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Tarxien: prehistoria por sorpresa en la isla de Malta

Los templos de Tarxien, en Malta, han ido sumando siglos hasta convertirse en los megalitos en pie más antiguos.

Entrada al Templo Sur del conjunto megalítico de Tarxien, Malta. Foto: Shutterstock.

Templo Sur de Tarxien, Malta

Los templos megalíticos de Malta son anteriores a las grandes pirámides de Egipto, el palacio de Cnosos en Creta o el círculo británico de Stonehenge, según estudios realizados con radiocarbono. En palabras del profesor Colin Renfrew, el arqueólogo que revolucionó la datación con esta técnica en el ámbito mediterráneo, constituyen nada menos que “los monumentos de piedra en pie más antiguos” de la prehistoria a nivel mundial. Los cuatro que integran Tarxien forman el conjunto más amplio, completo y complejo de este legado, de una longevidad reconocida como tal gracias, en buena medida, al hallazgo del yacimiento maltés.

Pero Tarxien también reviste un carácter único al componer una especie de catálogo ideal sobre la llamada Cultura de los Templos, que salpicó el archipiélago con muestras imponentes de habilidad arquitectónica y exquisitez artística, reflejo de un avanzado grado de civilización. Todavía misterioso en muchos aspectos, este pueblo –el primero que habitó las islas, procedente de Sicilia, hace unos siete mil años– utilizó el núcleo de Tarxien de manera ritual durante siglos.

En él se han encontrado desde restos cerámicos de la remota fase Zebbug –que entre 4100 y 3800 a. C. preludió la era de las edificaciones gigantes– hasta los templos Sur, Central y Este, que, levantados en torno a 3000 a. C., representan el apogeo de la construcciones megalíticas locales. Sin olvidar un recinto más, el denominado Tarxien Extremo Este, erigido tiempo antes, en el período inicial de esta clase de monumentos. El conjunto, en definitiva, permite recorrer prácticamente todo el arco cronológico de la enigmática Cultura de los Templos.

El descubrimiento del espectacular templo de Hal Saflieni, entre otros hallazgos, disparó una auténtica fiebre de la arqueología en Malta.

Tarxien incluye, además, vestigios de la civilización que suplantó a la neolítica en la Edad del Bronce, hacia 2500 a. C. Porque esta segunda oleada migratoria reaprovechó a su manera los espacios sagrados levantados por la primera. Algo que más tarde harían de forma similar fenicios y romanos. Pero la importancia del yacimiento no está tan relacionada con los signos de estos últimos habitantes como con las huellas artísticas dejadas en él por los edificadores originales de los templos. Una vasta colección de estatuas, relieves y elementos ceremoniales que forman el repertorio prehistórico más exhaustivo y vistoso que haya deparado la generosa arqueología de Malta.

A la caza de yacimientos

Themistocles Zammit percibió al instante el carácter singular del sitio. Este médico, químico, educador, historiador, literato y funcionario gubernamental apasionado por las antigüedades había pedido a sus compatriotas que le avisaran de cualquier hallazgo llamativo con el que se toparan. Irregularidades en el suelo, piedras grabadas, surcos de cultivo con colores extraños... Y es que, desde principios del siglo XX, el descubrimiento del espectacular templo subterráneo de Hal Saflieni , la revalorización paulatina de ruinas arcaicas a la vista (como Ggantija, Hagar Qim y Mnajdra) y, fuera del archipiélago, los trabajos contemporáneos de sir Arthur Evans sobre la Creta minoica habían disparado una auténtica fiebre de la arqueología en Malta.

Zammit encabezaba este movimiento. Hoy recordado, de hecho, como el padre de la arqueología en la pequeña república mediterránea, había sucedido al jesuita Manwel Magri al frente de las investigaciones en Hal Saflieni. Fue también la persona que las autoridades coloniales (Malta pertenecía por entonces al Reino Unido) designaron para crear y dirigir la entidad que se convertiría en el Museo Arqueológico nacional. Un día llegaron noticias prometedoras a su despacho. El dueño de una parcela a menos de un kilómetro del hipogeo informó al doctor de que sus arados tropezaban a menudo con grandes piedras. Algo parecido averiguaría él mismo respecto a la capilla de un cementerio cercano. Habían emergido bloques enormes al abrirse unas zanjas para construirla. Zammit se desplazó al lugar y observó también que, en unos campos colindantes, la tierra era más clara junto a un montículo abundante en guijarros. ¿Qué había debajo de todo aquello?

Un gran salto atrás

Pese a la intriga, el científico tuvo que esperar dos años para emprender una excavación. Hal Saflieni lo tenía demasiado ocupado y absorbía todos sus recursos. Pero, en cuanto pudo terminar el reconocimiento del hipogeo, efectuó una cata en el paraje vecino. Nada más comenzar, salió a la luz una forma familiar. La de un recinto con cámaras lobuladas y arriñonadas como en Ggantija y Hagar Qim. Las tareas a gran escala llevadas a cabo ese verano y el siguiente permitieron desenterrar dos templos antiquísimos. Eran los templos de Tarxien en La Valeta, a los que pronto se añadiría, tras una breve interrupción debida a la Primera Guerra Mundial, el hallazgo de dos templos más en la porción oriental del complejo.

Altar en el complejo de Tarxien. Foto: Wikimedia Commons.

TERCEROS

Se trató de un descubrimiento de suma importancia. Apareció casi intacto un amplio conjunto orgánico de construcciones, repleto además de reminiscencias artísticas. Zammit, un investigador meticuloso, contó así con información de primera mano para afirmar categóricamente que esos megalitos, al igual que Hal Saflieni y los otros analizados, no eran fenicios, romanos o paleocristianos, como se había creído hasta ese momento. Los templos de Tarxien y sus compañeros de época procedían de una civilización mucho más antigua, prehistórica.

El horizonte cronológico de Malta retrocedió de repente milenios en cuanto a presencia humana. Lo confirmaron las campañas posteriores a las de Zammit, que había recuperado e identificado la mayor parte del yacimiento y sus piezas. Las obras han deparado algún descubrimiento nuevo, pero sobre todo se han centrado en la datación y conservación de las reliquias.

El factor medioambiental

Destacan, en este sentido, los trabajos que el arqueólogo maltés Joseph Baldacchino llevó a cabo tras la Segunda Guerra Mundial. Baldacchino organizó la exposición de los objetos hallados bajo criterios científicos y emprendió la reconstrucción del acceso al Templo Sur. Ya en 1997, el Departamento de Museos dio con un ábside (media cámara) desconocido que pronto recubrió para su mejor preservación, y en 2001 restauró otro –ya en su día protegido por Zammit– que se había desmoronado dos años antes. Declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco con otros templos megalíticos de las islas, los cuatro de Tarxien siguen siendo objeto de atención especializada. Hoy Heritage Malta –la agencia nacional que los gestiona– y el Banco de Valetta desarrollan un proyecto con tecnología punta para salvaguardarlos.

El conjunto megalítico de Tarxien, al aire libre. Foto: Shutterstock.com.

TERCEROS

No es que las estructuras se encuentren en peligro. Pero, al estar situadas al aire libre, los científicos del plan recogen datos precisos sobre la dirección y velocidad del viento, la radiación solar, las precipitaciones y otros factores medioambientales para garantizar su integridad de cara al futuro. Todo cuidado resulta poco para mantener indemnes “los monumentos de piedra en pie más antiguos” que se conservan del hombre neolítico. Aquellos que dieron a Malta una prehistoria casi por sorpresa.

Este artículo se publicó en el número 503 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.