Juicio a Viktor Orbán
El futuro de Europa
El Parlamento Europeo decide hoy si inicia el proceso de sanción a Hungría
Con la mirada corta se percibe como un debate sobre el respeto de los valores europeos en un solo país, Hungría; pero al encender las luces largas aparece, de fondo, la grieta que se agranda en Europa entre las democracias tradicionales y los regímenes que se ha convenido en llamar iliberales. Como muestra de estos últimos, no hay mejor ejemplo que el Gobierno húngaro de Viktor Orbán, repetidamente victorioso en las urnas, abanderado del cierre de fronteras a los inmigrantes e incumplidor reiterado de la legislación europea.
Orbán compareció en Estrasburgo, en el pleno del Parlamento Europeo que ayer debatía y hoy votará si se aplica a Hungría el artículo 7 de los Tratados de la UE, la máxima sanción contra un país por no respetar los derechos fundamentales, que puede llegar, en última instancia, a suprimir el derecho de voto del país en cuestión. El primer ministro húngaro no sólo se permitió llegar tarde al debate, obligando a la autora del informe, la verde holandesa Judith Sargentini, a volver a iniciar su intervención, sino que dedicó sus primeras palabras a criticar a los eurodiputados porque, según él, la mayoría ya tiene decidido de antemano votar a favor del informe que condena el Gobierno húngaro. “A pesar de todo –añadió– he venido porque ustedes no juzgarán a un gobierno, sino a un país, un pueblo”.
El líder húngaro acusa a los eurodiputados de querer dar lecciones a su pueblo
Orbán acusó a los diputados de querer “acallar” al pueblo húngaro y de dar “lecciones de lo que le conviene o no le conviene”. También reivindicó el derecho a decidir cómo gestionan la inmigración, en referencia a las vallas levantadas en sus fronteras y el trato dado a los refugiados. “Se quiere condenar a Hungría porque los húngaros decidieron que su patria no sería un país de inmigrantes –dijo Orbán–. Me opongo a que las fuerzas de la Eurocámara partidarias de la inmigración nos chantajeen. No cederemos, no importa lo que voten”.
Orbán utilizó un tono duro que pone las cosas muy difíciles a su grupo parlamentario, el PPE, muy incómodo en este debate. Fuentes populares comentaron que se le había pasado el mensaje a Orbán que “podían ayudar si él se ayudaba”, esperando que mostrara su cara más dialogante, que facilitara una salida. No fue lo que se vio ayer en Estrasburgo, donde se presentó el Orbán más desafiante, que considera que lo que se está juzgando es el “honor” de Hungría, y que jugó su carta de siempre, destacar el gran apoyo que ha recibido sucesivamente en las elecciones en su país. De esta manera quiso presentar el debate como una “cuestión de honor”. Dijo que “el informe hiere a Hungría, al pueblo húngaro y hiere a su honor”.
Difícil lo tiene pues el PPE, como se vio en la intervención de su presidente, Manfred Weber, que criticó las dificultades que tiene para operar en Hungría la Universidad Central Europa, de Georges Soros, y la atmósfera de intimidación contra las oenegés. También le recordó a Orbán que en Europa “hemos inventado los derechos humanos y no los derechos de los cristianos en este continente”, en una referencia clara a la deriva antimusulmana del Gobierno de Orbán. El grupo dará libertad de voto, pero muy posiblemente una mayoría se inclinará por apoyar la sanción.
El PPE da libertad de voto pero la mayoría, incluido el austriaco Kurz, apoya la sanción
Orbán ha hecho bandera del freno a la inmigración y en agosto, después de entrevistarse con el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, dijo que “hay dos frentes en Europa. Uno es liderado por Macron, que apoya la inmigración. El otro tiene el apoyo de países que quieren proteger sus fronteras. Hungría e Italia pertenecemos a este último”. En su rechazo a la inmigración, Orbán puede encontrar aliados, pero una negativa tan radical a negociar los cambios que se le exigen desde la UE engrosará su lista de opositores. Por ejemplo, ayer mismo el primer ministro austríaco, Sebastian Kurz, próximo de Orbán en las políticas de inmigración, avanzó que sus eurodiputados votarán a favor del informe que condena al Gobierno húngaro. “No hay compromisos sobre el respeto de la legalidad. Los valores esenciales necesitan ser protegidos”, declaró a la televisión.
El informe que se vota hoy acusa a Orbán de socavar la democracia y pide activar el artículo 7 de los Tratados. El resultado de la votación es incierto porque para aprobarse se necesita una mayoría absoluta de diputados (mínimo de 376) y dos tercios de los votos contabilizados. Si se aprueba, se pedirá formalmente al Consejo de Ministros que active el procedimiento de sanción, un proceso que, en sus etapas finales, requiere la unanimidad del resto de los estados miembros.
El dilema del PPE
Para el grupo popular en el Parlamento Europeo, este informe es lo que se conoce como una patata caliente, y para su presidente, Manfred Weber, aún más. Le llega una semana después de que anunciara su candidatura a ser el cabeza de lista del PPE en las próximas elecciones europeas, y como tal, aspirante a ocupar la presidencia de la Comisión Europea. Disponer de los diputados del Fidesz húngaro ha sido un quebradero de cabeza durante toda la legislatura, obligando a Weber y al grupo a jugar a manejar equilibrios constantes entre el apoyo disimulado y la crítica discreta. Por ello, en el PPE intentaron presionar a Viktor Orbán para que mostrara la cara más amable y dialogante en su intervención de ayer. No fue así. Al contrario. Fue el Orbán más duro, sin pelos en la lengua, y que identificó a su Gobierno con su país. Visto el tono que empleó, todo apunta que dentro del mismo PPE, aunque se dé libertad de voto, serán mayoría los votos a favor de la sanción. Lo indica la muy crítica intervención de Weber, y el tuit que escribió el presidente del Partido Popular Europeo, el francés Joseph Daul, que manifestó que la UE se basa en el respeto a los derechos fundamentales. “Son valores inviolables y el PPE no los comprometerá, independientemente de la filiación política”. Visto lo cual, parece evidente que, después de la intervención de Orbán, subieron las opciones de que el Parlamento active el procedimiento de sanción a Hungría.