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La muerte de tres cantantes de K-pop en dos meses pone el foco en el lado oscuro de la industria

Historias del mundo

Tras el brillo y el glamur, muchas voces alertan de que existe un lado tenebroso capaz de devorar a sus estrellas

Detrás del éxito.Amigos y familiares del cantante Kim Jong Hyun, que se quitó la vida en el 2017

Jung Yeon-je / AFP

Este final de año está resultando devastador para la música surcoreana. La última fatalidad de una larga serie se conoció ayer mismo, cuando encontraron muerto en su casa de Seúl al excantante de K-pop y actor de 27 años Cha In Ha. Con él, ya son tres las estrellas fallecidas en menos de dos meses, una tragedia que ha puesto el foco en la parte más oscura de la poderosa industria del entretenimiento surcoreano.

Por ahora, no se conocen las causas de la muerte de Cha, que fue integrante del grupo Surprise U y recientemente protagonizó varias telenovelas y filmes cortos. Su agencia pidió que no se difundan rumores ni se publiquen informaciones especulativas “para que su familia, que está experimentando la mayor de las penas, pueda despedirlo en paz”.

Según un periodista, “son examinados en las redes y las falsas noticias sobre ellos corren muy rápido”

Sin embargo, su deceso trae sin remedio a la memoria los recientes suicidios de dos prominentes estrellas del K-pop. En octubre, la cantante Sulli, de 25 años y exmiembro del grupo f(x), se quitó la vida después de años padeciendo abusos en la redes a manos de troles misóginos y machistas, que la machacaron día y noche por su defensa del aborto o de la libertad de las mujeres a no llevar sujetador.

Su buena amiga Goo, de 28 años y exintegrante del popular grupo Kara, también había tenido su ración de odio en internet y se suicidó sólo seis semanas después. Un año antes, la joven había llevado a juicio a su exnovio, Choi Jong Bum, después de que este la amenazara con publicar un vídeo de ambos manteniendo relaciones sexuales. El hombre fue condenado a 18 meses de prisión, sentencia que ambas partes apelaron y estaba pendiente de resolución. Junto al cuerpo de Goo había una nota en que decía sentirse “pesimista”.

A primera vista, los ídolos del K-pop son seres preparados desde la más tierna infancia para la fama y el dinero. Lucen cuerpos estilizados y rostros ideales, cincelados a golpe de bisturí si hace falta; deslumbran con sus vistosas prendas y complementos, que pronto se convierten en tendencia; por contrato, la mayoría no tiene pareja, lo que alimenta las fantasías amorosas de sus millones de seguidores; y llenan estadios con un público fiel que adora sus estribillos al ritmo de coreografías ensayadas hasta caer rendidos. Una poderosa industria que hace tiempo rebasó las fronteras de Corea del Sur e inundó el resto del planeta.

Cha In Ha, que fue hallado muerto ayer

STRINGER / Reuters

Pero tras el brillo y el glamur, muchas voces alertan de que existe un lado tenebroso capaz de devorar a sus estrellas. El entrenamiento para llegar a lo más alto es extenuante. Sus vidas son escrutadas al milímetro en medios y redes sociales, donde igual los inundan con halagos que los trituran sin contemplación. Por si fuera poco, sus condiciones laborales están lejos de ser las idóneas y sus carreras son muy fugaces, dado que las nuevas hornadas que generan las fábricas de artistas llegan hambrientas por ocupar su lugar.

“Su caída puede ser tan repentina y dramática como su ascenso a la fama a una edad temprana. Es una profesión especialmente vulnerable a la angustia psicológica: son examinados en las redes día y noche y las noticias falsas sobre sus vidas se difunden en un instante”, dijo al diario The New York Times el periodista Lee Hark Joon.

Las recientes tragedias, a las que se suman otros suicidios como el del líder de SHINee (Kim Jong Hyun), han puesto a la industria bajo un escrutinio sin precedentes sobre su trato a las mujeres. También plantea preguntas incómodas sobre la cultura misógina y patriarcal surcoreana y el tabú que impera sobre las enfermedades mentales en un país con uno de los mayores índices de suicidio.

En líneas generales, a la gente no se les anima a buscar ayuda contra la depresión, todavía vista como un fracaso personal. “Muchas personas son reacias a tomar medicamentos por temor a ser vistos como débiles. Los problemas de salud mental deberían tratarse de la misma manera que un resfriado común, necesitamos ponernos al día”, explicó Ryu Sang Ho, neurólogo del hospital Haedong de Busan. Tras los recientes acontecimientos, muchos esperan que el Gobierno tome de una vez por todas medidas significativas para tratar de atajar un problema cada vez más acuciante.

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