La contabilidad de la Organización Trump entre los años 2001 y 2020, es decir, los números exhibidos ante el fisco y demás autoridades, están mal. “No son de fiar”, admite la firma que los plasmó en unos estados financieros así convertidos en papel mojado y en grave contratiempo para el futuro del expresidente y de su emporio empresarial familiar. La compañía contable en cuestión, Mazars, incluyó la explosiva revelación en una carta de ruptura, despedida y advertencia dirigida al abogado del grupo inmobiliario, Alan Garten. La misiva se ha incorporado como prueba en el sumario del caso civil que la fiscal general de Nueva York, Letitia James, sigue contra el holding de Donald Trump por fraude financiero “para obtener beneficios económicos” que incluyen préstamos, seguros y deducciones tributarias.
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“Le informamos de que los estados financieros de Donald Trump entre el 2011 y el 2020 ya no son fiables” y que así “deben informarlo a los destinatarios de los documentos”. Esto escribió al abogado Garten el ejecutivo de la firma contable que, el 9 de febrero, asumió la desagradable y doble tarea de tumbar 10 años de cuentas del grupo Trump y de comunicar a sus responsables el fin de una relación societaria que databa de tres decenios y el exlíder había heredado de su padre, Fred Trump.
La firma Mazars crea un gran problema legal y económico a Trump al invalidar sus estados financieros de 10 años
“Debido a nuestra decisión respecto a los estados financieros y a la totalidad de las circunstancias, hay un conflicto de intereses irrenunciable” por el que “ya no podemos proporcionarles ningún nuevo trabajo más”, dijo el ejecutivo de Mazars, William Kelly.
Surge una pregunta obvia: ¿cómo es que los contables de toda la vida de Trump descubren ahora unas irregularidades que se supone tendrían que haber detectado una y mil veces al comprobar sus números de tantos años? En la carta, Kelly atribuye las repentinas conclusiones a lo descubierto, de un lado, a través de “nuestra propia investigación y de información recibida de fuentes internas y externas” y, de otro lado, gracias a los informes presentados por la fiscal el 18 de enero del 2022, que fue cuando Letitia James dijo haber hallado “evidencias significativas” de “fraude o engaño” en esas cuentas.
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Tal vez para salvar los muebles, y en contraste con su reconocimiento de “no fiabilidad” de los estados financieros concernidos , Mazars subrayó que su trabajo se ajustó a los “estándares profesionales” y precisó que no tiene constancia de que las declaraciones de Trump contengan “discrepancias importantes en su conjunto”. Pero después alude a “la totalidad de las circunstancias”para concluir que “lo apropiado es no confiar más en tales estados financieros”.
El caso civil se desarrolla en paralelo a otro de carácter penal sobre las actuaciones empresariales y tributarias de los Trump
La fiscal James presentó la carta como argumento de su petición al juez de que obligue a testificar a Trump, así como a sus hijos Donald jr. e Ivanka, para prestar testimonio en la causa civil por el supuesto fraude contable. Un caso que se desarrolla en paralelo a otro de carácter penal sobre las actuaciones empresariales y tributarias de los Trump.
Los gestores de la empresa del expresidente afirmaron en una nota que, si bien están “decepcionados” con la ruptura de Mazars, su carta confirma que las cuentas “no contienen discrepancias importantes” y eso hace “discutible” las indagaciones de la fiscal.