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La coalición entre el M5E y la Liga tiembla a un mes de las europeas

Constantes fricciones

Una medida para el endeudado Ayuntamiento de Roma separa a Di Maio y Salvini

Luigi Di Maio y Matteo Salvini, en tiempos que fueron mejores

Claudio Peri / EFE

Llevan sufriendo fricciones de todo tipo desde que hace casi un año acordaron formar un Gobierno populista inédito en Italia, pero hasta el espectáculo del Consejo de Ministros del martes por la noche no habían escenificado de una manera tan evidente que, ahora mismo, les separa mucho más que lo que le une. Los viceprimeros ministros italianos, Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas) y Matteo Salvini (Liga), viven a un mes de las elecciones una profunda división política y personal que amenaza con romper la coalición en el Ejecutivo.

La gota que ha colmado el vaso ha sido un decreto para el crecimiento económico que incluye una medida buscada por el M5E para que la ciudad de Roma –que ellos gobiernan con la alcaldesa Virginia Raggi– tenga una financiación especial que le permita asomar la cabeza en el mar de deuda histórica que la ahoga desde hace décadas. El líder de la ultraderechista Liga no quiere ni oír hablar de esto porque cree que entonces el Gobierno tendría que ayudar también a otros 400 ayuntamientos que atraviesan dificultades. Su negativa obligó a una reunión de Gobierno que desembocó en una pelea fortísima, terminando con el primer ministro, Giuseppe Conte, supuesto árbitro del partido, poniendo orden a grito ­limpio.

El liguista intentará utilizar su victoria en las elecciones para reconfigurar el Gobierno a su favor

Según cuenta La Repubblica, Conte estaba realmente enfurecido porque Salvini había saboteado a propósito la reunión diciendo a los periodistas que la medida para salvar a Roma no estaba en su agenda. Di Maio llegó una hora tarde al ­encuentro, Salvini se cerró en banda y al final, después de insultos, amenazas y chillidos, decidieron postergar la decisión y trasladarla al Parlamento. “No podemos seguir adelante con estos –dijo Salvini a los suyos, según la cabecera ro­mana–, el 27 de mayo (el día ­después de las europeas) ponemos fin a esta his­toria”.

Hace meses que Salvini está harto de tener que lidiar con el M5E, en quien encuentra muchas piedras en el zapato para llevar a cabo sus recetas económicas o de inmigración, y el viento de las encuestas le favorece. Ahora mismo, la media de sondeos de YouTrend de la semana pasada sitúa a la Liga en el 32% de los apoyos, mientras que el M5E, que ganó las elecciones nacionales del 2018, está diez puntos por debajo.

“Seguramente nos encontremos ante el momento más crítico que ha atravesado este Gobierno italiano, porque las elecciones europeas se interpretarán también en Italia como unas elecciones nacionales”, valora el decano del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Luiss, Sergio Fabbrini.

El politólogo se refiere a que Salvini intentará transformar su victoria en los comicios al Parlamento Europeo en una carta para reconfigurar el Gobierno. Ahora mismo, por los equilibrios obtenidos el año pasado, es más favorable a los grillini. Fabbrini pronostica que la Liga intentará hacerse con carteras clave ahora en manos del M5E como Infraestructuras y Transportes (encargada del tren de alta velocidad entre Turín y Lyon, que divide a ambas formaciones) o Defensa. Fuentes de la Liga confirmaron estas intenciones a este diario, hablando de que tras las europeas tendrá que haber obligadamente un reequilibrio de fuerzas. Consideran que ahora mismo la Liga sólo reina en un ministerio importante, el del Interior, pero en ninguno en materia económica, por lo cual tienen las manos atadas para las grandes cuestiones de peso.

El problema de la Liga es que en Italia, como en el resto del mundo, es muy arriesgado provocar un avance electoral. Tradicionalmente, quien se rinde lo paga. Salvini no quiere precipitarse a romper con los antisistema para no ser castigado en las urnas. Por eso, ahora mismo trabaja en seguir forzando la máquina con asuntos como el decreto de Roma para intentar que sean sus contrincantes quienes tiren la toalla. Fabbrini pronostica que lo más probable es que, si no rompen inmediatamente después de las europeas, el divorcio se produzca al tener que aprobar la difícil ley de presupuestos del año que viene, que ya no podrá ser de ninguna manera expansiva, y los italianos vuelvan a votar a principios del 2020. Queda todavía tiempo, pero en Roma ya resuenan los tambores de las urnas.