Loading...

Aumenta la presión para que Biden responda a una acusación de abusos

EE.UU.

Una empleada de su oficina del Senado en los noventa lo acusa de agresión sexual

Partidarios de Joe Biden, junto a él en las elecciones primarias de Carolina del Sur

JIM WATSON / AFP

El silencio de Joe Biden ante la acusación presentada por una antigua empleada de haberla agredido sexualmente en los años noventa es cada día más insostenible para su campaña y el Partido Demócrata, acusados desde varios frentes de hipocresía y doble rasero. Los principios detrás del movimiento #MeToo, que tanto han apoyado, ¿no se aplican a sus miembros?, se pregunta no sólo la prensa conservadora.

El nombre de la denunciante, Tara Reade, saltó a la arena pública hace un año, cuando varias mujeres acusaron al exnúmero dos de Barack Obama de diferentes episodios de acoso. Ninguna llegó a hablar de agresión sexual. Ella contó que, cuando trabajaba en su oficina, el entonces senador acostumbraba a ponerle la mano en el hombro y recorrer su cuello con el dedo; fue despedida, dijo entonces, por negarse a hacer de camarera. Hace un mes, cuando Biden era ya candidato presidencial de facto de los demócratas, volvió a hablar y dio una muy diferente versión de los hechos.

La réplica conservadora

“La izquierda tiene un estándar para los republicanos y otro para los demócratas”

Ocurrió supuestamente en la primavera de 1993, cuando Reade recibió el encargo de llevarle la bolsa del gimnasio a otro punto del Capitolio. Según su relato, al encontrarse, Biden la acorraló contra una pared, empezó a besarla y a manosearla bajo la blusa. Usó su rodilla para abrirle las piernas, metió la mano bajo la falda y le introdujo sus dedos en la vagina, dice. “Todo pasó muy rápido... Me estaba besando y me decía, muy bajito, ‘¿quieres ir a otro sitio?’”. Reade, que entonces tenía 29 años, cuenta que lo rechazó y se lo quitó de encima. “Venga, había oído que te gustaba...”, asegura que le dijo sorprendido el político.

Reade sostiene que se quejó a Marianne Baker, una asistente de Biden, y dos personas más de su equipo del “acoso” sufrido (entonces no habló de agresión sexual). No ocurrió nada y optó por poner una queja interna que no dio fruto alguno. Al poco tiempo, fue despedida.

En contra de lo que él mismo aconsejaba cuando eran otros los acusados –“Para que una mujer dé un paso al frente para ponerse bajo los focos a nivel nacional, debemos partir de la presunción de que al menos la esencia de lo que cuenta es real”, dijo cuando Christine Blasey Ford acusó al juez Brett Kavanaugh de una antigua agresión sexual– Biden se ha negado a afrontar las acusaciones. La única respuesta ha sido un comunicado de su campaña del 16 de abril. El exvicepresidente “cree firmemente que las mujeres tienen el derecho a ser escuchadas de forma respetuosa. Esas acusaciones deberían ser investigadas por la prensa independiente” pero “lo que está claro de esta queja es que no es verdad. Eso no ocurrió”.

Sepultada entre las noticias del coronavirus, la acusación no ha tenido demasiado eco (la campaña de Trump y medios conservadores acusan a la prensa progresista de ocultarla deliberadamente). Pero lejos de desaparecer, la polémica ha arreciado. Aunque las tres personas a las que Reade afirma haberse quejado niegan semejantes conversaciones, han surgido varios testigos que sí recuerdan haber hablado con ella del tema en la época.

Entre las personas que han corroborado su testimonio, con diferente grado de detalle, están su hermano, una vieja amiga y una vecina. Reade asegura que también se lo dijo a su madre, fallecida en el 2016. Suya es, sostiene, la voz que se oye en unas imágenes de televisión divulgadas esta semana en las que una mujer pregunta a Larry King en 1993 qué podía hacer su hija para defenderse de los “problemas” que había tenido con un “destacado senador” en Washington.

“La izquierda y sus aliados mediáticos tienen un estándar para los republicanos y otro para demócratas como Biden”, ha dicho el portavoz del partido conservador. Aunque el hecho de que no haya denuncias previas de conductas similares les dio tranquilidad al principio, la respuesta de Biden empieza a ser insuficiente incluso para sus aliados. “No ayuda, sólo hace daño, tanto a la persona que da el paso como al candidato”, afirma la expresidenta del Comité Demócrata Nacional, Donna Brazile. Una exdirectora de la campaña de Bernie Sanders, así como algunos de sus simpatizantes, han pedido a Biden que dimita. Medios como The Washington Post y The Atlantic le reclaman que afronte la queja y permita investigar los papeles de su época como senador.

A la luz de las últimas informaciones, la actriz Alyssa Milano, que hizo de altavoz al #MeToo y apoya la candidatura de Biden, ha matizado su reacción inicial a la acusación. “Quiero que Tara, como todos los supervivientes, tengan espacio para ser escuchados y vistos sin ser utilizados como carne de cañón”. La idea del #MeToo, recordó “nunca ‘fue creed a todas las mujeres digan lo que digan’ sino acabar con el peligroso impulso del patriarcado de autopreservarse a toda costa”.

¿Los demócratas conseguirán arrebatar la presidencia a Trump?
Gracias por participar Tu voto ha sido contabilizado
57 8938
No
43 6690
poll_amp.error.message