Berlusconi renuncia a su sueño de ser presidente de la República

La batalla por la jefatura de Estado

El exprimer ministro italiano asume que no tiene los apoyos suficientes para convertirse en jefe de Estado

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Un hombre toca una foto de un mural representando al hasta ahora candidato a la presidencia Silvio Berlusconi vestido de mujer

PIERO CRUCIATTI / AFP

Al final ha tirado la toalla. Silvio Berlusconi, a sus 85 años, ha renunciado a su último gran sueño: convertirse en presidente de la República en Italia. El tres veces primer ministro ha informado este sábado a sus compañeros de coalición que su llamada ‘operación ardilla’ ha fracasado y no ha logrado convencer a los parlamentarios suficientes para reemplazar a Sergio Mattarella una vez su mandato de siete años expire el próximo 3 de febrero. Es seguramente una de las derrotas más dolorosas de su carrera.

Il Cavaliere no había escatimado ningún esfuerzo. Había llamado personalmente a los posibles diputados y senadores huérfanos de partido, incluso presentándose como “señor bunga-bunga” (en referencia a sus sonadas fiestas con menores de edad). Esta semana ha vuelto a comprar una página en el Corriere della Sera para subrayar sus supuestas virtudes para el cargo. 

Las cartas, escondidas

El magnate indica que Mario Draghi debe permanecer como primer ministro

Pero la realidad se ha impuesto y ha tenido que aceptar que no iba a alcanzar los 505 votos necesarios de entre los 1.009 grandes electores a partir del cuarto escrutinio, aunque él promete que sí los tenía. Fue Licia Ronzulli, una senadora de su partido, Forza Italia, quien comunicó durante una reunión al resto del bloque de derechas que es el momento de buscar otro candidato.

“He decidido dar otro paso en el camino de la responsabilidad nacional”, indicó el magnate en el comunicado. “Continuaré sirviendo a mi país –siguió–, como he hecho estos años, de líder político y europarlamentario, evitando que sobre mi nombre se consuman polémicas injustificadas que la nación no puede permitirse”.

Su insistencia, sin embargo, sí ha dado frutos. Esta semana, clave antes de que las votaciones arranquen a las tres de la tarde del lunes, las negociaciones han estado bloqueadas a la espera que informase si tenía o no los números suficientes. Todo el mundo estaba pendiente de sus progresos desde su casa de Arcore, a las afueras de Milán. Y eso le hace partir con ventaja. Ahora Berlusconi se encuentra en una posición central para determinar un nombre importante, la persona que el bloque compuesto por Forza Italia, la Liga de Matteo Salvini y Hermanos de Italia de Giorgia Meloni intentarán imponer al resto de formaciones para el cargo más alto del país. Ayer anunciaron que será una persona con suficiente autoridad como para poder ser aceptada por las fuerzas progresistas.

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“Gracias a una indiscutible tenacidad personal, a la televisión y a su dinero ha conseguido mantenerse en el centro. Forza Italia es el partido de derechas que es más moderado y es el que podrá negociar un candidato con el Partido Demócrata (PD). Lo aprovechará para colocarse en una posición crucial para negociar”, vaticina Giovanni Orsina, politólogo de la universidad Luiss de Roma.

Mientras, Mario Draghi observa en silencio todos los pasos desde Palazzo Chigi, a la espera que llegue su turno en esta partida de póker. El movimiento de Berlusconi podría acercar al actual primer ministro al Quirinal. Pero si Draghi fuese el elegido, los partidos italianos deberían ponerse de acuerdo para buscar un premier alternativo que evitase unas elecciones anticipadas que abrirían una gran etapa de incertidumbre en un momento en que el país todavía atraviesa una fase delicada por la pandemia y la implantación del plan de recuperación. Berlusconi no ha señalado ningún favorito, pero lo que ha dicho claro es que prefiere que el expresidente del Banco Central Europeo permanezca donde está.

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Las cartas todavía no están desveladas para una cita de gran relevancia para Italia y también para Europa, muy pendiente del rumbo que tome el país y del cargo que ocupe Mario Draghi en los próximos meses. Salvo sorpresas, todo apunta a que nada estará resuelto el lunes en un cónclave que se desarrollará en unas condiciones nunca vistas por la pandemia. Incluso unos 35 parlamentarios actualmente positivos deberán votar desde el aparcamiento del Parlamento: llegarán en coche y entregarán la papeleta a dos funcionarios, que la custodiarán tras depositarla en la urna. La temperatura política en Italia sigue subiendo.

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