Italia llega al día de la verdad. Este miércoles debería quedar más claro si el futuro de Mario Draghi continúa estando en Palacio Chigi, sede del Ejecutivo, o en Città della Pieve, un idílico pueblo umbro donde el expresidente del Banco Central Europeo ama relajarse. A las 9.30 de la mañana está previsto que inicie su discurso ante el Senado, mientras que a última hora de la tarde se debería celebrar la votación de la moción de confianza. El jueves será el turno de la Cámara de Diputados.
Pero los italianos todavía no saben si van a continuar con Draghi como primer ministro o si pronto van a tener que acudir a las urnas. Los cinco días que dio el presidente Sergio Mattarella para resolver si Draghi puede contar con un amplio respaldo para gobernar hasta el fin de la legislatura han expirado sin resolverse las principales incógnitas. El premier no ha hablado del tema y no ha aclarado si sigue determinado a dimitir o si ha cambiado de opinión.
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Solo uno de cada tres italianos quiere elecciones anticipadas, según un sondeo de ‘La Stampa’
La principal duda es lo que hará el Movimiento 5 Estrellas, artífice de la crisis, que después de arrastrar días de broncas y cónclaves no ha sido capaz de decidir qué dirección dar a sus parlamentarios este miércoles. Su líder, el ex primer ministro Giuseppe Conte, ha asegurado que la decisión ahora “no compete al M5E, sino a Draghi”, dando a entender que se esperan a escuchar si su discurso satisface la serie de exigencias que le presentaron. Un nutrido grupo de parlamentarios, incluyendo al líder del partido en la Cámara de Diputados, está preparado para desobedecer a la directiva y apoyar a Draghi en caso contrario. Los periódicos italianos han especulado que el exbanquero podría permanecer si esta comitiva es numerosa.
Pero los grillini no son los únicos que tienen dudas. Los partidos derechistas que estaban dentro de la coalición, la Liga y Forza Italia, siguen declarando en público que solamente seguirán en el barco si bajan de él los de Conte, que consideran que no son unos compañeros de viaje fiables. De lo contrario, avisan, están preparados para ir a elecciones. Por la noche sus líderes, Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, entre otros, acudieron a ver a Draghi y volvieron a encerrarse a negociar en la villa romana de Il Cavaliere.
En Roma se respiraba una brizna de optimismo en los círculos políticos sobre la continuidad del Ejecutivo
El premier pasó la jornada de reflexión ultimando su discurso, reuniéndose con políticos, con Mattarella, y hablando por teléfono con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Pese a todo, en Roma se respiraba una brizna de optimismo en los círculos políticos sobre la continuidad del Ejecutivo. “Será un buen día, estoy seguro”, confió Enrico Letta, secretario general del PD.
Al final la última palabra la tiene Mario Draghi, que estos días ha ido escuchando diferentes llamamientos para que continúe al mando, desde las principales cancillerías europeas hasta a la Federación de Veterinarios italianos. La Iglesia, unos 1.600 alcaldes de todos los colores políticos, sindicatos o patronales le exigen responsabilidad para no abandonar al país en una coyuntura tan difícil, en plena guerra y con una crisis social emergente. Al fin y al cabo, no es habitual que un ejecutivo caiga pese a tener el apoyo del Parlamento –Draghi superó el voto de confianza la semana pasada aun con la ausencia del M5E– pero el primer ministro considera que la coalición no puede continuar sin uniformidad. Solo uno de cada tres italianos quiere elecciones anticipadas, según un sondeo en La Stampa . “Nadie en Europa o en el mundo puede entender una crisis de gobierno que ha surgido de esta manera”, comentó el veterano presidente de la región de Campania, Vincenzo de Luca, que no suele morderse la lengua.
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