El Sinn Fein (izquierda nacionalista, antiguo brazo político del IRA) ganó las elecciones del pasado febrero en Irlanda en porcentaje de votos pero no en escaños, y se ha quedado fuera del nuevo Gobierno de coalición. Los dos partidos tradicionales del país, Fianna Fail y Fine Gael (ambos conservadores) se han puesto de acuerdo con la ayuda de los Verdes para turnarse al mando e implementar un programa consensuado de recuperación económica tras la pandemia.
Micheál Martin, líder del Fianna Fail (heredero de la tradición de Eamon de Valera en la guerra civil) será el primero en llevar el timón, hasta diciembre del 2022, cuando será sucedido por el hasta ahora taoiseach , Leo Varadkar, del Fine Gael (sucesor de la corriente de Michael Collins). Después de dos meses de negociaciones complicadas por la situación sanitaria, ambos alcanzaron ayer un acuerdo (que aún ha de ser ratificado en los próximos días por los respectivos grupos parlamentarios), al que se sumó Eamon Ryan, de los Verdes.
El Sinn Fein (izquierda) ha quedado excluido a pesar de haber sido el grupo más votado en las elecciones de febrero
Estar ausente del Gobierno no constituye ninguna tragedia para el Sinn Fein, cuya agenda es totalmente incompatible con las formaciones de la derecha que dominan la política nacional desde la independencia. Tras su victoria buscó apoyos para una coalición de izquierdas con el Labour e independientes, pero en seguida resultó evidente que no era posible. Con la autoridad moral de haber sido el partido más votado, podrá seguir avanzando hacia su gran objetivo de la reunificación de la isla, sin sufrir el desgaste de las consecuencias económicas de la pandemia.
El eje del acuerdo de Gobierno, más allá de los turnos para ser primer ministro entre Martin y Varadkar, es un programa de recuperación con amplios tintes ecologistas para que los Verdes se subieran a bordo. “En pocos meses nuestro mundo se ha puesto patas arriba, se han perdido vidas(hasta ayer 1.706) y muchos corazones han quedado rotos –señala un comunicado conjunto–. Para alcanzar este compromiso nos hemos sorprendido a nosotros mismos, demostrando que en circunstancias extremas somos capaces de colaborar y forjar alianzas inauditas”.
Las últimas elecciones fueron un castigo a los dos partidos tradicionales, y una expresión del hartazgo de los votantes, que apostaron por el cambio radical que les ofreció el Sinn Fein. Para muchos el proyecto de reunificación de la isla no fue el factor decisivo, sino las promesas de construcción de vivienda barata (los pisos en Dublín son tan caros como en Londres o Nueva York, tanto de alquiler como de propiedad), la lucha contra la pobreza y la reforma de la sanidad (muy privatizada) y la educación.
Leo Varadkar, un líder con mejor imagen fuera del país que dentro, ha ganado puntos con su gestión de la crisis sanitaria, en la que ha actuado con más firmeza y claridad que Boris Johnson en la isla vecina. Pero gobernar en solitario le ha resultado imposible, dado que perdió quince escaños en las elecciones, quedándose en tan sólo 35, por 38 del Fianna Fail y 37 del Sinn Fein. Para tener la mayoría absoluta (algo dificilísimo) hacen falta ochenta.
“El cambio constitucional va a ser inevitable”, ha dicho la presidenta del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, que va a liderar la oposición al nuevo Gobierno. En virtud de los acuerdos del Viernes Santo, Londres se comprometió a celebrar un referéndum en el momento que parezca que haya una mayoría a favor de la reunificación en el Ulster. El impacto del Brexit será decisivo en un sentido u otro.