, Israel cuenta  con un arma sumamente eficaz: la auto censura que se emplea  en el mundo editorial occidental desde el 7 de octubre.

 Hace unos meses se daba por hecho que Memoria palestina   ganaría el premio National Book Award en el Reino Unido. "Era el candidato más fuerte, desde luego, pero, mi editor en Gran Bretaña, me explicó que era imposible que ganara en las circunstancias del 7 de octubre, y tenía razón."

Entrelazando la historia de su difícil  relación personal con su padre, el célebre abogado palestino Aziz Shehadeh, Shehadeh explica en el libro la historia de violencia, traición y engaño protagonizada por los palestinos desde hace más de un siglo. No solo  frente a Israel, sino también ante las  potencias poscoloniales, sobre todo,  el Reino Unido, así como los estados árabes. 

Su último libro explica la historia de su padre, abogado defensor de los derechos palestinos

 Aziz-que defendió a quienes perdieron sus tierras y sus ahorros tras la Nakba de 1948- tuvo que abandonar su hogar familiar  en Jaffa tras la entrada de las tropas israelís y una limpieza étnica ocurrida solo tres años después de la publicación de las primeras imágenes de Auschwitz. 

Después, afincado en Ramala, donde nació su hijo Raja, lideró una serie de demandas judiciales en representación de cientos de palestinos expulsados. Pero como se ha demostrado en repetidas ocasiones, la ley internacional no se aplica en el caso de los palestinos. Aziz tuvo   escaso éxito en su defensa de las victimas del Nakba aunque logró, en un juicio celebrado en Jordania, la devolución de los ahorros de algunos desplazados tras la expropiación por Israel de sus cuentas bancarias.  

Poco después, Aziz fue  encarcelado por el régimen jordano y en 1985 fue asesinado por un invasor de tierras palestinas que, Shehadeh sospecha, era un colaborador de los israelís: "Estamos intentando investigar aún pero el gobierno israelí se niega a publicar los documentos sobre el caso".

Aunque la  masacre actual en la franja de Gaza ha sido calificado como un segundo Nakba, Shehadeh duda de que Israel logre expulsar a los palestinos. "Hace mucho tiempo que los israelíes buscan una forma de deshacerse de los palestinos en Cisjordania y Gaza", dice. "Pero creo que es una esperanza falsa para ellos. Nakba no puede repetirse".

Esto significa, como insiste el padre de Shehadeh en el libro, que, si no busca un modus vivendi, Israel "seguirá viviendo al lado de una bomba de relojería".

 Aunque  la generación más joven vinculada a la Organizacion de Liberacion de Palestina, exigían la devolución de todas las tierras ocupadas por Israel tras el Nakba, Aziz insistía en los años sesenta y setenta en que  solo una solución de dos estados garantizaría la paz.  

"Yo no coincidía mucho con mi padre cuando estaba vivo.  Pero ahora creo que tenía razón. Los israelíes no vencerán aplastando a los palestinos, y los palestinos jamás podremos expulsar a los israelíes. La única manera de vencer es si ambos pueblos vencemos".

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