Día 9 de agosto del 2022: “Washington está listo para concluir rápidamente un acuerdo con Irán”, afirmaba The New York Times citando a un portavoz del Departamento de Estado, aún con todas las cautelas del mundo. “El acuerdo nuclear con Irán es inminente”, titulaba el 19 de ese mes la web de Al Jazeera . Solo tres meses después, Estados Unidos e Irán vuelven a la confrontación total.
La puntilla a las conversaciones para el retorno al pacto nuclear del 2015, y con él a la suspensión de las sanciones contra Irán a cambio de una contención sustancial en su programa atómico, la puso Teherán el martes al anunciar que el país había empezado a producir uranio con una pureza del 60% en la planta subterránea de Fordo. La República Islámica ya enriquecía uranio a esa escala en su central de Natanz, pero la ampliación significa un paso más hacia la obtención de material suficiente para fabricar la bomba atómica. El anuncio venía a formalizar la ruptura en lo estrictamente relativo al pacto nuclear que EE.UU. y el resto de grandes potencias, con mediación de la Unión Europea, se disponían supuestamente a recuperar.
Pero el aumento de la producción de uranio enriquecido, anunciado en respuesta a las quejas del Organismo Internacional de la Energía Atómica sobre la falta de cooperación de Irán en la supervisión de sus instalaciones nucleares, se sumaba a una cadena de agravios y provocaciones en otros ámbitos que de hecho hacían imposible cualquier tipo de reconciliación entre Teherán y Washington, por parcial que fuera.
La dura represión de las protestas por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini cuando, el 16 de septiembre, se hallaba en custodia policial por no llevar su velo como imponen las normas, así como la ayuda que Teherán está prestando al ejército de Vladímir Putin en la invasión de Ucrania, son vistas por el Gobierno de Joe Biden como actos de hostilidad frontal incompatibles con una negociación.
“No hay diplomacia con Irán” tras su desafío en Ucrania, su escalada represiva y sus pasos en la producción nuclear
“No hay diplomacia con Irán en este momento”, dijo hace ya unas semanas el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby. “Nos hallamos en un callejón sin salida, y no estamos enfocados en la vía diplomática”, añadió. Y el martes reafirmó que Washington “no permitirá que Irán alcance la capacidad de fabricar armas nucleares”.
No pasa una semana sin que el Departamento de Estado anuncie sanciones a altos cargos y dirigentes iraníes, bien por las muertes, torturas y encarcelamiento de manifestantes contra la dictadura del velo; bien en relación con el envío de drones al ejército ruso para su utilización contra Ucrania –a menudo sobre objetivos civiles–; bien por violar sanciones o prohibiciones en vigor, por ejemplo, sobre la venta de petróleo y productos petroquímicos iraníes.
En el frente de las protestas internas, Irán no deja de intensificar sus operaciones de represión y de extenderlas a la minoría kurda, tanto en el oeste del país como al norte de Irak. Allí, fuerzas del cuerpo de los Guardianes de la Revolución atacaron el lunes pasado, con aviones no tripulados y misiles, las sedes de “grupos disidentes” en el Kurdistán iraquí.
Unidades blindadas y fuerzas especiales de este cuerpo se dirigían ayer a las regiones fronterizas del oeste y noroeste de Irán, hogar de la minoría kurda, para reforzar la represión contra la “disidencia”. Y en la provincia de Sistán-Beluchistán, al sudeste, organizaciones de derechos humanos han reportado decenas de muertos en los dos últimos meses.
El ejército ucraniano mata a varios de los instructores que Irán envió a Crimea para ayudar a los rusos
En Ucrania, mientras tanto, el secretario del Consejo Nacional de Defensa, Oleksí Danílov, dijo ayer a The Guardian que el ejército había matado a “varios” de los instructores del cuerpo de los Guardianes de la Revolución llegados a Crimea hace unas semanas para enseñar a los rusos a manejar los drones que Irán había enviado allí para ayudar a los rusos en la guerra. Fuentes israelíes hablaron de diez asesores iraníes muertos.
Entre lo uno y lo otro, no es este el ambiente idóneo para el diálogo entre Washington y Teherán.