Polonia en la encrucijada: Rusia, Ucrania y la lucha por la soberanía

Historia

De las tensiones históricas a la fragilidad del presente: cómo una victoria rusa sobre Ucrania extiende el temor en Polonia y amenaza el equilibrio de Europa Central

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, asiste a una reunión con el presidente de Polonia, Andrzej Duda, uno de sus aliados principales, en Rzeszow, Polonia, el 10 de febrero de 2023.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, asiste a una reunión con el presidente de Polonia, Andrzej Duda, uno de sus aliados principales, en Rzeszow, Polonia, el 10 de febrero de 2023.

via REUTERS

El siglo XX fue un periodo de transformaciones profundas para Polonia, un país que se encontró atrapado entre dos gigantes: Rusia (y posteriormente la Unión Soviética) y Alemania. Su relación con estos poderes, especialmente con Rusia, estuvo marcada por la ocupación, la represión y la lucha por la independencia. Al mismo tiempo, su vínculo con Ucrania, un vecino con el que comparte una historia compleja y a menudo dolorosa, evolucionó de la tensión étnica y territorial a una cooperación estratégica en las últimas décadas. Para comprender el temor de Polonia ante el avance ruso en Ucrania es necesario adentrarse en los acontecimientos que definieron sus relaciones con estos dos actores clave.

La historia de Polonia con Rusia se remonta a siglos atrás, pero el XX comenzó con un hecho crucial: la restauración de Polonia como estado independiente en 1918, tras más de una centuria de particiones y dominación extranjera. Sin embargo, esta independencia no llegó sin conflictos. La recién formada Unión Soviética, heredera del Imperio ruso, no veía con buenos ojos la existencia de un estado polaco fuerte y soberano. Esto llevó a la guerra polaco-soviética de 1919-1921, un conflicto que tuvo como telón de fondo la lucha por el control de territorios en Ucrania y Bielorrusia. 

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La victoria polaca en la batalla de Varsovia en 1920, conocida como el “Milagro del Vístula”, fue un momento decisivo que no solo aseguró la independencia de Polonia, sino que también detuvo el avance del comunismo hacia Europa Occidental. Sin embargo, el Tratado de Riga de 1921, que puso fin a la guerra, dejó heridas abiertas. Polonia obtuvo territorios en Ucrania Occidental, pero las tensiones étnicas y políticas con la población ucraniana en esas regiones persistieron.

El Pacto Ribbentrop-Mólotov de 1939 no solo dividió Polonia, también marcó el inicio de una de las ocupaciones más brutales del siglo XX

La década de 1920 y 1930 fue un periodo de relativa estabilidad para Polonia, pero la sombra de Rusia (ahora la Unión Soviética) seguía presente. La política exterior polaca intentó mantener un equilibrio precario entre sus dos poderosos vecinos, Alemania y la URSS, pero este equilibrio se rompió dramáticamente en 1939 con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. El Pacto Ribbentrop-Mólotov, un acuerdo secreto entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, selló el destino de Polonia. En septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia desde el oeste, y la Unión Soviética hizo lo mismo desde el este, dividiendo el país entre ambos poderes. 

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Tropas alemanas invaden Polonia el 1 de septiembre de 1939. Photo 12/Universal Images Group via Getty Images)

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Este acto de traición por parte de la URSS dejó una huella imborrable en la memoria histórica polaca. Winston Churchill, el primer ministro británico, resumió la situación con su característica elocuencia: “Polonia ha sido una vez más traicionada, pero esta vez no por sus amigos, sino por sus enemigos”. Churchill, aunque consciente de la necesidad de aliarse con la URSS para derrotar a Alemania, nunca perdió de vista el sufrimiento de Polonia. En sus memorias escribió: “Polonia es el país que más ha sufrido en esta guerra, y su destino es una tragedia que clama al cielo”.

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La ocupación soviética de Polonia durante la guerra fue brutal. Miles de oficiales polacos fueron ejecutados en la masacre de Katyn en 1940, un crimen que Moscú intentó ocultar durante décadas. Además, cientos de miles de polacos fueron deportados a Siberia y otras regiones remotas de la URSS. La resistencia polaca, tanto contra los nazis como contra los soviéticos, fue heroica pero finalmente insuficiente para evitar la dominación extranjera. 

Tras la guerra, Polonia quedó bajo control soviético, y las fronteras del país fueron redibujadas en beneficio de la URSS. Polonia perdió territorios en el este, que fueron anexados por Ucrania y Bielorrusia, pero recibió compensación en el oeste con tierras que antes pertenecían a Alemania. Este cambio territorial tuvo un impacto profundo en la composición étnica y cultural del país.

La masacre de Volinia (1943-1944) es un recordatorio sombrío de las tensiones étnicas entre polacos y ucranianos

Durante la guerra fría, Polonia fue un estado satélite de la Unión Soviética, pero la resistencia al dominio comunista nunca desapareció. El movimiento Solidaridad (Solidarność), liderado por Lech Wałęsa en los años ochenta, se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la democracia. La caída del comunismo en 1989 marcó el fin de la influencia soviética en Polonia y el inicio de una nueva era en la que el país se alineó con Occidente, uniéndose a la OTAN en 1999 y a la Unión Europea en 2004.

Mientras tanto, la relación de Polonia con Ucrania en el siglo XX estuvo marcada por una historia compartida pero también por conflictos amargos. Durante el periodo de entreguerras, la integración de Ucrania Occidental en Polonia tras el Tratado de Riga generó resentimiento entre la población ucraniana, que se sentía marginada y discriminada. Este resentimiento estalló durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tensiones étnicas entre polacos y ucranianos llegaron a su punto más álgido. 

Las delegaciones rusa (izqda.) y polaca en la Conferencia de Paz de Riga el 22 de septiembre de 1920

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Dominio público

La masacre de Volinia (1943-1944), en la que el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) asesinó a decenas de miles de civiles polacos, y las represalias polacas contra civiles ucranianos dejaron una herida profunda en las relaciones entre ambos pueblos. Este conflicto, aunque menos conocido que otros episodios de la guerra, tuvo un impacto duradero en la memoria colectiva de ambas naciones.

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Tras la guerra, tanto Polonia como Ucrania quedaron bajo control soviético, lo que limitó sus relaciones bilaterales. Sin embargo, la caída de la URSS en 1991 abrió una nueva página en la historia de ambos países. Polonia fue uno de los primeros países en reconocer la independencia de Ucrania, y en las décadas siguientes, las relaciones entre ambos estados mejoraron significativamente. Polonia apoyó la Revolución Naranja de 2004 y el Euromaidán de 2013-2014, movimientos que buscaban acercar Ucrania a Europa y alejarla de la influencia rusa. Este apoyo se intensificó tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, cuando Polonia se convirtió en uno de los principales aliados de Kyiv, proporcionando ayuda militar, humanitaria y diplomática.

Una victoria rusa sobre Ucrania alteraría el frágil equilibrio de fronteras que ha mantenido a Europa Central estable desde el colapso de la URSS en 1989

En resumen, el siglo XX fue un periodo de pruebas y tribulaciones para Polonia, un país que luchó por mantener su independencia y soberanía frente a poderes mucho más grandes. Su relación con Rusia estuvo marcada por la desconfianza y el conflicto, mientras que con Ucrania evolucionó de la tensión a la cooperación. La historia compartida entre estos tres países sigue influyendo en sus relaciones actuales, pero también ofrece lecciones sobre la importancia de la solidaridad y la resistencia frente a la opresión. Como dijo Churchill en otro contexto, “el precio de la grandeza es la responsabilidad”, y Polonia, a lo largo del siglo XX, demostró una y otra vez su capacidad para asumir esa responsabilidad en nombre de la libertad y la justicia.

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