Loading...

El saqueo de las tumbas submarinas

Historias del mundo

Los chatarreros del mar trocean barcos hundidos en la guerra del Pacífico para vender el metal a China

Una submarinista, en un buque japonés hundido en 1944 en Palau (Micronesia). Abajo, el sumergible desaparecidoO 16

Getty

Ni las pirámides de Egipto ni las necrópolis romanas. El “mayor robo de tumbas del mundo”, como así lo han calificado, se está produciendo bajo las aguas que bañan las costas de Malasia, Singapur e Indonesia. Durante los últimos años, del fondo de esos mares han desaparecido los vestigios de decenas de navíos hundidos durante la Segunda Guerra Mundial, un pillaje que se lleva por delante tanto los cascos de las embarcaciones como los restos humanos de los que cayeron en combate y que todavía se encuentran en el interior de los pecios.

Los últimos en sumarse a esta particular lista son dos submarinos holandeses destruidos en diciembre de 1941 por minas japonesas frente a las costas malasias. Según se supo el pasado mes de julio, los navíos (el HNLMS O 16 y el HNLMS K XVII, para más señas) desaparecieron misteriosamente, dejando tras de sí tan solo algunos fragmentos sueltos y surcos fantasmales en el lecho marino. Ni rastro de los 79 cadáveres de los tripulantes que perecieron a bordo.

Como en ocasiones anteriores, su desvanecimiento apunta a la actuación de los chatarreros marítimos, muy activos en la zona. En el 2017, una investigación del diario británico The Guardian determinó que unos 40 buques del centenar de hundidos durante la contienda –británicos, japoneses, estadounidenses y holandeses, entre otros– han sido ya parcial o totalmente desmantelados por estos piratas submarinos. En su día, esos restos fueron declarados tumbas de guerra, lo que las hace merecedoras de la protección del derecho internacional e implica que la profanación de los cuerpos que se encuentren en su interior sea un acto ilegal.

Por lo general, si el navío en cuestión es de un tamaño considerable, un robo de estas características requiere de varias fases. Primero, unos buzos colocan varias cargas explosivas para reducirlo a porciones más manejables. Durante los días o semanas siguientes, una grúa se encarga de ir sacando los trozos poco a poco. Finalmente, estos carroñeros de agua salada venden las partes de acero, aluminio, cobre y latón a terceras partes.

Se cree que restos humanos hallados en los pecios acaban en una fosa común en Indonesia

Según estimó el diario británico, la creciente demanda de chatarra por parte de China hace que sea rentable vender incluso el acero de mala calidad, por el que se puede llegar a pagar alrededor de 1,1 millones de euros por embarcación.

Además, al haberse fabricado antes de las explosiones de las bombas atómicas de 1945 y las pruebas nucleares posteriores, el acero de estos barcos está libre de radiación y resulta ser un material muy cotizado para la elaboración de precisos instrumentos de calibración como los contadores Geiger de radiactividad o sensores espaciales. Sobre los restos humanos, algunas informaciones apuntan a que han sido desechados por los encargados de desmenuzar los pecios cuando arriban a tierra en una fosa común, y anónima, cercana a la localidad de Brondong, al este de la isla indonesia de Java.

Desde que se tuvo noticia de los primeros casos, las autoridades de los países afectados trabajan para que Indonesia y Malasia hagan más por proteger los navíos hundidos. Las naciones asiáticas se han mostrado receptivas, aunque se niegan a cargar con las culpas de lo sucedido y señalan que otros países no pueden esperar que se dediquen a proteger estos lugares sin recibir ayuda para ello.

Mientras, esta situación también ha provocado críticas internas en los países afectados, especialmente entre los colectivos de veteranos de guerra o de familiares de los marinos que perecieron en los buques. “Esto es muy malo, no les permite tener descanso. Ese barco era su tumba”, aseguró a la prensa Jet Bussemaker, nieta del comandante al frente de uno de los submarinos holandeses que se han ­evaporado.