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Los laboristas de Corbyn usan a Joker contra la derecha y las élites

Reino Unido tras el Brexit

En un spot electoral se presentan como garantía para evitar el ascenso de potenciales Jokers y recetan como antídoto más Estado del Bienestar y fiscalidad justa

Joaquin Phoenix como Joker

WARNER BROS

Joker contra las élites, contra los evasores fiscales y como reclamo electoral. Momentum, una facción del Labour británico que apoyó a Jeremy Corbyn hace cuatro años y que ahora está integrada en el Partido Laborista, ha usado al mítico villano de DC Comics para un spot electoral en el que reclama Estado del Bienestar y que los ricos no evadan impuestos mediante empresas offshore. Además, asegura que una de cada cinco de las grandes compañías británicas no paga impuesto de sociedades. “Si las corporaciones pagaran lo que es justo cubrirían tres veces el presupuesto de la sanidad pública (National Health Service - NHS)”, concluye.

“¿Ahora con quién vas, con Batman o con Joker?”, es una pregunta que puede surgir después de ver la película de Todd Phillips , en la que el payaso criminal es presentado como un perdedor de la globalización y de la desigualdad galopante, pasando así a convertirse en (anti)héroe a través de la victimización, un mecanismo que cotiza al alza en la política actual. En esa lógica, los laboristas preguntan si “Batman es el malo”.

Batman, ¿héroe o evasor?

Con una fiscalidad justa y un Estado del Bienestar robusto quizá Joker no existiría y por ende la revolución nihilista que desencadena el personaje interpretado por Joaquin Phoenix tampoco. Es el mensaje que lanza Momentum con su vídeo para las elecciones del 12 de diciembre en Reino Unido. Si bien lo hace de forma interesada e interpretando la película como les conviene, asociando el personaje más al socialismo que al anarquismo y a un nihilismo que conduce a optar por la derecha populista y que puede simbolizar también la elección de Donald Trump –como bandera de toda una tendencia política– frente a una Hillary Clinton, caracterizada como corrupta e icono de las élites en 2016.

En el vídeo electoral, Joker convence a Batman para que pague impuestos que permitan el desarrollo del Estado del Bienestar de tal modo que su madre tenga los cuidados que requiere y que él pueda tomar las medicinas que necesita para sus trastornos mentales. Le plantea que eso es mejor que tener que combatir el crimen en Gotham gastándose una millonada en armamento y personalización de vehículos.

Además, en la línea de Phillips de presentar a los Wayne como ricachones cretinos y no como la familia modélica de las películas de Christopher Nolan, revelan que Bruce es un evasor fiscal que usa empresas offshore para pagar menos impuestos que Joker cuando trabaja de promotor en la calle, cartel en mano, vestido de payaso.

¿Por qué no pagas tus impuestos como una persona normal y dejas que los ciudadanos de Gotham decidan democráticamente qué hacer con ellos?”, interpela Joker a un Batman por momentos reflexivo y dialogante.

Estado del Bienestar contra potenciales Jokers

Al final, parece que Batman entra en razón y se entiende con Joker, pero en el último momento, cuando éste confía en que ya le ha convencido de que “los billonarios son el problema” y que es mejor pagar impuestos y “ayudar a los pobres”, recibe un golpe inesperado. En ese momento Wayne señala, escandalizado de sí mismo, que estaba diciendo cosas propias de un “socialista”.

Justo antes del golpe bajo Batman reconoce que ha estado luchando “contra los síntomas del crimen en vez de intentar solucionar las causas”. E incluso hace un alegato en favor de la democracia participativa y del principio de autogobierno, a menudo supeditado al orden neoliberal que rige las reglas del mercado y la economía. “¿Quién soy yo para decidir qué es lo mejor para la sociedad?”, se pregunta Bruce Wayne.

En el spot de los laboristas también se carga de forma sutil contra el uso de los datos personales de los ciudadanos que se filtran y se ceden a través de las aplicaciones e internet. De hecho, Joker es localizado por un ordenador de Batman a través de sus datos. No es una cuestión baladí, pues en Reino Unido el uso de datos en política ha tenido su propio impacto con el escándalo de Cambridge Analytica y el referéndum del Brexit de junio de 2016, retratado al detalle en la película Brexit, The Uncivil War (2019).

Joker y los perdedores de la globalización

Francis Fukuyama , que enmienda ahora su “fin de la historia” con su último ensayo y lo rebaja a un interrogante en el camino, revela en Identidad (Deusto, 2019) que el factor identitario que ha catapultado a la extrema derecha se debe en parte a “las desigualdades económicas que surgen de los últimos cincuenta años de globalización”. “Los agravios económicos se agudizan cuando se unen a sentimientos de humillación y falta de respeto”, añade. “La política de identidad contemporánea está impulsada por la búsqueda de igual reconocimiento por parte de grupos que han sido marginados por sus sociedades”, señala en otro fragmento. Parece que hable del Joker de Phillips, marginado incluso por sus compañeros payasos.

El politólogo estadounidense identifica tres ejes como clave de la política de identidad contemporánea y que se dan en el personaje Arthur Fleck de Phoenix empleado por los laboristas británicos como metáfora: el anhelo de reconocimiento, la distinción entre el yo interno y el externo y la elevación moral del yo interno por encima de la sociedad externa y la búsqueda de la dignidad.

Un manifestante de los chalecos amarillos vestido de Joker en París

PHILIPPE LOPEZ / AFP

En ese sentido, Alberto Garzón traza una radiografía útil en su último libro. El diputado, economista y coordinador federal de Izquierda Unida publicará el próximo 26 de noviembre ¿Quién vota a la derecha? (Península, 2019) y señala que “las situaciones de crisis económica ofrecen oportunidades políticas para los partidos más radicales, que cabalgan a lomos de la frustración de los más desesperados, aunque los modelos políticos difieren enormemente entre los comunistas –que postulan la emancipación de la clase trabajadora a la luz de los valores de la Ilustración– y los fascistas –que promueven políticas xenófobas, homófobas y militaristas–”. Asimismo, afirma que “en España la extrema derecha no ha tenido a la clase trabajadora como su principal sosten”. Así, de una misma situación se pueden tomar dos caminos distintos, pero en Joker no se opta por una revolución organizada sino una protesta sin rumbo y sin más razón de ser que generar el caos.

“Uno de los rasgos clave de esta nueva extrema derecha –y que lo diferencia de sus antecesores– es la capacidad de llegar a una base social mucho más amplia, menos ideologizada y, en consecuencia, más ’normal’. Los estereotipos y caricaturas no suelen funcionar con estos productos políticos (tampoco para estigmatizarlos), debido a que su apoyo no es ya por razones nostálgico-ideológicas, sino por motivaciones políticas presentes”, añade en otro punto del libro el dirigente de IU.

Siguiendo esa línea, hay autores como Xavier Casals que llaman a esos partidos “neoproletarios”, aunque Vox no encaja del todo en el perfil de sus hermanos europeos, de los que se ha distanciado en los últimos meses.

Labour y Podemos comparten tesis similares

Si se lucha contra la desigualdad –que se ha acrecentado con la crisis de estos últimos años– se evita la exclusión social y se limitan las posibilidades de que haya crímenes y malhechores, nos viene a decir Momentum. Más allá de la lectura de la película en clave de los laboristas británicos, con sus planteamientos también se reduce el campo de trabajo y el laboratorio de la extrema derecha, siempre y cuando se identifique la revolución final de la película Joker como la de aquellos que sienten que les han usurpado la dignidad y el reconocimiento que les corresponde y que hoy impulsan a la alt right por todo Occidente. En definitiva, sin despojados y desheredados no hay resentimiento ni Joker.

El Labour se presenta así como garante de que no suceda una rebelión semejante a la de la pieza de Phillips y de que se neutralice a potenciales Jokers. No es un mensaje exclusivo de los laboristas británicos. En España, Unidas Podemos por voz de Pablo Iglesias y otros dirigentes ha repetido en los últimos meses que “a la extrema derecha se le combate con políticas sociales” y no usando su amenaza para pedir el voto.

No es una cuestión sencilla y suscita debate entre los expertos que abordan la cuestión. La mayoría apunta que es complicado enfrentarse a la derecha populista y se inclina por utilizar la argumentación aunque esas formaciones políticas se muevan en otra órbita, ya sea alterando datos y con fake news, o con discursos netamente dirigidos a la emoción y no a la razón. Sea como sea, un cordón sanitario les convierte en víctimas de una situación ilegítima y les construye un relato favorable; pactar con ellos les da poder de decisión e influencia y copiar sus políticas para integrarlas y desarmarles les da más repercusión y capacidad de influencia... y al final recitan aquello que dijo Jean-Marie Le Pen y que se ha oído en la campaña española del 10-N en las filas de Vox: “la gente prefiere el original a la copia”.

Con una visión netamente materialista, la facción laborista plantea esas cuestiones e identifica a Joker como un socialista contra los conservadores británicos y los brexiters duros y no como el anarquista-nihilista que nos muestra Phillips y que propicia la lucha entre los de abajo y los de arriba –entre el pueblo y la élite perversa– sin ninguna dirección ni organización o que se puede asociar a los pistoleros de las masacres de Estados Unidos, también carentes de sentido. El 12 de diciembre los británicos decidirán.

“Joker y los disturbios que provoca representan la ira de la clase trabajadora, al igual que los disturbios de Londres en 2011, pero no hay ninguna dirección. También presenta ejemplos de actos individuales de terrorismo, que en última instancia no hacen nada para transformar el sistema económico”, afirma la revista marxista británica Socialist Appeal en su crítica de la película, en la que pide “canalizar la frustración de la clase trabajadora hacia la transformación socialista de la sociedad”.

¿Quién saldrá reforzado de las elecciones británicas?
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