Más de la mitad de Europa del este
Europa
Los ciudadanos de siete países ven peligrar la democracia treinta años después de la caída del muro de Berlín
Más de la mitad de los países de Europa central y del este cree que las libertades de expresión y de manifestación están amenazadas, según un estudio en el que se analizan las actitudes de los ciudadanos en relación a los derechos obtenidos después de 1989. La encuesta, realizada por YouGov y publicada por Open Society Foundation, coincide con el trigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín y recoge las opiniones de 12.500 personas de Bulgaria, República Checa, Alemania, Hungría, Polonia, Rumania y Eslovaquia.
Entre las conclusiones más relevantes destaca la creencia de muchos ciudadanos de que la democracia y el Estado de derecho están amenazados en su país y su preocupación sobre la legitimidad de las elecciones. Así, un 76% de búlgaros opina que las elecciones en su país no son “ni libres ni justas”, seguidos por un 54% de rumanos y un 52% de húngaros. “Nosotros votamos pero yo no me fío de los resultados [...] votamos algo y ellos cuentan los votos. Podemos ser positivos pero aún así tenemos corrupción”, afirma un activista rumano en el informe.
Un 63% de húngaros temen las consecuencias de criticar al Gobierno en público
La libertad de expresión también está en jaque, según los encuestados de seis de los siete países de la Europa oriental. En Hungría, casi dos tercios de los entrevistados temen las consecuencias de criticar al Gobierno en público, la cifra más alta de los países estudiados.
Dadas las medidas de restricción y control a instituciones académicas, culturales y oenegés impuestas por el gobierno de Viktor Orbán, estas respuestas podrían ser un reflejo de la presión que ejerce en la sociedad húngara. “Una amiga me dijo que estaba totalmente de acuerdo con lo que yo decía en internet pero que no es tan valiente como para poner un ‘me gusta’”, explica un húngaro.
La percepción de retroceso en las libertades va acompañada de una mala opinión de los partidos políticos, que el 44% de los encuestados consideran fuerzas negativas. Un activista de Polonia comentaba que “cuando escoges a la gente que va a gobernar, tus opciones son o la plaga o el cólera”.
En contraste con la dañada reputación de los gobiernos, las oenegés gozan del apoyo de la mayoría de sociedades de la Europa central, que tienen una visión positiva de ellas. En algunos países los actores no gubernamentales están bajo un ataque constante, especialmente en Polonia y Hungría. La mayoría de encuestados reclaman una mayor protección y más independencia del Estado de las organizaciones no gubernamentales. Destaca la opinión de los húngaros, con un 71% de las respuestas a favor de que universidades e instituciones de carácter académico sean libres de criticar al Gobierno, lo que demuestra el rechazo de la sociedad húngara hacia las medidas que toma Orbán para obstaculizar a grupos cuyas ideas se oponen a las suyas, resalta el informe.
Los jóvenes son más inclusivos con el colectivo LGTBI y los refugiados
Treinta años después de la caída del muro parece haber una actitud pesimista por parte de los países de la Europa del este. No obstante, los resultados también muestran que este descontento viene acompañado por “un espíritu desafiante en aumento”, especialmente de las nuevas generaciones, como afirma el director de la fundación, Goran Buldioski.
Los jóvenes participan más activamente en la vida cívica que los grupos de mayor edad, sobre todo a través de la firma de peticiones. Entre ellos, son las mujeres las que se muestran más optimistas en su capacidad para generar cambios y más abiertas a la diversidad. Así, existe una diferencia de entre 10 y 20 puntos respecto a cuestiones sociales como la necesidad de proteger a la comunidad LGTBI, refugiados e inmigrantes, en las que son más las mujeres que los hombres las que exigen una mayor ayuda para estos grupos.
En este punto se observa una gran diferencia generacional pues los encuestados de más edad priorizan el apoyo a personas de la tercera edad y discapacitadas, con un 93% en Bulgaria, aunque los jóvenes también se posicionan a favor.
Buldioski ha querido remarcar que estos no son problemas exclusivos de los países de la Europa del este. “Teniendo en cuenta que en estos días París y Madrid tienen las mismas probabilidades de recibir quejas de Amnistía Internacional que Budapest o Varsovia, ¿son útiles estas líneas de división del antiguo telón de acero a la hora de comprender los retos y dificultades comunes en Europa?”
Además, ha puesto en relieve la actuación de los cuerpos de policía tanto de España como de Francia -muy duras a su parecer- y las políticas anti-inmigración de los socialdemócratas daneses, cosa que, según él, demuestra que “son democracias con varios puntos ciegos en los que segmentos de la población no gozan de las libertades y beneficios de una sociedad abierta”.