Ciudades más grandes, ciudades más desiguales

El Reportaje

En el 2050, siete de cada 10 personas en el mundo vivirán en áreas urbanas, pero las que residen en asentamientos precarios se habrán multiplicado por tres

Hong Kong es la ciudad con el mercado de vivienda menos asequible mundo por la falta de espacio para crecer y construir vivienda

Hong Kong es la ciudad con el mercado de vivienda menos asequible mundo por la falta de espacio para crecer y construir vivienda

fréderis soltan

El 57% de la población mundial reside hoy en día en ciudades, y esta cifra solo hará que crecer en los próximos años. Según estimaciones del Banco Mundial, en el 2050, siete de cada 10 personas vivirán en áreas urbanas. Pero este rápido proceso de urbanización plantea varios retos, como la necesidad de afrontar la demanda acelerada de vivienda asequible, el desarrollo de infraestructuras adecuadas y sistemas de transporte eficientes, así como garantizar servicios básicos y una buena calidad de vida para los habitantes de las ciudades. En resumen, asegurar el derecho a una vivienda digna.

Un derecho que no tienen garantizado los aproximadamente mil millones de personas que actualmente viven en barrios marginales densamente poblados, conocidos como “ slums”. En estos barrios, los edificios no proporcionan servicios esenciales, como el acceso al agua y la electricidad o unas condiciones de higiene y habitabilidad mínimas. Según datos recientes publicados por la agencia de desarrollo urbano de las Naciones Unidas, se prevé que esta cifra se triplique a medida que más personas migren hacia las ciudades en busca de oportunidades, y que llegue a los 3.000 millones en el 2050. La ONU Habitat pronostica que el 50% de este crecimiento se concentrará en ocho países: Nigeria, Filipinas, Etiopía, Tanzania, India, la República Democrática de Congo, Egipto y Pakistán.

En Hong Kong hay familias que viven en una sola habitación, en cabañas en los tejados, literas o ‘casas ataúd’

Gracias a la gran oferta de trabajo, las megaciudades a menudo atraen la población del interior del país (o del extranjero, en el caso de los países más desarrollados) que acaban en trabajos poco cualificados, pero al mismo tiempo albergan grandes empresas que ofrecen trabajos muy bien remunerados. El resultado son enormes diferencias en los ingresos. Las grandes ciudades son, de hecho, más desiguales que la media de los países en que se encuentran, es decir, que ya sea en Estados Unidos, en el Reino Unido, China o Brasil, la distribución más desigual de la renta se encuentra a las principales ciudades de los países respectivos.

Eso se traduce en forma de segregación. Las áreas urbanas con más diferencias de ingresos tienden a estar físicamente segregadas, creando divisiones visibles entre comunidades, y los barrios más pobres sufren tasas de criminalidad más altas, una esperanza de vida más baja y problemas de salud más graves.

“En países como Perú, más del 70% de la gente accede a la vivienda de forma informal, por la autoconstrucción”

A estas condiciones, hay que añadir el reto climático. Eduard Cabré, experto en planificación urbana y responsable de relaciones internacionales en la Gerència d’Habitatge del Ayuntamiento de Barcelona, explica a La Vanguardia durante el Festival Internacional de Vivienda Social que uno de los principales desafíos de la vivienda del siglo XXI es adaptar las ciudades a la emergencia climática. Pero asegura que esta es una problemática que se manifiesta de forma diferente para los países de occidente que para los del sur global. “En el contexto europeo u occidental, los retos que tenemos en el marco del cambio climático tienen que ver sobre todo con eficiencia energética y con las emisiones. Pero hay otras regiones del mundo donde el principal problema será el desplazamiento forzado de mucha población que vive en zonas inundables, y con la subida en el nivel del mar se tendrá que desplazar; sufrirán sequías, inundaciones...”, asegura Cabré. “En los países en desarrollo los retos que se plantean es reubicar poblaciones y dar soluciones habitacionales dignas a este flujo”, sentencia.

HONG KONG

“Hay un extractivismo feroz del suelo urbano, y las ciudades quedan en manos de unos pocos”

Mientras que algunas ciudades crecen en longitud, formando barrios alejados del centro y de difícil acceso, otras no tienen más espacio para crecer. Es el caso de Hong Kong, que sufre una de las crisis de vivienda más graves del mundo. Hace más de una década que esta ciudad asiática encabeza la clasificación del mercado de vivienda menos asequible del mundo. Entre el 2004 y el 2021, el índice de precios de los pisos y casas de Hong Kong aumentó un 239%, mientras que los salarios solo crecieron un 7,1%.

Los elevados alquileres han forzado a los residentes más vulnerables de la ciudad a vivir en viviendas precarias y a menudo ilegales, con unas condiciones insalubres. Agnes Yang, de la ONG Consejo de Servicios Sociales de Hong Kong ( CSSHK), explica que se produce un “efecto de subdivisión de la vivienda”, y que hay familias que viven en el espacio de una sola habitación, en cabañas en los tejados, y en literas o incluso en las conocidas como “casas ataúd”, que pueden tener el tamaño de un armario, en el que a duras penas cabe una cama.

El 50% del auge está en ocho países: la RDC, Nigeria, Filipinas, la India, Egipto, Etiópia, Tanzania y Pakistán

Según datos de esta organización, 127.500 unidades familiares viven en viviendas inadecuadas, es decir, cerca de un 5% de la población.

Siendo una ciudad con desigualdades tan evidentes -con 125.100 millonarios y 1,6 millones de personas que viven en la pobreza-, el gobierno optó por hacer un parque de vivienda pública que supone actualmente el 40% el alojamiento de Hong Kong. Pero acceder supone una espera media de 6 años. Unos años durante los cuales las personas tienen que malvivir en viviendas precarias.

Las megaciudades son más desiguales que la media de los países en que se hallan, y eso se traduce en segregación

Es con este objetivo que CSSHK importó de ciudades europeas la idea de utilizar contenedores marítimos para alojar temporalmente a familias que esperan para acceder a la vivienda pública. Como los costes y el tiempo de construcción son mínimos, lo único que hay que resolver es la cuestión de los terrenos, que obtienen con donantes privados o con parcelas públicas que están a la espera de licitaciones de obras diversas. Hasta ahora, 500 familias se han podido beneficiar de esta iniciativa. Una cifra modesta, reconoce Yang, pero que tendría que servir de inspiración al gobierno para “ofrecer más vivienda pública para resolver el largo tiempo de espera”.

El próximo reto de la entidad es ir más allá y tener un “enfoque holístico” también en la vivienda social. “La vivienda está relacionada con la soledad, los problemas mentales y la salud,” explica Yang, y por eso reivindica que es necesario “tener un entorno agradable, con acceso a servicios, movilidad, y espacios verdes, que mejore las condiciones de vida.”

Uno de los principales desafíos de la vivienda es adaptar las ciudades a la emergencia climática

BUENOS AIRES

El crecimiento de las ciudades en América Latina se ha dado de manera desigual, con una elevada informalidad. Una gran parte de la población ha construido sus viviendas fuera de cualquier plan de ordenación, con recursos personales. “En países como Perú, más del 70% de la población accede a la vivienda por la vía informal, es decir, por la autoconstrucción, en suelos ocupados, sin título de propiedad,” explica Eduard Cabré. “En estos casos el urbanismo se limita a delimitar espacio público del espacio privado con el fin de tener calles, para que no se creen barrios muy densos donde no haya calles que garanticen una cierta movilidad y salubridad”.

La arquitecta argentina Ana Falú explica que, a diferencia de las ciudades europeas que son “compactas”, las ciudades latinoamericanas son “inalcanzables, extensas, y de mucha más desigualdad”. Para esta académica, que fue directora regional de ONU Mujeres, eso “está vinculado a la enorme carencia habitacional que ha crecido de manera obscena”. “Hay un extractivismo feroz del suelo urbano, y la ciudad queda en manos de unos pocos”, reivindica.

“Las desigualdades en América Latina” definen “las condiciones y el lugar donde vives”, sentencia Falú, que defiende que “no es lo mismo ser una mujer blanca que trabaja y se desplaza en coche que ser una mujer con algún origen étnico que vive en un barrio donde no llega el transporte público y no hay accesibilidad de servicios”. En este sentido, Falú reclama que la “naturaleza interdependiente entre vivienda y ciudad”: “El habitáculo solo no resuelve la vida cotidiana”, sostiene.

En la misma dirección se pronuncia Eduard Cabré, que explica que “se han dado muchos programas de vivienda que construían vivienda descolgada de la ciudad, en la periferia, sin ningún tipo de servicio, y lo que ha producido eso es que muchas personas que tenían una vivienda, la han acabado abandonando y se han ido a vivir de una manera más precaria en el centro de la ciudad, que está donde hay oportunidades de trabajo”.

Sin embargo, Falú reclama que se están llevando a cabo muchas iniciativas transformadoras, tanto públicas como privadas, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de estas personas. Destaca “la experiencia que está desarrollando la alcaldesa Claudia López en Bogotá, las Islas del Cuidado” que, según explica, “son espacios ubicados en los barrios periféricos que tienen más necesidad de atención y más demanda de cuidados para que las mujeres ganen tiempo, el bien más escaso en su vida”. Falú también defiende “las viviendas colectivas”, que se están fomentando en Argentina, “que incorporan la perspectiva de género, con espacios para la colectivización de las tareas de cuidado.”

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