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Ola de ataques xenófobos contra comercios extranjeros en Sudáfrica

Casi un centenar de detenciones

Los pillajes e incendios provocan un incidente diplomático con Nigeria

Dos nigerianos agarran a un hombre que estaba saqueando su tienda en el barrio de Troyville, en Johannesburgo, y lo llevan a la policía

AP

El humo de la xenofobia ennegrece de nuevo el cielo de Sudáfrica. Casi un centenar de personas fueron detenidas en Johannesburgo y otras ciudades sudafricanas entre el lunes y ayer después de una ola de ataques contra pequeños negocios regentados por extranjeros, mayoritariamente nigerianos y somalíes. Varios vehículos y al menos 50 tiendas de comestibles o aparatos electrónicos de barrios humildes fueron incendiados o saqueados por una turba de manifestantes sudafricanos que culpa a los extranjeros de la criminalidad y de quedarse con los empleos.

La policía utilizó gases lacrimógenos y bolas de goma en un intento de contener los disturbios, que han provocado además un conflicto diplomático entre Nigeria y Sudáfrica un día antes del inicio del Foro Económico Mundial en Ciudad del Cabo y apenas un mes antes de una visita oficial a territorio sudafricano del presidente nigeriano Muhammadu Buhari.

Etiopía o Zambia advierten a sus nacionales que extremen la precaución ante nuevos ataques

El Gobierno de Nigeria calificó en un comunicado de “inaceptables” los ataques y anunció que un enviado especial viajará a Johannesburgo para expresar su descontento por el tratamiento dispensado a los afectados. “Ya basta. Nigeria tomará medidas para garantizar definitivamente la seguridad y protección de sus ciudadanos”. El ministro de exteriores nigeriano, Geoffrey Onyeama, fue más allá y criticó la lenta respuesta de las autoridades sudafricanas. “He recibido noticias repugnantes y deprimentes de la continua quema y saqueo de tiendas y locales nigerianos en Sudáfrica por parte de delincuentes descontrolados y con una ineficaz protección policial”.

Aunque en un primer momento el responsable de la policía, Bheki Cele, intentó rebajar la gravedad de unos ataques “culpa de la criminalidad más que de la xenofobia”, el enfado del gigante nigeriano hizo reaccionar al presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa. En un discurso grabado, el líder sudafricano condenó por la tarde “en los términos más enérgicos” la violencia xenófoba que se ha desatado en varias provincias del país en los últimos meses. “He convocado hoy mismo —anunció el presidente— a los ministros responsables de la seguridad para asegurarnos que vigilamos de cerca estos actos de violencia sin sentido y busquemos formas de detenerlos”. Además de Nigeria, otros estados africanos como Etiopía o Zambia advirtieron a sus nacionales en el país sudafricano que extremen la precaución ante posibles nuevos ataques. La embajada etíope aconsejó a sus nacionales que cierren sus negocios hasta el fin de las tensiones y “eviten llevar joyas caras a la vista”.

La desesperación y la pobreza, además de la irresponsabilidad de políticos, claves

La Unión Africana también reaccionó ante los sucesos de los últimos días en Sudáfrica y emitió una declaración de condena a unos “actos despreciables” de violencia. El temor de la máxima organización africana no es exagerado. Sudáfrica, uno de los países más desiguales del mundo, con un 50% de población pobre pese a que su economía es la más potente del continente, ha vivido varios repuntes de violencia xenófoba en los últimos años. En el 2008, alrededor de 60 personas fueron asesinadas y 50.000 forzadas a abandonar sus casas y en el 2015 siete personas murieron en actos relacionados con la violencia xenófoba. Desde inicios de año, se han producido continuas agresiones y decenas de asesinatos de conductores extranjeros de camiones.

La desesperación y la pobreza, además de la irresponsabilidad de políticos que han usado en el pasado la carta de culpar al inmigrante para tapar su mala gestión, explican en parte la tensión. Los hechos más graves de esta semana ocurrieron en el centro de Johannesburgo y el barrio de chabolas de Alexandra, zonas muy deprimidas, con una alta densidad de población inmigrante y donde las cifras de desempleo superan ampliamente el 29% oficial de media nacional que admite el Gobierno sudafricano.