El experimento Bloomberg
Primarias demócratas
El magnate gastó como nadie para mantener la alcaldía de Nueva York doce años y dejar un legado de luces y sombras
Corría 1993. Mike Bloomberg, en una entrevista como estrella en el mundo de los negocios de Wall Street, hizo una bola de papel, la lanzó a la papelera y encestó.
–Jugaría en los Knicks si hubiera crecido por encima de los dos metros y fuera negro.
Como no tenía ni una cosa –Trump le llama Mini Mike – ni la otra, ni tampoco se pueden comprar, al cabo de ocho años invirtió como nadie había hecho hasta entonces y se convirtió en alcalde de Nueva York. Tomó posesión en el 2002, sobre los escombros de las Torres Gemelas.
Estaba inscrito en el Partido Demócrata. Al ver que no lograría la nominación para ser el candidato a la alcaldía, se cambió a republicano. En una ciudad mayoritariamente liberal, Bloomberg gastó 70 millones de dólares en la campaña y consiguió 35.000 votos más que el demócrata.
En el 2009, con la excusa de la crisis financiera y la gran recesión, rompió la norma y optó a un tercer mandato. Para su cuenta corriente sería calderilla, pero esta vez tiró de chequera aún más, 120 millones, cifra jamás vista en unos comicios municipales. Cada voto le salió a 174 dólares.
La experiencia neoyorquina entra en juego a escala nacional con su debut en este supermartes . A fin de lograr su sueño de ser presidente, ya se ha dejado 500 millones de dólares, sin igual.
La prohibición de fumar en bares, entre lo mejor, y lo peor fue la persecución policial de negros e hispanos
“Mike Bloomberg no tiene una base política nacional ni una ideología coherente. Pero dispone de 58.000 millones y su campaña es por la vía de televisión, radio y redes sociales. Esto es un experimento en la democracia de Estados Unidos”, sostiene Doug Muzzio, profesor de Política Públicas en el Baruch College de Nueva York. A escala local le funcionó. A pesar de que las encuestas le colocaban muy por detrás del candidato demócrata en su primer intento del 2001, acabó imponiéndose. Si ha de servir de inspiración sus doce años al frente de la Gran Manzana, su legado es complejo, con luces y sombras.
Tuvo gestos de nanny , de niñera, como su prohibición de fumar en bares y en parques públicos, el intento de prohibir los refrescos con gas o la peatonalización de diversas zonas. Y mostró ramalazos de autócrata, en especial en su controvertida política policial.
“Ayudó a superar el trauma del 11-S y el tormento económico que acarreó. Restauró la confianza en la ciudad, en especial la confianza de las élites , y fue un buen gerente en el sentido no político de hacer que las cosas funcionaran. Mejoró la calidad de vida”, analiza John Mollenkopf, profesor de Ciencia Política y director del Centro de Investigación Urbana de la Universidad CUNY.
Su asunto más crítico fue la práctica policial del stop and frisk , parar y registrar, que se aplicó en su mayoría a negros e hispanos. Muzzio, que califica a la Nueva York de Bloomberg como una “ciudad de lujo y para ricos” que incrementó la desigualdad, describe esa práctica como lo peor. “En primer lugar era inconstitucional y luego cruel”, subraya. Según su visión, este supermartes es la gran prueba para dimensionar al exalcade.
Mollenkopf afirma que Bloomberg lo tiene más difícil en la nominación que si se enfrenta a Trump. “Es –aclara– demasiado conservador para un electorado demócrata de primarias. Es de la vieja escuela en asuntos de género y raza. Pero si sale nominado, hará una campaña con muchos recursos y efectiva. Su mensaje es que puede hacer que el sistema funcione para ti”.