Memorias de Rusia: Michael Ignatieff y el exilio de sus antepasados

Entre libros

El historiador y político canadiense Michael Ignatieff narra en 'El álbum ruso' la historia de su aristocrática familia, de la Rusia zarista al exilio, y reflexiona sobre las raíces y la identidad

Nikita Panin, ascendiente de la abuela de Ignatieff

Nikita Panin, ascendiente de la abuela de Ignatieff

Getty

Michael Ignatieff no conoció a sus abuelos paternos. Murieron antes de que él naciera. Tampoco estaba conectado con su pasado. Bastó una generación en el exilio para que se rompieran los vínculos familiares que le unían a Rusia. Su padre, que había llegado a Canadá a los seis años, no hablaba ruso en casa ni frecuentaba a la comunidad de exiliados. “Soy un canadiense tan típico de su tiempo y de su lugar de nacimiento que me siento fraudulento en mi intento de asimilar la evanescente experiencia de otra generación”, escribe Ignatieff. 

Pero, claro, con un pasado de “aventureros zaristas, supervivientes de revoluciones y exiliados heroicos”, era inevitable que el historiador y político canadiense (fue el líder del Partido Liberal) se interesara por sus ancestros y buscara recomponer los fragmentos de su legado familiar.

Ignorar el pasado

En El álbum ruso, Ignatieff reconstruye el pasado de su aristocrática familia y documenta el fin de un modo de vida. A partir de las memorias que sus abuelos dejaron escritas, de los recuerdos de su padre y, particularmente, de las fotografías conservadas de sus antepasados –“La memoria cura las cicatrices del tiempo. La fotografía documenta las heridas”–, el escritor recorre la historia de Rusia y Ucrania a través de la historia de sus ancestros: de la corte de Catalina la Grande a finales del siglo XVIII a la huida del país tras el triunfo de la revolución bolchevique poco más de un siglo después. 

Catalina la Grande con la Corona Imperial de Rusia y el Cetro Imperial con el diamante Orlov.

Catalina la Grande con la Corona Imperial de Rusia y el Cetro Imperial con el diamante Orlov

Dominio público

Aunque el recorrido atraviesa varias generaciones, Ignatieff se centra sobre todo en sus abuelos: el conde Paul Ignatieff, político de ideas reformistas (gracias a ellas salvaría la vida), que fue ministro de Educación en el gabinete del zar Nicolás II, y la princesa Natasha Mestchersky, descendiente de Nikita Panin, canciller de la emperatriz Catalina. El libro narra la vida del matrimonio en una hacienda de Ucrania, su traslado a San Petersburgo y su posterior exilio durante la guerra civil, primero en el Cáucaso y luego en Canadá.

Sin embargo, lo que distingue El álbum ruso de otros libros de memorias similares es su contenido ensayístico. En este sentido, Ignatieff muestra su talento como pensador salpicando el texto de brillantes reflexiones sobre la memoria, el desarraigo y la identidad. “Si vives en el pasado perderás un ojo. Si ignoras el pasado, perderás los dos”, dice el proverbio ruso con el que comienza el libro. Ignatieff mira al pasado con los ojos bien abiertos para saber quién es y poder avanzar hacia el futuro con suficiente perspectiva, separando el mito de la historia.

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