Rusia y Ucrania, historial de desencuentros

Guerra en Ucrania

Al margen de la visión particular de Putin sobre el papel que Moscú puede arrogarse en lo tocante a su vecino, la enemistad entre ambos países tiene raíces seculares 

Guerra Ucrania-Rusia, última hora en directo  | Chernóbil en manos de Putin

Grabado de la guerra de Crimea, 1855

Grabado de la guerra de Crimea, 1855

Dominio público

Rusia y Ucrania fueron de la mano durante doscientos años, aunque siempre con una desigual relación de fuerzas, la correspondiente a centro y periferia. Aquellos dos siglos arrancaron con la partición del actual territorio ucraniano entre rusos y austríacos a finales del XVIII, y vieron su final con la desintegración de la URSS en los últimos días del XX. En todo ese tiempo, los roces entre rusos y ucranianos han sido incontables, y así seguirían.

Sin embargo, las raíces más remotas son, de hecho, compartidas por rusos, ucranianos y bielorrusos. Como la capital de Ucrania, que lo fue en primer lugar de la Rus de Kiev, estado de entre los siglos IX y XIII que las tres nacionalidades reclaman como antepasado cultural. Tras la fragmentación de la Rus, el suelo ucraniano llevaría sucesivamente los colores de distintas potencias, entre ellas, Lituania, Polonia, el Imperio otomano, el austrohúngaro y Rusia.

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Iglesia de la Transfiguración, considerada el monumento más antiguo de la región nororiental de la Rus de Kíev

Terceros

En 1654, en el Tratado de Pereyáslav, Moscú prometió a los ucranianos (el centro del país actual) una serie de libertades que no se materializaron. El acuerdo condujo a una guerra entre Rusia y Polonia (de la que los ucranianos se habían emancipado) que acabó dando a los primeros también el este de Ucrania. Quedó una pequeña parte autónoma en manos de cosacos bajo paraguas ruso, situada en el centro norte, hasta que Catalina la Grande decidió eliminarla a finales del siglo XVIII.

La rusificación

Con el auge de los nacionalismos en la Europa del siglo XIX, Moscú se lanzó a rusificar sus dominios ucranianos a costa de la cultura local. La importancia de las armadas en todo el continente también se impuso en la corte rusa, que hizo del mar Negro y Crimea (poblada por Catalina la Grande con ucranianos y rusos a finales del siglo anterior) uno de sus principales teatros de operaciones navales. Esta península se convirtió, además, por su costa y su clima benigno, en resort de la aristocracia rusa.

Colores de las banderas de Ucrania (izqda.) y Rusia

Colores de las banderas de Ucrania (izqda.) y Rusia

iStock

La guerra de Crimea a mediados de aquel siglo (1853-56) fue un desastre para el Imperio ruso. Con ella, San Petersburgo pretendía ganar una salida al Mediterráneo a través de los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, entonces pertenecientes a un Imperio otomano ya en claro declive. Francia y Gran Bretaña se aliaron con los turcos para evitar el avance ruso en un mar cuyo dominio consideraban propio. La caída de la ciudad crimea de Sebastopol tras un sitio de casi un año forzó la capitulación del zar Alejandro II, pero aquella larga resistencia contra las potencias occidentales se erigió en un símbolo para los rusos.

En paralelo a los desvelos rusos en el mar Negro, también los ucranianos, a través de sus élites intelectuales, empezaron a cultivar su propio movimiento nacionalista. A finales del siglo XIX ya existían partidos políticos de corte nacionalista y socialista. Desencadenada la Primera Guerra Mundial, los ucranianos se vieron luchando en bandos opuestos, junto a los imperios de los que formaban parte: unos con los austrohúngaros y otros con los rusos.

La pérdida de territorios

El fin de ambas potencias imperiales condujo, entre 1917 y 1920, a la aparición de varios estados ucranianos, que colisionaron en una guerra civil. La república ucraniana que emergió finalmente sería un miembro fundador de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Pero por el camino se dejó una buena parte de sus límites históricos: una zona occidental pasó a formar parte de Polonia, otra pequeña zona septentrional pasó a Bielorrusia, y otras franjas en el este quedaron en poder de la república soviética rusa.

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El empeño de Stalin en los años treinta por industrializar la URSS a la carrera representó para Ucrania una colectivización agrícola forzada. El incumplimiento de unas cuotas de producción totalmente irreales en las granjas colectivas se castigó con la privación de grano. Murieron de hambre en la república ucraniana 10 millones de personas.

Tras la invasión de Polonia en 1939, la Alemania nazi y la URSS se repartieron aquel país. Las antiguas zonas ucranianas quedaron en la esfera de Kiev. Era la primera vez en la historia que Ucrania quedaba unida como nación. Pero, tras el ataque alemán a la URSS dos años después, se produjeron extrañas parejas de baile.

La capital de Ucrania, Kiev, en ruinas en la Segunda Guerra Mundial

La capital de Ucrania, Kiev, en ruinas en la Segunda Guerra Mundial

Dominio público

Hubo ucranianos de la desaparecida Polonia que se aliaron con los alemanes contra Moscú, desatando de paso acciones de castigo contra sus antiguos connacionales. Entre los ucranianos de la URSS, que tanto habían sufrido, se dio la bienvenida a los germanos, pero el feroz trato de estos cambió las tornas. En conjunto, entre cinco y ocho millones de ucranianos perderían la vida en la Segunda Guerra Mundial.

Pocos meses antes del fin de la conflagración, se reunían en esta ciudad de Crimea (en ese momento, parte de la república soviética rusa) los representantes de las potencias aliadas para repartirse sus futuras áreas de influencia. La vecina Ucrania estaba destrozada. Todavía se contarían decenas de miles de víctimas a causa de una hambruna algo posterior, además de las masivas deportaciones a Siberia que Stalin ordenó como represalia.

¿Nos llevamos bien?

El sucesor de Stalin, Nikita Jruschov, familiarizado con Ucrania, abordó una aproximación entre Moscú y Kiev en los años cincuenta. La cesión de Crimea a los ucranianos fue uno de los gestos más claros de esa voluntad de acercamiento. Pero lo relevante para el nivel de vida de la población fue la inversión realizada para reindustrializar Ucrania.

Nikita Jruschov lee su informe sobre Stalin en el XX° Congreso del PC

Nikita Jruschov lee su informe sobre Stalin en el XX° Congreso del PC

Terceros

La república se convirtió en un área puntera en la industria armamentística y en alta tecnología. El desastre nuclear de Chernóbil en 1986, que en Ucrania afectó a una zona habitada por más de dos millones de personas, fue la cruz de aquel progreso.

Disuelta la URSS en 1991, la nueva república independiente de Ucrania se alió con Rusia y Bielorrusia en la CEI, la Comunidad de Estados Independientes, que llegó a reunir a once de las quince exrepúblicas soviéticas y en cuyo seno se negociarían acuerdos de cooperación en el plano político, económico o de defensa (Kiev abandonaría la CEI tras la anexión rusa de Crimea en 2014).

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Ucrania vivió algunos períodos de inestabilidad, como los que llevaron en 2004 a la Revolución Naranja, una serie de protestas populares contra las sospechas de corrupción y fraude electoral por parte del gobierno del momento.

Pugnas por el gas

La relación con su gigantesco vecino oriental y con la Unión Europea se convertirá en otro de los contenciosos en el país, pero un detonante esencial de desencuentros fue la disputa con Rusia sobre el gas natural.

A principios de este siglo, el 80% del gas exportado de territorio ruso a Europa pasaba por los gaseoductos ucranianos, que disfrutaban de precios especiales por servir a ese tráfico. Tras la creencia de Moscú de que Kiev desviaba gas para consumo propio, Rusia subió las tarifas a Ucrania, lo que condujo a dos crisis, en 2006 y 2009, con cortes de suministros que afectaron a varios países europeos.

Gasoducto en la localidad de Boyarka, en Ucrania

Gasoducto en la localidad de Boyarka, en Ucrania

Propias

La Unión Europea se dedicó a reforzar lazos con exrepúblicas soviéticas, entre ellas, Ucrania. Pero, en noviembre de 2013, esta se zafó de un acuerdo de comercio y colaboración con la UE que debía firmarse días después. Un mes más tarde, Putin, que no ocultó su interés en que Ucrania se sumara a su unión aduanera con Kazajistán y Bielorrusia, ofrecía a Kiev crédito y una rebaja en el precio del gas.

A raíz de todo ello, en la parte occidental del país estallaban las protestas a favor del acercamiento a Europa, mientras en el este de Ucrania, altamente industrializado, demográficamente denso y con un alto porcentaje de población de ascendencia rusa (en Crimea, un 58%; un 39% en Lugansk; y un 38% en Donetsk), otros se manifestaban a favor de Moscú.

La guerra del Donbás

Con la tentativa de emancipación de la rusoparlante Crimea, de la que Rusia tomó el control de manera fulminante en 2014, quedó al descubierto la gravedad de la crisis no ya entre ucranianos, sino también entre Rusia y Occidente. En las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, varias milicias prorrusas iniciaron ataques que colocaron la zona en situación de práctica guerra civil.

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Vladímir Putin en el desfile que celebró en Sebastopol el triunfo en la anexión de Crimea, 9 de mayo de 2014

AP Photo/Ivan Sekretarev, File

El acuerdo Minsk II, firmado en febrero de 2015 entre Rusia y Ucrania con el empellón de Alemania y Francia, trajo consigo un equilibrio cuya debilidad fue reconocida por todos. Su objetivo de forzar un alto el fuego en el Donbás iba a tener resultados precarios.

Desde marzo de 2021, Rusia ha estado alimentando una crisis con Ucrania a cuenta de una potencial adhesión de esta a la OTAN, inadmisible para Moscú, y de la supuesta defensa de los ciudadanos de origen ruso de las autoproclamadas República Popular de Donetsk y República Popular de Lugansk, que Putin reconoció oficialmente hace unos días. 

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