Errores históricos de los servicios de inteligencia de Israel
Crisis en Oriente Medio
El fracaso de sus servicios de espionaje está detrás de algunos de los momentos clave en la historia del estado hebreo
Última hora de la guerra en Gaza: Israel prepara la ofensiva terrestre contra Hamas
Un grave error de los servicios de inteligencia israelí, así es como la mayoría de analistas han catalogado la gran incursión de Hamas del pasado 7 de octubre. Los atentados islamistas han provocado una escalada de incierto final, pero no es la primera vez que el espionaje hebreo –considerado uno de los mejores del mundo– falla a la hora de combatir a sus enemigos.
El Mosad ha sido señalado como el principal responsable de este fiasco. Hasta ahora, este servicio secreto había abanderado la fama israelí de eficacia en cuestiones de seguridad. Pero poner la lupa solamente sobre él es quedarse corto a la hora de analizar el entero entramado de inteligencia de ese país, que en realidad descansa en tres pilares.
El Mosad es responsable de las operaciones de obtención de información y contraterroristas en otros países
El primero sería el propio Mosad, fundado en 1949. Esta institución es responsable de las operaciones de obtención de información y contraterroristas en otros países. Si se quieren algunos ejemplos, sus agentes han estado detrás del asesinato de científicos vinculados al programa nuclear iraní y también del del líder de Hamas, Mahmoud al Mabhouh, en un hotel de Dubái en 2010.
Como muestra de la consideración estratégica que tiene Israel sobre la cuestión, no destina a su agencia de inteligencia exterior a operar en Gaza y Cisjordania. La vigilancia de los grupos armados en los territorios palestinos es responsabilidad del servicio de seguridad interior, el Shin Bet (también conocido como Shabak y creado en 1949). Esto les sonará a quienes hayan visto la serie Fauda (Netflix), puesto que sus protagonistas son integrantes de esta unidad.
El tercer pilar de las agencias de espionaje hebreas lo conforma Aman, siglas en hebreo del Directorio de Inteligencia Militar. Es un organismo de las fuerzas armadas israelíes con diferentes divisiones que se encarga de aspectos como la vigilancia electrónica (la célebre Unidad 8200). El control de la frontera con Gaza se había fiado a estos nuevos métodos y parece que fueron neutralizados por Hamas en los recientes atentados.
Aman también suele implicarse en crisis con personas secuestradas. Tiene bajo su mando a la Sayeret Matkal, el mejor destacamento de las fuerzas especiales israelíes, equiparable al SAS británico o los SEALS estadounidenses. Entre su historial de méritos está el rescate de rehenes en Entebbe en 1976. La única baja militar hebrea en la operación fue el comandante de la unidad Yonatan Netanyahu, hermano del actual primer ministro (también veterano de estos comandos).
Como en otros países, las diferentes agencias de inteligencia hebreas en teoría deberían estar coordinadas, pero en la práctica no siempre es así. Aunque hasta ahora han podido presumir de estar entre los servicios de seguridad más competentes del mundo, y a la espera de determinar en detalle los errores registrados a principios de octubre de 2023, su historial contiene algunos otros episodios desastrosos.
Invasiones, envenenamientos y magnicidios
La incursión por sorpresa de Hamas ha hecho recordar el ataque que protagonizaron Egipto y Siria hace 50 años en la guerra del Yom Kipur. Israel vivía instalado en la complacencia tras su victoria en el conflicto de 1967. Entre el gobierno y los militares hebreos se había extendido la sensación de que los países árabes no estaban en condiciones de lanzar una gran operación militar y, en todo caso, podrían detectar cualquier ataque contra territorio hebreo con 48 horas de antelación.
A apenas 24 horas del ataque, el Mosad comenzó a sospechar cuando detectó la retirada de personal soviético de Siria y Egipto. En paralelo, el entonces director del servicio de espionaje exterior, Zvi Zamir, llegó a reunirse con un agente doble en Roma, el egipcio Ashraf Marwan, quien le aseguró que el ataque de los países árabes era inminente.
El Mosad pasó la información a Aman, pero su director, el general Eli Zeira, no valoró bien la amenaza, creía que los árabes solo preparaban maniobras. Incluso desconfiaba de Marwan, quien ya había advertido de otros ataques previos que habían resultado ser una falsa alarma.
Las señales de alarma fueron aumentando, así que al final el responsable de la inteligencia militar aceptó informar al gabinete de la primera ministra Golda Meir. Solo faltaban diez horas para el ataque de Siria y Egipto. La dirigente ordenó la movilización de reservistas, pero no quiso autorizar ataques aéreos preventivos por la advertencia de EE. UU. de que no apoyaría a Israel si este país aparecía como el agresor en una nueva guerra en Oriente Medio.
Tras la guerra, Israel creó la comisión Agranat para investigar los errores cometidos. Su informe final fue muy crítico con la cúpula militar israelí y causó la dimisión de la propia Meir. Zeira también fue señalado como uno de los principales responsables de que no se reaccionara a tiempo en 1973. En cambio, en las conclusiones, el Mosad fue alabado por haber dado la voz de alarma en el último momento.
Solamente algunas figuras aisladas criticaron en su momento el rol del Mosad en la guerra de Yom Kipur. De hecho, la acusación más grave surgió de sus propias filas. Fue el exagente Victor Ostrovsky, quien en su libro By the way of deception acusó a sus antiguos compañeros de haberse concentrado demasiado en la persecución de Septiembre Negro, grupo responsable del asesinato de once atletas judíos en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. La comisión Agranat no reflejó esta teoría y muchos historiadores han desestimado esta y otras afirmaciones del libro del antiguo operativo por poco rigurosas.
Aunque el Mosad salvara la cara en un momento tan crítico para Israel como el Yom Kipur y pese a la fama que ha cultivado, tiene otros errores importantes en su haber. Durante décadas y pese a decenas de intentos, jamás pudieron localizar al enemigo número uno del país, Yaser Arafat, líder de la OLP, aunque varios medios árabes vieron la mano de estos espías en la muerte del dirigente palestino.
Otro intento de estos “asesinatos selectivos” por parte del Mosad comportó una de las mayores humillaciones de su historia. En septiembre de 1997, diez agentes (katsas) hebreos se infiltraron en Jordania con pasaportes canadienses con órdenes de matar a Jaled Meshal, recién nombrado líder político de Hamas. Por entonces, tras los acuerdos de paz de Oslo, la organización islamista se estaba convirtiendo en el referente de la resistencia palestina, e Israel quería hacer una demostración de fuerza.
El golpe sería en Ammán y se optó por el veneno, ya que no se quería una acción espectacular que ocasionara un incidente con Jordania, país con el que se había firmado un acuerdo de paz definitivo solo tres años antes. El 25 de septiembre, de acuerdo con el plan, dos agentes del Mosad (el resto daba apoyo de un modo u otro) intentaron inocularle el veneno.
El plan era rociar al líder palestino en plena calle con una lata de un refresco que contenía el veneno, simulando un accidente. Un fallo en el recipiente hizo que el agente no pudiera abrirlo, el guardaespaldas de Meshal (un duro yihadista, veterano de Afganistán) comenzó a forcejear con los dos agentes, quienes, al final, pudieron salpicar con la ponzoña a su objetivo.
Los agentes hebreos trataron de huir, pero fueron detenidos por la policía jordana, que acabó descubriendo su identidad. El resto de operativos se refugiaron en la embajada israelí, y Meshal fue ingresado en un hospital. El gobierno de Netanyahu quiso evitar a toda costa un incidente diplomático y para liberar a sus agentes, envió al propio director del Mosad, Danni Yatom, para que se disculpara al rey Husein y negociara la salida de su gente.
El rey Husein estaba enfurecido por la intromisión israelí en su territorio
Jordania tiene un importante porcentaje de población palestina, así que el rey Husein no podía permitir que Meshal muriera sin arriesgarse a graves disturbios en su país. También estaba enfurecido por la intromisión israelí en su territorio, así que exigió la fórmula para fabricar un antídoto, incluso hizo intervenir al gobierno estadounidense para que presionara a Israel, que acabó cediendo.
El problema era conseguir la salida de los agentes en Jordania. El rey se sentía engañado y quería más concesiones; pidió la liberación del jeque Ahmed Yassin, fundador de Hamas, en prisión desde 1989. Ante las reticencias hebreas, el monarca llegó a amenazar con ejecutar a los dos arrestados y ordenar a sus soldados que entraran a la embajada a por los otros katsas.
La presión fue a más para el gobierno de Netanyahu. La propia prensa israelí criticó con dureza a su servicio secreto por la operación fallida y la presión internacional hizo ceder finalmente a Israel, que aceptó liberar al jeque.
Las vergüenzas del Shin Bet
El tercer servicio de inteligencia también tiene importantes fallos en su haber. El Shin Bet estuvo señalado por no haber evitado el asesinato de Yitzhak Rabin, primer ministro de Israel, el 4 de noviembre de 1995. El magnicidio fue otro acontecimiento traumático para la sociedad israelí.
El responsable fue un judío militante de la extrema derecha, Yigal Amir, contrario al proceso de paz con los palestinos. El Shin Bet lo había estado vigilando por su comportamiento radical, pero no se actuó contra él porque los análisis de inteligencia desestimaron que acabara pasando a la acción.
El director del Shin Bet, Carmi Gillon, presentó la dimisión poco después del atentado, pero Shimon Peres, el nuevo primer ministro tras el asesinato de Rabin, que se hallaba en medio de una grave crisis de seguridad, la rechazó. El responsable de la agencia de seguridad volvió a ofrecer su renuncia en enero de 1996, y esta vez el Gobierno sí la aceptó.
Las críticas no se limitaron a la incompetencia; surgieron teorías de la conspiración sobre si el Shin Bet había incitado al asesinato de Rabin. No quedaron en meras habladurías: uno de los agentes responsables de controlar a Amir, Avishai Raviv, fue acusado en los tribunales de haber contribuido a la radicalización del militante ultraderechista. Fue juzgado en 2000 y su abogado pudo demostrar su inocencia.
Vistos estos antecedentes, es muy probable que tarde o temprano se acabé desvelando hasta qué punto el Mosad, Aman y el Shin Bet han sido responsables en los acontecimientos que han desencadenado la más grave crisis que ha vivido Oriente Medio en las últimas décadas.