El 28 de marzo de 1971 parecía que iba a ser un día más en la base de artillería Mary Ann, en la provincia de Quang Tri. Pese a estar cerca de la frontera, era una zona en teoría tranquila para los 231 soldados estadounidenses y los 22 survietnamitas que componían su guarnición. Pero esa jornada, la niebla matutina enmascaraba la presencia de una cincuentena de enemigos.
Una lluvia de mortero cayó sobre la base estadounidense para cubrir el asalto de las fuerzas norvietnamitas, que se abrieron paso por las alambradas con rapidez y atacaron diversos puntos sensibles del complejo. Para cuando los defensores de Mary Ann pudieron coordinar una defensa, el búnker de mando había sido destruido y había muerto el capitán Richard V. Knight, oficial al mando de la base.
El asalto duró una hora, hasta que los estadounidenses y los survietnamitas pudieron recibir refuerzos de otras bases cercanas. En total, 33 defensores murieron y 83 resultaron heridos. Solo pudieron localizar 15 cadáveres de los asaltantes, que se habían retirado al ver que se desvanecía el factor sorpresa del ataque.
Fuerzas especiales
Esos combatientes no eran simples soldados del Ejército de Vietnam del Norte (EVN) o guerrilleros del Viet Cong (VC). Se trataba de zapadores, considerados como las fuerzas de élite comunistas, especializados en asaltos contra posiciones enemigas muy bien protegidas.
La designación de “zapadores” provenía de los militares estadounidense, que bautizaron así estas unidades. Su designación en vietnamita hace más justicia a estas tropas de asalto del EVN: “Bo doi dac cong” (soldados de fuerzas especiales).

Tropas del EVN avanzando por un sendero de la Ruta Ho Chi Minh.
Sus orígenes se remontan a la época en que el conflicto en el sudeste asiático se conocía como la guerra de Indochina (1946-1954). La insurgencia vietnamita entendió la necesidad de contar con tropas especializadas en asaltar las posiciones fortificadas que las fuerzas francesas instalaban con el fin de mantener el territorio bajo control de París.
La escasez de medios y la falta de experiencia de la guerrilla comunista para asaltar enclaves fortificados hicieron que los resultados tardaran en llegar, pero en 1950, en la provincia de Biên Hòa, el Viet Minh fue capaz de coordinar el ataque simultáneo a cincuenta torres de vigilancia, que sorprendió por completo a los franceses.
Tras la retirada gala de Indochina, el EVN sumó a la experiencia adquirida sobre el terreno la formación recibida de los asesores soviéticos. El conflicto entraba en una nueva fase. Las fuerzas comunistas vieron que iba ser indispensable lograr capacidades de infiltración, primero, en las ciudades survietnamitas y, poco después, en las bases que fue desplegando EE. UU.
Asalto a la embajada
Al asaltar posiciones fortificadas como bases militares, las misiones de los zapadores norvietnamitas rompían la lógica habitual de la lucha guerrillera de atacar destacamentos enemigos aislados. Una vez dentro del recinto de sus oponentes, buscaban destruir puntos sensibles como puestos de mando, depósitos de municiones o posiciones de artillería.
También se diferenciaban de sus compañeros del ejército norvietnamita o del VC en que nunca emboscaban a destacamentos estadounidenses o vietnamitas en movimiento.
A medida que la guerra en Vietnam del Sur fue escalando en la primera mitad de los años sesenta, los zapadores comenzaron a operar principalmente bajo la dirección de la guerrilla del VC, con cierta autonomía respecto a Hanói. Lo habitual era que esas fuerzas especiales encabezaran los asaltos de las tropas comunistas contra las posiciones enemigas para abrir brechas en las defensas.

Soldado del Viet Cong durante la guerra.
Una de las acciones con mayor repercusión llevadas a cabo por esas fuerzas especiales fue el asalto a la embajada de EE. UU. en Saigón, el 31 de enero de 1968, al inicio de la ofensiva del Tet. El batallón de zapadores C-10 logró penetrar en el recinto de la sede diplomática. Al contrario de lo sucedido en la base Mary Ann, los defensores reaccionaron a tiempo y evitaron que los asaltantes alcanzaran el edificio principal, lo que permitió a los estadounidenses ganar un tiempo precioso para que llegaran refuerzos y rechazar la intentona.
Fuera de Vietnam
Más allá del caso de Mary Ann, otro de los asaltos de zapadores más exitosos fue el ejecutado contra la base de Lima Site 85, entre el 10 y el 11 de marzo de 1968. Este enclave, situado en Laos, no era un acuartelamiento más, ya que acogía un radar para guiar a los bombardeos de EE. UU. y albergaba también operaciones de la CIA. Los norvietnamitas estuvieron recopilando información durante dos meses para preparar el ataque.
Como era habitual, los zapadores lideraron el asalto del grueso de los 3.000 soldados norvietnamitas y guerrilleros locales que querían ocupar Lima Site 85. La guarnición estaba compuesta por 1.000 soldados de Laos, 300 tailandeses y 19 estadounidenses, que se vieron superados y tuvieron que ser evacuados tras perder a casi sesenta efectivos.
Las acciones fuera de las fronteras vietnamitas no fueron anecdóticas. En este sentido, es interesante destacar otros asaltos, como los ataques a varias bases aéreas de EE. UU. en Tailandia. Por ejemplo, en 1972, una incursión de los zapadores en U-Tapao provocó daños de consideración en tres bombarderos B-52.
A partir de 1968, como consecuencia de las grandes pérdidas que sufrieron los zapadores durante la ofensiva del Tet, el EVN asumió el mando total de las unidades de fuerzas especiales que operaban en Vietnam del Sur.

Cuerpos de soldados del Viet Cong durante la ofensiva del Tet
Pese a que estas operaciones costaban muchas vidas a los zapadores, no hay que pensar que eran misiones suicidas. Aunque siempre intentaban conseguir el factor sorpresa, los soldados se la jugaban al asaltar posiciones muy bien defendidas, aunque sus órdenes no eran luchar hasta el final. Según su planificación óptima, el ataque no debía durar más de 30 minutos; si no se cumplía el objetivo, debían retirarse para combatir otro día.
La forja de un comando norvietnamita
Con el nuevo mando unificado en manos de Hanói, la preparación de los zapadores mejoró notablemente al sistematizarse su entrenamiento. Se escogía a los soldados que habían demostrado una mayor pericia en el combate, y su formación para las unidades especiales podía llegar a durar hasta 18 meses, dependiendo de las misiones que fueran a llevar a cabo.
El entrenamiento hacía hincapié en el reconocimiento y la observación de posiciones enemigas. Unas tareas que, sobre el terreno, podían acometer durante varias semanas, como sucedió en el caso de Lima Site 85 para recopilar la información necesaria para preparar el asalto con garantías.
La recogida de información les permitía luego saber dónde estaban ubicados sus objetivos prioritarios. Ese conocimiento facilitaba que se movieran con rapidez dentro del perímetro de la base enemiga. No solo recopilaban datos desde el exterior, sino que muchas veces también contaban con la ayuda de agentes infiltrados, que actuaban encubiertos como trabajadores locales.
De hecho, lo sucedido en la base Mary Ann, con la relajación de la guarnición, era habitual. Cuando los zapadores comenzaban a preparar un ataque, disminuía la actividad de las otras unidades norvietnamitas para que los estadounidenses se confiaran.

Miembros del Viet Cong cruzan un río en 1965
Durante la instrucción también era importante que los zapadores conocieran cómo camuflarse y cómo aprovechar el terreno para avanzar sin ser descubiertos. Igualmente, se les entrenaba para superar obstáculos defensivos, como alambradas o campos de minas.
La aproximación a una posición enemiga se hacía con paciencia –podía llevarles siete u ocho horas recorrer los últimos metros–, para garantizar no ser detectados. Además, era habitual que escogieran la ruta menos lógica para un ataque, con el fin de incrementar el efecto sorpresa sobre los posibles vigías que controlaran el perímetro del objetivo.
Tierra, asfalto y agua
Los zapadores norvietnamitas eran las tropas más ideologizadas del EVN. La pertenencia al Partido Comunista era obligatoria para los oficiales y suboficiales; para los soldados rasos, en cambio, la afiliación no era un requisito indispensable, pero sí lo era haber demostrado una lealtad absoluta al régimen de Hanói.
Estas unidades se especializaban en un determinado ámbito de actuación. Las más comunes eran las que protagonizaban asaltos contra las bases de EE. UU., como los descritos, o de Vietnam del Sur en zonas rurales. Otros contingentes estaban entrenados como guerrillas urbanas, donde no solo atacaban lugares como la embajada de EE. UU., sino que también realizaban labores de espionaje y sabotaje.

Soldados norteamericanos echan tierra en un túnel donde se creía que se escondían soldados del Viet Cong.
Un tercer ámbito de especialización eran los zapadores que se encargaban de asaltar bases navales. Por ejemplo, las instalaciones de Cam Ranh (las más importantes del país) fueron objeto de varios ataques entre 1970 y 1971 que supusieron la destrucción de casi cinco millones de litros de combustible y de 6.000 toneladas de municiones.
En los últimos años de la guerra, con la retirada de las tropas terrestres estadounidenses a partir de 1973, los zapadores actuaron como fuerzas de vanguardia en el avance del EVN hacia Saigón. Por ejemplo, intentaron tomar sin éxito un puente el 30 de abril de 1975, el mismo día en que cayó la capital de Vietnam del Sur.
Y más allá de su eficacia a la hora de atacar enclaves estadounidenses o survietnamitas, la principal virtud de los zapadores fue, en definitiva, crear una sensación de intranquilidad en el enemigo, que no podía sentirse seguro ni en sus propias bases.