El contexto
"Las mezquitas son nuestros cuarteles,/ sus cúpulas nuestros cascos,/ los minaretes nuestras bayonetas/ y los creyentes nuestros soldados". El poema de Ziya Gökalp, uno de los ideólogos del nacionalismo turco que abanderó Mustafá Kemal Atatürk tras la Primera Guerra Mundial, aún figura en algunos libros de texto del sistema educativo turco. Con él se trata de explicar la forja de una identidad nacional que acabó con la Guerra de Independencia y la proclamación de la República de Turquía en 1923.
Desde ese primer momento, y con Atatürk en la presidencia, Turquía se convirtió en un estado laico tras abolir el califato y la ley islámica. Asimismo prohibió el velo y la poligamia, sustituyó el alfabeto árabe por el latino, reconoció el voto para la mujer y sustituyó las escuelas islámicas por un modelo de educación público. En el culto religioso incluso llegó a prohibir el árabe en las mezquitas para que los llamamientos a la oración, rezos y lecturas del Corán se realizasen en turco, por más que se garantizó la libertad religiosa.
Considerados por la nueva República la herencia necesaria de un nacionalismo rancio de base religiosa, los versos de Gökalp cobraron un inusitado interés para la primera generación de turcos nacidos y educados ya en el seno del régimen laico, pero con profundas raíces familiares musulmanas. Un movimiento de base popular y rural dirigido por una clase intelectual y urbana que cristalizó en el nacimiento del Partido del Orden Nacional liderado por Necmettin Erbakan. La formación, que tenía entre su ideario el alejamiento de Occidente y la recuperación del velo islámico, sedujo a jóvenes como Recep Tayyip Erdoğan, quien no dudó en militar en un islamismo visto con recelos desde el Estado.
Sin embargo, el Partido del Orden Nacional llegó a convertirse en la década de los 70 en la tercera formación política turca para formar Gobierno tanto con el conservador Partido de la Justicia como con el progresista Partido Popular Republicano. Ni siquiera el golpe militar de 1980 acabó con el islamismo político, que se reagrupó bajo las siglas del nuevo Partido del Bienestar, de nuevo con Erbakan al frente y con el que Erdoğan se presentó en 1989 a la presidencia del distrito estambulí de Beyoğlu, –que hasta la independencia había sido de mayoría griega, hebrea y armenia – y ya en 1994 a la alcaldía de Estambul. La conquistó pese a cosechar apenas el 25,2% de los votos en una elección muy fragmentada.
Fue entonces cuando Erdoğan se convirtió en el gran adalid de ese pujante islamismo político turco –forzosamente moderado– y cuando no dudó en replicar los versos de Gökalp en sus intervenciones públicas. Hasta que en un encendido mitin en 1997 en Siirt, la ciudad de su esposa, donde acudió a visitar las tumbas de los místicos musulmanes Veysel Karanı, İbrahim Hakkı y İsmail Fakîrullah, sus palabras lo llevaron a ser procesado por un delito de odio relacionado con la clase, la etnia, la religión o el origen, según el Código Penal en vigor.
Erdoğan fue encarcelado en la prisión de Pınarhisar, donde sólo permaneció cuatro meses, aunque su fama como mártir le acabaría catapultando en su carrera política sin que las reservas de la Justicia ni la oposición de las Fuerzas Armadas pudiesen detenerlo. Ya al frente del Partido de la Justicia y el Desarrollo, sin el lastre antioccidental que representaba Erbakan, se convirtió en primer ministro en el año 2003, cargo que ocupó hasta el 2014. Desde entonces y tras dos victorias en las urnas ocupa la presidencia, con un poder reforzado tras la reforma constitucional aprobada en el 2017, que supuso el fin del sistema de Gobierno parlamentario.
El discurso
“No hay libertad de pensamiento y existe discriminación racial en Turquía. Nuestra referencia es el Islam. Nunca podrán intimidarnos. Incluso los occidentales tienen libertad de creencias. ¿Por qué no se respeta esto en Turquía? ¡Los minaretes son nuestras bayonetas, las cúpulas son nuestros cascos, las mezquitas son nuestros cuarteles!
”Nadie podrá silenciar el llamamiento a la oración. Definitivamente pondremos fin a la discriminación racial en Turquía porque el Partido del Bienestar no está de acuerdo con otros partidos.
”Si se abrieran los cielos y la tierra, si se derramaran sobre nosotros inundaciones y volcanes, no volveríamos atrás, seguiríamos nuestro camino. Mi referencia es el Islam. ¿Cuál es el sentido de mi vida si no puedo practicarlo? Incluso los occidentales tienen libertad de creencias. En Europa se respeta el culto y el velo. Pero hay una prohibición en Turquía. ¿Por qué esto no se respeta en Turquía?
¡Los minaretes son nuestras bayonetas, las cúpulas son nuestros cascos, las mezquitas son nuestros cuarteles!
”Nadie podrá silenciar la llamada a la oración. Porque donde la llamada a la oración se sustituya por el silencio la gente no tendrá paz. No es posible distinguir entre kurdos, árabes y circasianos. Porque el cielo donde todas las personas se unen es el Islam.
”Definitivamente pondremos fin a la discriminación racial en Turquía. Lástima de los que hicieron que esto sucediera. Quienes estaban preocupados por el éxito del Partido del Bienestar intentaron todo tipo de formas para evitar que llegara al poder. Pero ninguna fuerza pudo impedirlo.”